Mal tuvo que ir la cosa para que no diera para más titular. Aquí o falló el encuentro o el yerro es de Dª Marta Pérez con el encabezamiento de su crónica. Para los setenta no habría estado mal, estábamos entonces como niños con el culo-caca-pedo-pis y Dª Rosa Elena García a punto de empezar a cantar en el grupo Peor Imposible, premonitorio nombre. Pero miro el calendario y veo que el año acaba en 13. Que a estas alturas el meollo de un encuentro literario sea que coño-malo y cojonudo-bueno es de gilipollas-malo. No me parece a mi que la mejor manera de reivindicar el coño sea dar el coñazo con añejas monsergas. Lo de limpiarlo, “ad libitum”.
Yo no se por qué adiabática seca me habré caído, pero lo de
que el embarazo, el parto y las adopciones se consideren temas indignos de la
literatura me suena rarito, aunque ya nos advierte la periodista a cargo de la
cobertura del evento que los hombres que nos acercamos a estos temas somos
cuando menos despistados.
Para terminar, el asunto no da para mucho más, no puedo dejar de manifestar mi curiosidad
sobre la naturaleza de las raíces asturianas de la palmesana Rossy, hecho que,
conforme a la línea editorial de LNE, se destaca en el subtítulo de la
noticia a la que me he permitido dar un poco de color para facilitar la ubicación de esas importantes referencias. Por favor, que alguien nos de más detalles de esas "muyeres tremendas" porque no puedo evitar tener una cierta sensación del "efecto del concierto de div@ extranjer@ (a ver si vamos a reñir por un género de menos) en gira por provincias paises periféricos". Ya saben, un "buenass noshessss espaniaaaa" y la concurrencia entregada, aunque hayan tenido que escribírselo en el micrófono para que se acuerde. Sabido es que los edecanes (estos eran tíos, lo aseguro) de Federico Trillo no tenían esa precaución.
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