martes, 18 de febrero de 2020
Algunos epónimos y el inusual reconocimiento de convertirse en el del propio lugar de nacimiento
Epónimo es el adjetivo que se aplica, muchas veces sustantivado, al nombre, generalmente de una persona o lugar, que es utilizado para denominar otra entidad. También es habitual aplicárselo al propio nombre dado, por más que el DLE todavía no recoja esa acepción.
Las palabras así formadas son más frecuentes de lo que parece, pero casi siempre las utilizamos con total falta de conciencia sobre su origen ¿Quién recuerda al cartógrafo Américo Vespucio cuando menciona América? ¿O a Felipe II cuando Filipinas y Colón cuando Colombia? [1] No digamos ya a Mariana de Austria, esposa de Felipe IV, al citar las islas Marianas. Y ¿cuántos identifican la presencia de quien para los antiguos libros de historia era "Tarik el moro" en Gibraltar?, un enclave cuyo nombre deriva de Jab al-Tarik (جبل طارق), que significa "montaña de Táriq".
Cierto es que, en ocasiones como el último ejemplo citado, los nombres originarios se esconden hasta hacerse imperceptibles. De hecho, el pasado sábado advertíamos que ello ocurre de forma extrema con el de Louis Pasteur en la palabra uperización.
Si de ciudades españolas se trata, tampoco es fácil reconocer, de no mediar culta explicación, la original presencia del emperador César Augusto en el nombre de Zaragoza. Una denominación que es evolución del topónimo romano Caesaraugusta que esa urbe recibió en el año 14 a. C.
Lo mismo ocurre con Pamplona, topónimo derivado del nombre latino Pompelon, ya citado por Estrabón, que se considera formado a partir de Pompeios polis, la "ciudad de Pompeyo", en alusión al linaje del general romano Cneo Pompeyo Magno (106-48 a. C.).
Otras dos capitales españolas, una de provincia y otra de comunidad autónoma, que indisputadamente [2] toman sus nombres por eponimia, en ambos casos ya bien patente, son Santiago de Compostela y San Sebastián. Aunque en el segundo caso la presencia del santo es difícil de adivinar en la eusquérica denominación Donostia que, según la teoría más aceptada, es una forma derivada de la antigua denominación Done Sebastian dada al santo patrón en eusquera.
Lo cierto es que los nombres de persona son una muy fértil fuente en la denominación de entidades urbanas, por lo que hoy vamos a focalizarnos en una categoría muy particular, cual es la formada por los lugares que han pasado a llevar el nombre de alguien allí nacido.
La forma más habitual de otorgar onomástico reconocimiento a un destacado hijo de una localidad es añadir una mención, como la que incorporó la villa gallega tradicionalmente llamada El Ferrol desde que una Orden del Ministerio del Interior 30 de septiembre de 1938 de rendida prosa (confiriendo al mismo tiempo un honor a la localidad que ha tenido el privilegio de su nacimiento) cambiara su denominación por 'El Ferrol del Caudillo'. La que mantuvo hasta que el 28 de diciembre de 1982 en que el ayuntamiento aprobó una moción para recuperar la anterior. Dos años más tarde, el 5 de octubre de 1984, se procedió a suprimir el artículo para convertir Ferrol en el común nombre oficial tanto en gallego como en castellano. Pero ya se ve que se trata de un caso impropio, porque la mención no corresponde al nombre del homenajeado sino al título que se adjudicó. [3]
Un municipio que lució en su nombre el apellido del dictador fue el gaditano Barbate que, tras segregarse en 1938 de Vejer de la Frontera, en 1940 fue rebautizado Barbate de Franco. Su nombre oficial hasta que en 1998 recuperó el nombre de Barbate mediante un decreto de 7 de marzo de la Junta de Andalucía.
El que aún mantiene la mención al allí nacido general franquista Juan Yagüe (1891 - 1952), es el pueblo soriano San Leonardo de Yagüe, que está situado en las proximidades del precioso Parque Natural del Cañón del Río Lobos.
Otro caso de resistencia a la Ley de la Memoria Histórica es el del municipio vallisoletano de Quintanilla de Onésimo, localidad natal de Onésimo Redondo (1905 -1936). El fundador de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS), una organización que en 1934 se fusionó con la Falange Española de José Antonio Primo de Rivera.
En cuanto al municipio burgalés de Alcocero de Mola, que tan solo tiene 32 habitantes, la relación con el general Emilio Mola es que allí es donde se produjo en 1937 el accidente aéreo que le costó la vida.
