La forma mas obvia, aunque no siempre la mas ponderada, de hacer balance de una participación olímpica es el análisis del medallero, lo que hemos dado en llamar la medallerística. En el caso de nuestro país, lo ocurrido en Río seguramente dará pie al uso de alguna de las variadas formulaciones del “España va bien” que tanto gustan al gobierno de turno, sea del color que sea, y aunque esté en funciones. Arrancamos los gráficos de nuestro análisis en Múnich 72 en que España reestrenó su medallero tras dos olimpiadas en blanco para darle a partir de ahí un uso ya continuado.
E indiscutible mejora de la calidad de la aleación media por un sustancial aumento del peso de los oros, bien que sin llegar al “efecto Barcelona”. Pero conviene que los dirigentes del deporte no pierdan de vista la edad y momento de la carrera deportiva de muchos de nuestros mas significados medallistas.
Al margen del pequeño efecto de las recompensas múltiples por efecto de los empates, el hecho de que los deportes de combate repartan dos bronces provoca que el peso del oro y la plata este próximo al 31% y no el teórico 33% del total. Y ya se ve como es la segunda vez que España rompe su tradicional tendencia a tener una calidad de medallas peor que la media. Curioso asunto este de la “cesta de medallas” de cada país en el que parece que hay algunos que tienden a batir sistemáticamente esa media mientras que otros, como España, se mueven habitualmente por debajo. Hemos tomado dos países de bien distinta tipología próximos en el medallero, Hungría y Canadá, y hemos comparado los “perfiles” con el siguiente resultado:
El gráfico anterior pone de manifiesto como Hungría lleva años batiendo sistemáticamente la proporción natural mientras que Canadá tiene en esto un desempeño aun peor que el de España. Curioso asunto al que hoy no podemos dedicar mas espacio.
Vamos a comparar con esos mismos países la evolución de los respectivos medalleros donde verán algunos huecos ocasionados por los boicots de distinto signo vividos en los años ochenta.
Hungría, como la mayoría de países del Este, no acaba de remontar un decaimiento que fue muy severo en los noventa y nos ha permitido batirles con asiduidad en la olimpiadas mas recientes, Londres fue una excepción, cuando antes de Barcelona no había color.
Canadá, se puso las botas en Los Ángeles 84 aprovechando el boicot de los países del Este cuando en su olimpiada, que fue Montreal 76, no hizo un gran papel. Fue superado por nuestro país en Barcelona 92, entrando luego en proceso de alternancias en el medallero que en las últimas tres olimpiadas se ha decantado a su favor en el absoluto, no así ahora en el ordenado por oros, aunque por una corta diferencia que ha sido algo mayor en Río.
Estas comparaciones invitan a sostener que desde el punto de vista medallístico el deporte español sigue una tendencia similar al comportamiento medio de países equiparables. Un poco ni frío, ni calor. Para nosotros un notable tirando a bajo alimentado con un cierto efecto suerte de bastantes mas medallas conseguidas que perdidas “por poco”.
Entre los grandes del medallero, la comparación entre USA y Rusia – URSS (en 1992 compitió como Equipo Unificado), está desvirtuada por el importante número de atletas rusos sancionados, pero aún así se la ponemos, mas que nada para que se vea lo que pasó en olimpiadas anteriores.
Mas interés tiene la comparación de los países que han luchado por el segundo puesto del medallero que, finalmente, ha sido para el Reino Unido según el criterio habitual que prioriza el número de oros. Pero nosotros representamos los totales.
Mientras que el anfitrión de la Olimpiada precedente mantiene la inercia del “efecto organizador”, es uno de los países que mayor provecho ha sacado de ese papel (y ha importada atletas fuertemente), China vive un proceso que recuerda lo ocurrido a España tras Barcelona 92.
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