Para no extendernos en exceso, hemos excluido deliberadamente de esta serie de apuntes, las denominaciones animales aplicadas a personas, casi siempre con ánimo calificativo. Pero vamos a hacer una excepción con algunas que se utilizan para describir ocupaciones.
Comenzamos con el término canguro con que se dio réplica al aun así bastante implantado anglicismo baby sitter que todavía hay quien se empeña en convertir en la falsa hermana (sister) que no es. También fue una denominación bastante utilizada, hoy en desuso, para referirse a los chubasqueros provistos de una bolsa delantera que sirve tanto para guardar cosas, ello cuando están en uso, como para recogerlos después.
Comenzamos con el término canguro con que se dio réplica al aun así bastante implantado anglicismo baby sitter que todavía hay quien se empeña en convertir en la falsa hermana (sister) que no es. También fue una denominación bastante utilizada, hoy en desuso, para referirse a los chubasqueros provistos de una bolsa delantera que sirve tanto para guardar cosas, ello cuando están en uso, como para recogerlos después.
Asímismo ha caído en desuso, en este caso afortunadamente, por lo que tenía de término despectivo, la utilización de marmota para referirse a las empleadas de servicio doméstico. Un vocablo que tiene un diferencial significado aplicado a las mujeres, en otro caso es dormilón, como también ocurre con zorra.
En esta última, la acepción de prostituta (quienes paradójicamente decíamos, más que decimos, que ejercen en lupanares, un término derivado de loba) contrasta con la sinonimia que tiene esa palabra con astuto cuando es utilizada en masculino. Una trampa para los angloparlantes que incursionan en el uso del español porque en su idioma vixen, aunque también negativas, tiene otras connotaciones, mientras que fox y su derivado foxy se aplica a las tías buenas. El lenguajes es como es, entre otras cosas sexista, como la sociedad que lo usa.
El caso es que por mucho que el título de la película protagonizada en 1950 por Jennifer Jones obedeciera a la relación que establece con un ejemplar de ese animal, la autoridad competente decidió que el título "La zorra" era inaceptable. Así que tuvo que ser cambiado por una traducción literal del utilizado en América( "The Wild heart") mientras que en Francia se estrenó sin problemas como "La renarde".
El lenguaje coloquial también ha asociado el oficio que muy cuestionablemente pasa por ser el mas viejo del mundo, con las lagartas. Pero las referencia zoológicas con este sentido son muy abundantes y variables según los países. El Drae recoge la acepción de prostituta en vocablos como perra, araña, capulina (nombre dado en México a la viuda negra), pípila (otro mexicanismo, es el nombre que se da allí a la hembra del guajolote, nuestro pavo), pisca (de uso en Colombia donde ese es el nombre de la pava) o zángana al que asigna ese uso en Nicaragua.
Continuando con términos despectivos, también ha alcanzado cierta notoriedad entre los castellanoparlantes el vocablo vasco txakurra (perro) que es aplicado a la policía por los euskaldunes más montaraces. Pero no hay que olvidar que el perro tiene usos despectivos en numerosos idiomas, preferentemente en femenino, género en el que bitch forma parte del máximo insulto del inglés. Canalla, como palabra derivada que es, queda para otro día. En cambio, la especie de fino olfato llamada sabueso nos sirve para calificar a los investigadores policiales mas hábiles, un uso que se nos hace hemos tomado del inglés, aunque no tenemos pruebas claras de ello.
Pero posiblemente el animal que más se asocia con la prestación de servicios de protección, quizá no siempre muy ortodoxos, es el gorila. Un trabajo que no suele requerir ni ponerse un mono ni habilidades de hombre rana, aunque para este cometido ya casi exclusivamente utilizamos la palabra buzo cuyo etimología busca nuestro diccionario académico en el nombre portugués de la caracola (búzio).
Bajo la tierra viven los topos y, por ello, dan nombre a quienes se infiltran en algún sitio, como es propio hagan quienes ejercen funciones de espionaje. Pero para los ingenieros un topo es fundamentalmente una máquina perforadora.
De las mulas humanas que portean contrabando ya hemos hablado en la entrada anterior, pero no podemos olvidarnos del final de la cadena de ese ilegal comercio, los llamados camellos encargados de la venta al por menor (no pocas veces de caballo). O sea, que el camello vende el caballo que traen las mulas.
En el territorio de la delincuencia también encontramos al macarra como denominación alternativa del rufián que nos llega del francés maquereau (caballa) a través del catalán macarró. Suele establecerse su origen en una críptica referencia a su "mercancía" hecha por quienes trataban con mujeres. Utilizarían para ello una analogía con los cargamentos de ese pescado, pero también hay quien ve el origen del término en la palabra holandesa makelaer (corredor). Es curioso que lunfardo cafisho con que esa jerga porteña denominaba (es palabra en desuso) a los proxenetas tiene su origen en el anglicismo stockfish, pescado seco, compartiendo pues la analogía del cargamento de pescado.
