miércoles, 15 de enero de 2014

Atribuciones nacionales por antonomasia (y IV)


Terminábamos la entrega precedente de esta serie que hoy llega a su conclusión con algunos usos del gentilicio escocés. Es interesante que su forma alemana schottish haya dado nombre al que tantos tienen por muy castizo chotis. Ya se ve que no tanto, porque resulta que este baile nació en centroeuropa donde tuvieron el capricho de darle prosapia escocesa. Parece que en la capital de España se bailó por primera vez en 1850 en una fiesta celebrada en el Palacio Real donde fue presentado como una "polca alemana". Un tradicional restaurante de la Cava Baja en el que inició su andadura el famoso fundador de Casa Lucio recuerda con su nombre la primera adaptación que se hizo en Madrid de la denominación alemana.


El abuso de la ya tratada bebida escocesa "por antonomasia" puede conducir a pillar una turca. El vínculo entre esta palabra y la borrachera parece proceder de que antiguamente era habitual aguar el vino para que cundiera más. Cuando se realizaba esa fraudulenta práctica eufemísticamente se decía que “se le bautizaba” por analogía con el sacramento cristiano. El vino puro, sin aguar, empezó entonces a ser festivamente conocido como turco porque en el país que entonces era símbolo del islam no cabía tal práctica del bautismo. De hecho la expresión “piar el turco” utilizada para expresar el acto de beber vino sin adulterar ya es utilizada en la novela “Rinconete y Cortadillo” de Cervantes con motivo de la admisión de esos pícaros en la cofradía de Monipodio.

La arcaica forma turquesa del adjetivo aplicado a lo que procede de Turquía nos llegado a través del francés turquoise en la misma forma en la que también ha pasado al inglés. Este fue el nombre dado a una piedra semipreciosa que, sin embargo, no se produce en ese país, aunque la denominación indica que fue comercializada por los activos mercaderes allí basados. La misma palabra ha pasado a denominar también el característico color verdoso de ese mineral.


Añadamos que en inglés el nombre de Turquía le ha sido adjudicado al pavo (turkey) porque los colonos llegados al continente Americano confundieron ese ave autóctona con las gallinetas que en Europa se importaban de Turquía (1). Curiosamente en turco el pavo toma su nombre de la India, lo que también ocurre en idiomas como el francés donde la palabra dinde es una contracción de "poulet d´Inde". En portugués, en cambio, el país que da nombre al pavo es Perú. Un pequeño lío que no termina ahí porque la denominación griega gallopóula significa "pollo francés", mientras que en holandés y en la mayor parte de los idiomas nórdicos se utilizan palabras derivadas del nombre de la ciudad de Calcuta (kalkoen, kalkon, kalkun, kalakoen, kalkkuna,...). Añadamos que en español este ave expropió al pavo real su nombre de origen latino, aunque es muy significativa la variante de origen nauhatl guajolote (de hue xolotl, gran monstruo) que se utiliza en México.


El español también da nombre a un animal a partir del de un país. Y es que armiño es una evolución del latín armenius mus, rata de Armenia por la procedencia de esos pequeños carnívoros que tradicionalmente se han utilizado para simbolizar la pureza.

Si en el caso de Turquía o Armenia es un país el que ha pasado a dar nombre a un animal, en Nueva Zelanda se ha producido el fenómeno inverso por el que los habitantes de ese país han pasado a ser conocidos como kiwis. Este es el nombre de origen maorí de un ave no voladora porque carece de alas, de ahí el nombre científico de apteryx (sin alas), la cual es endémica de ese archipiélago austral. La identificación con ese pequeño animal llega al punto de que su silueta forma parte del emblema de la Fuerza Aérea nacional y del identificador "Made in New Zealand".



La fruta que conocemos como kiwi debe su nombre a que fue Nueva Zelanda el país que la popularizó en el mundo tras la exitosa aclimatación de ese fruto originario de China. Aunque Inicialmente fue llamado chinese goosberry, para su exportación se buscó un nombre que evitara la asociación con su país de origen real, así que primero se probó con melonette pero finalmente triunfó la idea de la compañía Turner & Growers que optó por asociarlo con Nueva Zelanda mediante la denominación kiwifruit, la fruta del país de los kiwis, pronto acortada a kiwi.

Un de los neozelandeses que ha alcanzado mayor fama internacional ha sido el piloto automovilístico Bruce McLaren (1937-1970). Aunque no llegó a proclamarse campeón del mundo, ha pasado a la posteridad por haber dado nombre a la prestigiosa marca que juega un destacado papel en las competiciones de Fórmula 1. La simbología de este piloto incluía el ave nacional neozelandesa sigue presente en el logotipo de la marca a la que dio su nombre aunque convertida en un rasgo difícilmente reconocible. En el caso del famoso limpiacalzado Kiwi el nombre obedece a la nacionalidad de la esposa de su creador, el australiano William Ramsay.