El único caso que conocemos de completa aplicación a una localidad de un epónimo franquista también queda fuera de la categoría que hoy estudiamos, porque la pedanía sevillana denominada hasta 2016 Queipo de Llano no fue el lugar de nacimiento de ese general (ni de su muerte como se lee en algunos sitios). En todo caso, el citado año el ayuntamiento de Isla Mayor cambió el nombre de ese poblado fundado durante la Guerra Civil, a instancias de Queipo, por el de Los cinco de la Riuela. Un homenaje a los jornaleros asesinados el 13 de agosto de 1936 por un grupo de falangistas que los trasladaban a Sevilla.
Pero nos estamos desviando del guión previsto. Y es que la completa sustitución del nombre de una localidad por el de un nacido en la misma es un fenómeno francamente inusual. Sin embargo, mientras documentábamos el artístico apunte de ayer descubrimos que la villa natal de René Descartes, que se denominaba La Haye en Touraine cuando el 31 de marzo de 1596 vino al mundo quien se convertiría en famoso filósofo, fue rebautizada durante la Revolución francesa como La Haye-Descartes. Y tras fusionarse con la vecina Balesmes, en 1967 adoptó como nombre, ya sin más aditamentos, el apellido de su ilustre hijo. Para más detalles sobre esa localidad de unos tres mil quinientos habitantes situada en el departamento de Indre y Loira (Indre-et-Loire) les remitimos al artículo publicado por Luis Pancorbo en El País del 21 de junio de 2019. Solo se no ocurre añadir a lo dicho por el viajero periodista que nos permitimos suponer que no todos los habitantes del lugar sean cartesianos, pero lo que sí son es descartinos (descartois), porque ese es su gentilicio.
Un caso curioso porque incluso incorpora el grado universitario de su epónimo es el de la localidad india conocida como Mhow (en hindi महूँ ), en el estado de Madhya Pradesh, cuyo nombre oficial es desde 2003 Dr. Ambedkar Nagar. Ello en honor de Bhimrao Ramji Ambedkar (1891 – 1956), un jurista, académico y político indio que destacó por su lucha en favor de los derechos de la casta intocable a la que el mismo pertenecía.
Un ejemplo mexicano en que la eponimia tiene forma de añadido es Cuatrociénegas de Carranza, la cabecera del municipio de Cuatrociénagas del estado de Coahuila en que nació el héroe de la revolución mexicana Venustiano Carranza, que fue presidente de ese país entre 1917 y 1920.
Se nos hace interesante categoría esta de los personajes con autogentilicio, por lo que si conocen algún otro ejemplo le agradeceríamos que nos lo apuntaran en un comentario. Y es que con tanto pelota suelto como hay por el mundo, estamos convencidos de que tiene que haber algún otro político que lo haya disfrutado en vida.
[1] Enlace a una lista de la Wikipedia en inglés de países cuyos nombres derivan de antropónimos.
[2] Especulativa disciplina es la etimología. Hay quien encuentra una Caesarina referencia a Julio César en el origen de Cáceres y hasta quien vincula Barcelona con el general cartaginés Amílcar Barca. En el caso de Valladolid hay una teoría que sostiene su origen en una denominación que habría tenido en la época andalusí, Balad al-Walīd (بلد الوليد, "puebla de Walid"), en supuesta alusión al califa omeya Walid I.
[3] Otro municipios que han lucido la caudillista apostilla son Águeda (desde 1954 a 2016 Águeda del Caudillo, Salamanca), Albalá (desde 1960 hasta 2001 Albalá del Caudillo, Cáceres) y Guadiana (Guadiana del Caudillo, Badajoz; su web mantiene la dirección www.guadianadelcaudillo.es cuando www.guadiana.es está en venta, ¿cuestión de precio?)
Dos casos en los que todavía se mantiene la referencia a Franco son Llanos del Caudillo (Ciudad Real) y Alberche del Caudillo (Toledo).
Si bajamos un escalón en la jerarquía de la entidades de población encontramos casos como la pedanía de Bardenas (Bardena del Caudillo desde su fundación en 1959 a 2008, perteneciente al municipio de Ejea de los Caballeros, en Zaragoza) o el poblado cordobés de Bembézar del Caudillo (municipio de Hornachuelos, Córdoba).
Otra forma de eponímica referencia a Franco es la que lucen pedanías como Villafranco del Guadiana (municipio de Badajoz) y Villafranco del Guadalhorce (Alhaurín el Grande, Málaga), mientras que Villafranco del Delta (Amposta, provincia de Tarragona) cambió en 2003 por Poblenou del Delta el nombre con el que fue fundada en 1956 por el Instituto Nacional de Colonización.
Me ha resultado muy interesante este apunte. Yo añadiría la localidad de Sos del Rey Católico, en Zaragoza, en donde nació Fernando El Católico
ResponderEliminarMuchas gracias por tan oportuna referencia
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