Con la enorme profesionalización del deporte también cabría incluir en esta categoría de animales laborales a las liebres que se utilizan en ciertas carreras para asegurar el ritmo necesario para batir alguna marca.
También debería ser ocasional el ejercicio como conejillo de indias o cobaya por parte de los seres humanos, pero tenemos algunas dudas de que esto siempre sea así.
Y casi en cualquier ocupación se puede acabar convertido en un esquirol, ardilla en catalán, aunque en propiedad se trata de un término cuyo epónimo es la localidad barcelonesa de L'Esquirol. De ahí procedían los obreros que a fines del siglo XIX ocuparon los puestos de trabajo de los de Manlleu que se habían puesto en huelga. Esta población oficialmente conocida hasta el año pasado como Santa María de Corcó, tomó su nombre del apellido de la familia que regentaba la posada situada en el camino real entre Olot y Vic que dio origen a ese pequeño núcleo de población.
En esta última, la acepción de prostituta (quienes paradójicamente decíamos, más que decimos, que ejercen en lupanares, un término derivado de loba) contrasta con la sinonimia que tiene esa palabra con astuto cuando es utilizada en masculino. Una trampa para los angloparlantes que incursionan en el uso del español porque en su idioma vixen, aunque también negativas, tiene otras connotaciones, mientras que fox y su derivado foxy se aplica a las tías buenas. El lenguajes es como es, entre otras cosas sexista, como la sociedad que lo usa.
El caso es que por mucho que el título de la película protagonizada en 1950 por Jennifer Jones obedeciera a la relación que establece con un ejemplar de ese animal, la autoridad competente decidió que el título "La zorra" era inaceptable. Así que tuvo que ser cambiado por una traducción literal del utilizado en América( "The Wild heart") mientras que en Francia se estrenó sin problemas como "La renarde".
Continuando con términos despectivos, también ha alcanzado cierta notoriedad entre los castellanoparlantes el vocablo vasco txakurra (perro) que es aplicado a la policía por los euskaldunes más montaraces. Pero no hay que olvidar que el perro tiene usos despectivos en numerosos idiomas, preferentemente en femenino, género en el que bitch forma parte del máximo insulto del inglés. Canalla, como palabra derivada que es, queda para otro día. En cambio, la especie de fino olfato llamada sabueso nos sirve para calificar a los investigadores policiales mas hábiles, un uso que se nos hace hemos tomado del inglés, aunque no tenemos pruebas claras de ello.
Pero posiblemente el animal que más se asocia con la prestación de servicios de protección, quizá no siempre muy ortodoxos, es el gorila. Un trabajo que no suele requerir ni ponerse un mono ni habilidades de hombre rana, aunque para este cometido ya casi exclusivamente utilizamos la palabra buzo cuyo etimología busca nuestro diccionario académico en el nombre portugués de la caracola (búzio).
Bajo la tierra viven los topos y, por ello, dan nombre a quienes se infiltran en algún sitio, como es propio hagan quienes ejercen funciones de espionaje. Pero para los ingenieros un topo es fundamentalmente una máquina perforadora.
De las mulas humanas que portean contrabando ya hemos hablado en la entrada anterior, pero no podemos olvidarnos del final de la cadena de ese ilegal comercio, los llamados camellos encargados de la venta al por menor (no pocas veces de caballo). O sea, que el camello vende el caballo que traen las mulas.
En el territorio de la delincuencia también encontramos al macarra como denominación alternativa del rufián que nos llega del francés maquereau (caballa) a través del catalán macarró. Suele establecerse su origen en una críptica referencia a su "mercancía" hecha por quienes trataban con mujeres. Utilizarían para ello una analogía con los cargamentos de ese pescado, pero también hay quien ve el origen del término en la palabra holandesa makelaer (corredor). Es curioso que lunfardo cafisho con que esa jerga porteña denominaba (es palabra en desuso) a los proxenetas tiene su origen en el anglicismo stockfish, pescado seco, compartiendo pues la analogía del cargamento de pescado.
Con la enorme profesionalización del deporte también cabría incluir en esta categoría de animales laborales a las liebres que se utilizan en ciertas carreras para asegurar el ritmo necesario para batir alguna marca.
También debería ser ocasional el ejercicio como conejillo de indias o cobaya por parte de los seres humanos, pero tenemos algunas dudas de que esto siempre sea así.
Y casi en cualquier ocupación se puede acabar convertido en un esquirol, ardilla en catalán, aunque en propiedad se trata de un término cuyo epónimo es la localidad barcelonesa de L'Esquirol. De ahí procedían los obreros que a fines del siglo XIX ocuparon los puestos de trabajo de los de Manlleu que se habían puesto en huelga. Esta población oficialmente conocida hasta el año pasado como Santa María de Corcó, tomó su nombre del apellido de la familia que regentaba la posada situada en el camino real entre Olot y Vic que dio origen a ese pequeño núcleo de población.
El caballito tiene, en cambio, variados significados gastronómicos. En lugares como Murcia se confecciona con gambas mientas que en otros sitios, a veces con el añadido "de mar", combina anchoas y aceitunas.