No es la actual República de Macedonia desgajada de Yugoslavia en 1991 (no sin mediar una disputa con Grecia a cuenta de la utilización del nombre que también lleva una región de ese país), sino el Imperio Macedonio de la antigüedad el que está detrás del término macedonia  que se aplica a las ensaladas de frutas. La palabra procede del francés donde se adoptó para designar lo que está formado por elementos heterogéneos como ocurría con el imperio que llevó a su esplendor Alejandro Magno. Hoy en día nuestros vecinos también llaman "macédoine de légumes" al plato equivalente a nuestra menestra.

En una macedonia bien puede haber trocitos de paraguayo o paraguaya, que de ambas formas se llama al fruto achatado derivado del melocotón que algunos se empeñan en hacer característicos de España cuando es una variedad ya introducida en Estados Unidos en el siglo XIX. Allí es conocido como saturn peach o también donut peach.


Aunque se sale del estricto objetivo de este serie de artículos es conveniente que nos ocupemos de dos homónimos engañososCheca es una persona natural de Chequia, oficialmente la República Checa, y también se abreviaba así el mas largo gentilicio checoslovaco hasta la división del país en 1993. Pero checa, versión nacional de la palabra aguda rusa cheká, también es el acrónimo formado con las iniciales de la Chrezvychainaya Komissiya cuya traducción es Comisión Extraordinaria. Ese era el nombre abreviado porque el completo era "Comisión Extraordinaria Panrusa para la lucha con la Contrarrevolución y el Sabotaje" que denominó a la policía secreta rusa desde 1917 hasta 1922 que también se aplicó a los organismos semejantes creados a su imagen en otros países. En España fueron tristemente célebres durante la Guerra Civil y su nombre ha quedado inmortalizado en el libro de Agustín de Foxá  titulado "Madrid de Corte a Checa". Nada que ver, por tanto, con los checos. Recordemos, de paso, que los miembros de esos siniestros órganos de represión eran llamados chequistas.


Por otra parte, los generalmente picantes chiles toman su nombre de la palabra nahuatl chilli con la que los indios mesoamericanos denominaban a esos pimientos también conocidos como ají (palabra caribeña de origen taíno). El nombre de la muy alargada nación (4.300 km.) tiene su origen, en cambio, en el término inca chilli que significa confín. Se trata pues, al igual que en el caso de checa, de una simple homonimia.


Vamos ahora con un trío de antonomasias caídas en desuso.

Vietnamita fue una popular denominación de las máquinas de ciclostil que, al parecer, fueron muy utilizadas para elaborar propaganda durante la Guerra del Vietnam. Estos sencillo dispositivos rindieron grandes servicios en la época en la que las fotocopiadoras estaban al alcance de muy pocos. Durante el franquismo las vietnamitas eran uno de los activos mas apreciados por los ilegales partidos políticos en unos tiempos en los que prácticamente sólo los bancos disponían de sistemas entonces llamados de xerografía para emitir las copias de sus operaciones de cartera de efectos comerciales. Curiosamente, la banca ha sido el último reducto en el que siguió usándose la palabra xerocopia (que procede de xerografía y no de la marca Xerox que tuvo una posición dominante en el mercado) completamente desplazada en el lenguaje habitual por fotocopia.


ciclostil, también conocido como mimeógrafo

En los años ochenta del siglo pasado filipina se convirtió en sinónimo de empleada del servicio doméstico, un curioso fenómeno que desapareció algunos años después con la misma rapidez con que llegó. Así es que hoy es muy inusual encontrar personas de esa nacionalidad desempeñando esas funciones, parece que todos se hubieran ido a trabajar en barcos de crucero. 
No tiene suerte idiomática el gentilicio de las islas que recibieron su nombre en homenaje a Felipe II porque hay quienes ven connotaciones racistas en la marca "Filipinos" dada a unos productos de chocolate. De hecho el Gobierno de Filipinas protestó oficialmente hace años por este hecho sin demasiado éxito. Tan poco que les dieron una segunda taza con los "Agujeros de Filipino".

Otro gentilicio que sin llegar a trascender su uso como denominación de los naturales de un país adquirió en España una peculiar connotación es el aplicado a las suecas. Este mito nórdico, "de París para arriba todo son suecas" escribió Francisco Umbral, se forjó con la llegada a finales de los años cincuenta de turistas portadores de costumbres e indumentarias que por aquí llamaban poderosamente la atención. El cine se encargó de consolidar un concepto que saltó a títulos como "Tres suecas para tres Rodríguez" (1975) o a  "Las calientes suecas de ibiza" (1981) ya perteneciente al siempre oportunista cine S.



