Nos levantábamos el lunes con un fuerte olor a pucherazo. El mexicano Manuel Falcón ya anticipaba el fraude el propio día de las elecciones de Venezuela, aunque no imaginara que la trampa sería tan descarada, en una viñeta en que López Obrador aconseja por teléfono a Maduro.
Ya el lunes, pero en un dibujo sin duda realizado antes de conocer el recuento oficialista, Gallego y Rey también lo tenían claro, mientras que Puebla ponía el foco en la tibieza gubernamental española con el régimen de Maduro y el lamentable papel de Zapatero.
No compartimos la visión de Antón de las que entendemos mucho más equilibradas urgencias de Psoe y Esquerra. Nada que objetar, en cambio, a la visión de Javi Salado del papel de Puigdemont. Y lo cierto es que el acuerdo con Esquerra permitirá que Sánchez no tenga que pasar esta vez por el aro del fugado, olímpicamente escenificado por Idígoras y Pachi y por más que el de Waterloo se las apañe para chupar cámara de la actualidad conforme reportaba Sansón.
Después de tres entregas dedicadas a los inmigrantes, Padylla se encargó del turismo en la cuarta pieza de su serie juegos politímpicos y el también canario J. Morgan daba inicio a su Carmelolímpico 2024.
Las elecciones de Venezuela dominaron claramente el humor del martes (con llamativa ausencia de las viñetas de El País). Formamos un primer bloque con los dibujos de Idígoras y Pachi, Miki y Duarte, Gallego y Rey, Napi y Kap [1].
Completamos la selección del martes con la ironía de Sansón sobre la declaración de Pedro Sánchez y la presencia del juez Peinado como un dios en la viñeta de J. Morgan y enfrentado a un búnquer en la de García Morán. No son pocos los juristas no han visto en toda su carrera a la fiscalía recurrir la citación de un testigo.
Completamos la crónica humorística de la jornada de ayer con una irónica escena de la compra en la sexta entrega de la serie Tiempos modernos de JL Martín en La Vanguardia. más un fotograma del videomontaje de Froilán I de España con la rueda de prensa del presidente del gobierno.
El anunciado concierto catalán presentado en la rueda de prensa de ayer envuelto en falsedades que han puesto en valor las notas de contexto de la red X (aunque en esta se echa en falta que especifique que además se aplicó a todas las Comunidades Autónomas por igual), son hoy el tema de la "13, rue Moncloa" de Antón. En las quejas lideradas por algunos significativos barones pone el foco Tomás Serrano (que se reincorpora hoy tras una semana ausente) con un despetalado logo monumental del Psoe, mientras que la tira de Pinto & Chinto se centra en la pasta con apoyo en una dilogía.
Les dejamos en excelentes manos.
El preacuerdo entre el PSC y ERC para la investidura de Salvador Illa es una antología de premisas falsas y vaguedades que asume el marco mental del nacionalismo. En primer lugar, da por cierta la falacia de que los impuestos los pagan los territorios y no los ciudadanos. Una vez más, el socialismo acepta las mentiras del independentismo: la sentencia del Estatut como detonante del procés, el lamento por la judicialización de la política. Suscribe otra superchería: que Cataluña está infrafinanciada. Como ha explicado Ángel de la Fuente, el déficit fiscal de Cataluña se explica porque es uno de los territorios de mayor renta. Ese déficit es mucho menor del “que calcula la Generalitat por un procedimiento sesgado” y se sitúa “en la relación ‘normal’ en España entre renta per cápita y saldo regional”. “La posible inequidad no estaría, por tanto, en el déficit sino en su eliminación”, señala, y eso es lo que busca “la financiación singular”, que pretende que Cataluña recaude e ingrese todos los impuestos de titularidad estatal: el objetivo es aportar menos a la caja común. Reduce la solidaridad: disminuye las obligaciones hacia las comunidades más pobres, porque así son los caminos del Gobierno de progreso. El enfoque es bilateral y no multilateral: el mayor obstáculo del federalismo en España lo representan aquellos que se proclaman federalistas pero en la práctica defienden el confederalismo y los privilegios. Lo crucial para ellos no es tener más, sino tener más que los otros. Por si acaso, el pacto limita una vez más la solidaridad apelando al principio de ordinalidad: dice cómo se tienen que gastar el dinero los demás. Fragmenta la Agencia Tributaria, lo que producirá costes de transición y coordinación. Sin duda, tranquiliza que la cesión de las competencias se negocie con quienes malversaron fondos públicos para atacar el orden constitucional y dicen que lo volverán a hacer. Reducirá los recursos del sistema y de las comunidades beneficiarias. Algunas de las que son receptoras netas pueden volverse contribuyentes. Es posible que otras deban aportar más y acaben pidiendo otro régimen especial. ¿Por qué no deberían hacerlo? Ya dice el Gobierno que es buenísimo y todos somos singulares y tonto el último. Esta transformación hacia un modelo confederal no se hace con un debate o un proyecto de reforma constitucional o estatutaria, sino únicamente para conseguir una investidura. No solo socava la solidaridad entre territorios, reduce la redistribución y amenaza la sosteniblidad del Estado: incrementa la sensación de agravio entre territorios y ciudadanos, y ataca la idea de que compartimos una comunidad.
[1] Esa frutal dilogía es todo un clásico. En La semana en viñetas 6/2019 tratamos el éxito que entonces tuvo la representación como fruta a punto de caer del árbol que vimos aplicada a Maduro por primera vez en un dibujo de Álvaro publicado en Tribuna de Salamanca el 28 de enero de 2019. Después llegarían las versiones de Santy Gutiérrez (con Guaidó empuñando un hacha; 29/1), Padylla (30/1) y Miki y Duarte (5/2).
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