Como es bien sabido el símbolo de la ciudad de Madrid es un un
oso erguido sobre sus patas traseras que se dispone a degustar los frutos de un
madroño, por mas que Antonio Mingote sostenga en su libro “Historia
de Madrid” que en realidad está abrazado al árbol para impedir que venga
un concejal y lo corte. Un tanto injusta humorada cundo los tristes sucesos
ocasionados por las caídas de ramas nos han servido para conocer que la Capital
del Reino es una de las ciudades de Europa que cuenta con mas árboles.
Aun así no sabemos si serían las palabras del humorista las inspiradoras de la
obra que en 2010 dejó en un medianera madrileña el artista urbano conocido como
Blu.
El simbólico oso madrileño ha sido objeto de algunas simpáticas
reinterpretaciones como la del logotipo creado por Cajamadrid a finales de los años setenta en que aparecía abrazado a
una hucha aunque luego evolucionaría hacia una solitaria imagen del animal que despareció con
la implantación de la marca Bankia. También es interesante la sustitución del
árbol por una pala de tenis de mesa en el escudo de la federación madrileña de
ese deporte. Una de las muchas extrapolaciones a la Comunidad Autónoma del símbolo de la ciudad que
alberga la mitad de su población en algo menos del 8 % del
territorio y que también aplica otra federación deportiva como es la de balonmano. Por su parte, la asociación
de talleres ASETRA utilizaba una versión un tanto chulapa que ha sido sustituida
por otra que se nos hace mucho mas sosa, mientras que también podemos encontrar al
oso en la iconografía de centros educativos como el Colegio Alemán (Deutsche
Schule Madrid) o de eventos como la inminente y cinematográfica “Madrid Premiere Week”.
Algún apunte pasado (tal que este) ya ha delatado nuestra manía de escrutar el suelo que pisamos y así ha resultado que
paseando por Madrid ya habíamos topado con alguna informe reproducción del
símbolo como la adjunta que bien podría convertir a nuestra capital en la ciudad del
hipopótamo y el madroño. Otro proveedor de tapas de registros de alumbrado
cuya manufactura puede verse mas abajo también se ha pasado con las reformas, quien sabe si por descuido
o manifestación de un espíritu ciertamente coñón, al convertir al representante
de la villa y corte en un inequívoco ratón. Así que parece que podría haber algunas importantes
lagunas en el control de calidad ejercido sobre por el Ayuntamiento
madrileño sobre sus proveedores. Aunque, bien pensado, el origen del mal bien podía estar dentro de casa porque ¿no le ven vds. cabeza de perro al diseño
oficial municipal que cierra el apunte?
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