Esto se va acabando. Se acerca el fin del debate, si es que realmente lo hubo, y se acerca la confrontación de las diversas sensibilidades de los electores. Las de quienes votan por Correo ya tienen que estar en camino porque ha concluido el plazo.
Y ya nos gustaría que nos explicaran los objetivos que persigue la actual normativa de ese voto por correo.
Primero hay que ir personalmente a solicitarlo, un trámite que bien debería poder hacerse por internet con una autenticación similar a la que la Administración pide para, por ejemplo, admitir una declaración de la renta (y eso porque la mera solicitud del mismo impide, no sabemos muy bien por qué, la posibilidad de votar presencialmente).
Luego hay que recibir personalmente la documentación, así que si no estás en casa, como es lo mas habitual en el horario en que suelen acudir los carteros, otro paseíto a Correos. Eso sí, para quedar notificado de una multa vale que cualquiera firme el acuse recibo, hasta el portero si se tiene (otro día hablaremos del asunto del sello de caucho que Correos exige como único requisito para acreditar la representación de una sociedad de la que se quiera recoger un certificado: la famosa administración digital).
Y, curiosamente, lo que sí puede hacer otro por tí es precisamente enviar el voto. Parece concebido ex-profeso para pastelear los de los abuelos. Traiga que ya se lo llevo yo, que usted ya ha tenido que ir dos veces a Correos ¡hombre! (o, estadísticamente mas probable, ¡mujer!).
¿De verdad interesa fomentar el voto?, ¿es esta la internetizada Administración de la que presumen?