Caída en el olvido la antaño ubipresente gimnasia sueca, completamos las referencias gráficas al arquetipo hispano de las escandinavas mas deseadas con dos portadas de la revista "El Papus" en las que no dejaba de asomar alguna falsa nórdica en cuanto se aproximaba el verano. Los adjuntos números son de junio del 79 y julio del 77. En este último se pone de manifiesto que los redactores de la publicación no distinguían entre infectar e infestar.


No hay unanimidad en el origen de la expresión "hacerse el sueco"Jose María Iribarren vincula la expresión con el calzado llamado soccus de los comediantes de la antigua Roma mientras que otras teorías apuntan a su origen en los marineros de esa nacionalidad que arribaban a los puertos españoles en el siglo XIX. Por su parte, Pancracio Celdrán apunta un posible uso de esa bandera por los barcos ingleses que arribaban a los puertos andaluces a cargar vinos de Jerez para evitar ser victimas de los conflictos entre España y su país de origen.


Otra marca que han sido objeto de críticas por sus connotaciones raciales es "Conguitos". Fue el proceso de independencia del Congo Belga culminado en 1960 el que sirvió de inspiración en aquellos tiempos en que aún ni se atisbaba el concepto políticamente correcto para dar nombre al producto lanzado en 1961 por la empresa zaragozana Fedimar. La imagen de la marca propiedad desde 1987 de Chocolates Lacasa ha ido recibiendo sucesivas actualizaciones en las que primero se suprimió el aparatoso ombligo, luego se perdió la belicosa lanza y mas adelante, ya con los Conguitos blancos presentes en el mercado, se introdujo un notable adelgazamiento de los labios. Precisamente cuando parte del público emprendía el camino inverso a base de inyecciones de bótox.



El citado país africano también está detrás del nombre de la conga, el baile popular popularizado desde Cuba que se ejecuta al son de unos tambores que han acabado por recibir el mismo nombre de la danza. El masculino congo  es, en cambio, un apócope de congoleño de uso habitualmente derogatorio en algunas variantes nacionales del español. En algunos países americanos también se aplica a ciertas especies animales de peces, monos y cerdos.

El síndrome de Down fue llamado durante mucho tiempo mongolismo, una denominación que la OMS tan sólo modificó en 1965 atendiendo la petición formulada por Mongolia. Ese cambió todavía tardó algunos años en calar en el habla popular, así que los afectados por la también llamada "trisomía 21" en base al número del cromosoma que presenta una copia extra fueron llamados durante mucho tiempo mongoles, una denominación que, a la par, ejerció un afortunadamente desaparecido papel de insulto.


Si terminábamos la primera entrega de este hilo que ahora toca a su fin con una anfibología, vamos a comprobar ahora como el uso de significados que han perdido uso general puede convertirse en otra fuente de las mismas. En el caso que se narra en el adjunto recorte de La Nueva España del pasado 13 de enero la base era el que ya en 1964 parecía bastante generalizado  desconocimiento de la equivalencia de italiana con sala de estar. Claro que el equívoco requería el indispensable concurso de una considerable impericia redactora. Los peligros de la economía verbal que, aunque no sea el caso, tanto fomentaron los anuncios por palabras y los telegramas.











Recuento: dentro de la categoría de vocablos plenamente ajustados al título hemos repasado francés - francesita, cubana, griego - greca - gregal, tailandés, siamés, persiana, chilena, itálica, polaco - polonesa - polonio, germanio, rutenio, indio - índigo, francio, galio, canadiense, afgano (entre los canes excluimos del cómputo gran danés por el necesario adjetivo y maltés por falta de difusión), austriaca, los ya en desuso holandesa y marroquín,
chino, irlandés, escocés, suizo, turca - turquesa, macedonia, paraguayo, vietnamita, filipina, no computamos suecas por no dejar de ser un gentilicio mas aunque cargado de peculiares connotaciones, conga y mongol. A estos 34 hay que añadir un adjetivo inglés (scotch) como también son privativas de ese idioma dos de las cinco denominaciones de la propia nación incluidas en este apunte dividido en cuatro entregas: panamá, holanda, bermudas, turkey china. Otras conexiones nacionales menos evidentes que también hemos repasado son las existentes entre
Bangladés, bengalas y bungalow, Libia y el viento lebeche, Túnez y tuno o Escocia y el chotis, mientras que tampoco es fácil detectar el origen búlgaro de bujarrón o armenio del armiño. Por último tenemos el caso ciertamente peculiar del kiwi que de nombre aborigen de un ave pasó a convertirse en el gentilicio aplicado a los neozelandeses y desde ahí saltó a denominar a la sabrosa fruta originaria de China. Menudo viaje lingüístico.



(1) esta polisemia provocó un famoso error de traducción con motivo de la inmovilización en 1982 de una partida de frutos secos contaminada por un hongo. En un reportaje se informó que la correspondiente toxina había provocado unos años antes la muerte de 150.000 turcos que, en realidad, habían sido pavos (reseña de la noticia en El País).



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