Esta semana comenzamos con Sergio Ramírez, que viene sufriendo el acoso de la dictadura que Daniel Ortega ha implantado en Nicaragua ante la total indiferencia de tantos que se dicen comprometidos contra los regímenes autoritarios. Aunque ha tardado en prender el apoyo de la cultura española, el Premio Cervantes de 2017 por fín ha ido sumando numerosas adhesiones, sobre todo a partir del importantísmo impulso de la mayoría de Academias de la Lengua, y por más que sean muy notables las ausencias de habituales abajofirmantes y otras gentes habitualmente dadas a las recogidas de firmas.
Adjuntamos el apoyo gráfico aportado por Sciammarella desde El País, seguido de la visión del dibujante hondureño Luis Chávez, "Chaveztoon", más un Ortega del monero mexicano Darío Castillejos y una de las muchas viñetas que ha dedicado el nicaragüense PX Molina a la pareja que mantiene sojuzgado a su país.
Pasamos a saludar la vuelta de la semanal colaboración de Lola Pons en la cadena Ser. Una sección del programa de Angels Barceló que este jueves estuvo dedicada a La che, el dígrafo que dejó de tener consideración de letra en la Ortografía de la Real Academia de 2010 y que en 1754 ya había dejado de representar el sonido k (Christo).
Repasa la catedrática sevillana las principales variantes de pronunciación y también recuerda que la anteposición inicial de una t, como tantas veces se hace al citar al compositor Chaikovski, es inapropiada en español (no así en cadenas silábicas como la de kétchup, añadimos).
Comenta asimismo el uso de la che para poner de valor expresivo (silbar / chiflar) y también para adaptar vasquismos, como chatarra o chamarra, o voces de origen quechua como chingana, pucho o chasqui.
La que resulta muy cogida por los pelos es la elección de un fragmento del poema 'Escribir' de Chantal Maillard para el habitual lírico final. Tenemos que rebuscar un poco en la obra de Gloria Fuertes que, si de prosa se trata, ofrece el cuento "Chin-Cha-Te y el príncipe Kata-Pun-Chin-Chon".
Saltamos al Martes Neológico, donde Valle Ruiz se ocupó de fitipaldi, el sustantivo y adjetivo aplicado a los conductores rapidillos, no pocas veces imprudentes. Una voz cuyo epónimo es Emerson Fittipaldi, el piloto brasileño que se proclamó campeón mundial de Fórmula 1 en dos ocasiones (1972 y 1974).
Recuerda la autora que el uso de este neologismo fue catapultado por la utilización, a principios de los 70, en un anuncio de Cola-Cao (enlace vídeo) en el que una voz en off afirmaba: A ColaCao le gustaría que tú también fueras un campeón. […] Porque seguro que también te gustaría ser un fitipaldi.
Cabe recordar que a finales de los setenta el piloto brasileño ejerció de anunciante del Seat 127. Con posterioridad, el nombre del grupo musical creado a finales de los 90 Fito & Fitipaldis, sin duda ha contribuido a la pervencia del término analizado. Aun así, se nos hace voz en franco declive y su inclusión en el diccionario bien podría reeditar lo ocurrido con el walkman.
Fundéu recordó el lunes que la locución basado en significa en español ‘fundado, apoyado o asentado sobre algo’, por lo que su empleo con el sentido de ‘ubicado en’ es un calco inapropiado del inglés based in.
Siguió una recomendación de evitar el extranjerismo proctoring, que se emplea sobre todo al hablar de exámenes a distancia, que puede sustituirse por vigilancia o supervisión.
El miércoles recordaron que en debate sobre el estado de la Unión, solo el término Unión se escribe con mayúscula inicial. Ese mismo día también publicaron la lista de equivalentes en español a extranjerismos habituales en el mundo de la moda que suelen difundir coincidiendo con la Mercedes-Benz Fashion Week.
Al día siguiente dieron por bueno el uso de la sigla inglesa CAR-T (o CAR T) para hacer referencia a las células T con receptores quiméricos para antígenos. Y ayer se ocuparon del correcto uso del infinitivo introductorio: por último, cabe señalar…, mejor que por último, señalar…
Tenemos que reconocer que hemos echado en falta algún artículo dedicado a esos pirocúmulos que tantos disgustos han dado en Sierra Bermeja, así que vamos a enlazar las explicaciones del meteorólogo José Miguel Viñas sobre las también llamadas nubes flammagenitus.
Muy llamativas nos han parecido las reiteradas referencias periodísticas a los incendios de sexta generación (enlace a una explicación), cuando nunca nos habían hablado de las cinco anteriores. Sin cuestionar que esa categorización tenga su utilidad para los especialistas, el reiterado uso de un tecnicismo de significado desconocido para el público no es sino desinformativo postureo. Malagón contrapone hoy en El País esa sexta generación con la criminal "degeneración" que parece haberla provocado.
Y hablando de sextas, véanse los estragos que puede causar en una información la omisión de un prefijo (Al Rojo Vivo, 15/9/21 14:16).
Proseguimos ya con más humor, apartado que comenzamos con el calambur que Malagón llevó a su viñeta del miércoles.
La evocación de Morten Morland del cuento de Hans Christian Andersen 'El traje nuevo del emperador' (en danés, Keiserens nye Klæder), un relato publicado en 1837 habitualmente conocido como 'El rey desnudo', también incluye un paronímico juego con cheek (defachatez) y chic, referido al incumplimiento por parte de Boris Johnson de las promesas electorales fiscales. Debajo, la versión del cuento de Peter Brookes del 12/6/2019.
Asimismo nos parece oportuno recordar otra versión previa del cuento de Morten Morland, la que hizo para la portada de la revista The Spectator del 29/4/2017 con el presidente francés Emmanuel Macron como protagonista.
El pasado domingo ya dimos tuitera cuenta del Pinocho Sánchez de JM Nieto en Abc que se unía a la llamativa concentración de referencias al personaje de Claudio Collodi vista en el humor de la semana pasada.
Y hace pocos días hemos topado con una nueva apeación a la figura de nariz de Pinocho, esta aplicada por Joep Bertrams al primer ministro neerlandés Mark Rutte con una autointrusiva nariz que hasta parece que duele un poco.
Volvemos con Morten Morland, que aporta otra viñeta más. Esta inspirada en la canción infantil "The Grand Old Duke of York", muy popular en el Reino Unido (enlace al vídeo de una interpretación), que con frecuencia es irónicamente aplicada a las acciones vanas carentes de utilidad real. Así que vivimos tiempos que dan para pasarse el día cantándola
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