Bastante vistosos suelen ser los pasteles con forma de erizo, aunque en algunos sitios se aplican a creaciones que solo recuerdan muy lejanamente el aspecto de ese animal que también da nombre a la corteza espinosa en que se crían las castañas. Pero quizá la denominación animal mas conocida de la repostería sean las lenguas de gato, que no podemos dejar de citar a pesar de que estamos evitando las denominaciones compuestas.
Admitimos otra excepción a ese criterio para hacer una referencia a la que, quizá, sea la denominación alimenticia animal más popular, el perrito caliente. Los que en el lenguaje coloquial no pocas veces son meros perritos, algo que no ocurre en su originario inglés con la económica expresión hot dog. Sobre la asociación de canes y salchichas hay diversas teorías entre las que no falta la que establece que pudo nacer como maliciosa forma de cuestionar los ingredientes utilizados por algunos productores cárnicos. No acaba de convencernos esto del disfemismo reconvertido y nos parece mas creíble la explicación basada en la vinculación con los perros salchicha (dachshound).
Lo que ya les hemos contado en un antiguo apunte es el proceso por el que el ave no voladora endémica de Nueva Zelanda que conocemos con el nombre de origen maorí kiwi prestó su nombre a los habitantes de ese país. Y de ahí, con el concurso de la iniciativa de un exportador, pasó a ser la denominación que utilizan casi todos los idiomas para una fruta que, en realidad, es originaria de China. De ahí que su primera denominación en inglés fuera chinese gosberry. Pero ya se ve como los hábiles neozelandeses consiguieron romper la asociación con su auténtico país de origen.
Tendrá que quedar para otra ocasión el interesante asunto de los animales que reciben sus nombres de otros, como ocurre con los hipopótamos, muerciélagos o canarios, aunque en este último caso sea con la mediación de un topónimo. Pero nos viene bien para concluir este apartado gastronómico recordar que el jurel toma su nombre del diminutivo árabe šuríl formado a partir del nombre latino del lagarto, saurus.
No es el único "criptoarabismo" dentro de nuestro hilo temático, puesto que el Diccionario también nos explica que las piezas de metal dispuestas en las puertas para llamar golpeando con ellas reciben el nombre de aldabas a partir de la palabra hispanoárabe aḍḍabba. Esta es un derivado del árabe clásico ḍabbah que significa 'lagarta' y se aplicó por la semejanza de formas con el reptil.
Admitimos otra excepción a ese criterio para hacer una referencia a la que, quizá, sea la denominación alimenticia animal más popular, el perrito caliente. Los que en el lenguaje coloquial no pocas veces son meros perritos, algo que no ocurre en su originario inglés con la económica expresión hot dog. Sobre la asociación de canes y salchichas hay diversas teorías entre las que no falta la que establece que pudo nacer como maliciosa forma de cuestionar los ingredientes utilizados por algunos productores cárnicos. No acaba de convencernos esto del disfemismo reconvertido y nos parece mas creíble la explicación basada en la vinculación con los perros salchicha (dachshound).
Lo que ya les hemos contado en un antiguo apunte es el proceso por el que el ave no voladora endémica de Nueva Zelanda que conocemos con el nombre de origen maorí kiwi prestó su nombre a los habitantes de ese país. Y de ahí, con el concurso de la iniciativa de un exportador, pasó a ser la denominación que utilizan casi todos los idiomas para una fruta que, en realidad, es originaria de China. De ahí que su primera denominación en inglés fuera chinese gosberry. Pero ya se ve como los hábiles neozelandeses consiguieron romper la asociación con su auténtico país de origen.
Tendrá que quedar para otra ocasión el interesante asunto de los animales que reciben sus nombres de otros, como ocurre con los hipopótamos, muerciélagos o canarios, aunque en este último caso sea con la mediación de un topónimo. Pero nos viene bien para concluir este apartado gastronómico recordar que el jurel toma su nombre del diminutivo árabe šuríl formado a partir del nombre latino del lagarto, saurus.
No es el único "criptoarabismo" dentro de nuestro hilo temático, puesto que el Diccionario también nos explica que las piezas de metal dispuestas en las puertas para llamar golpeando con ellas reciben el nombre de aldabas a partir de la palabra hispanoárabe aḍḍabba. Esta es un derivado del árabe clásico ḍabbah que significa 'lagarta' y se aplicó por la semejanza de formas con el reptil.
Unos cuantos animales nos habremos dejado sin citar, por mucho que mas de cincuenta hayamos tocado en las cuatro entregas de esta serie. Pero aun dejamos pendiente hablar de ciertos vocablos derivados que nos parece inexcusable tratar. Este es el caso de vacuna o de los múltiples términos relacionados con los canes, comprometido ha quedado ya canalla, que muy colateralmente hemos tocado en un antiguo apunte dedicado a los mutantes lingüísticos. Quedamos emplazados, porque hasta la relación entre músculos y ratones nos queda pendiente.