Ya hemos dedicado alguna entrada anterior a los epónimos, las palabras que el diccionario define como “nombres de personas o lugares que designan un pueblo, una época, una enfermedad, una unidad, etc …”.
En setiembre de 2013 fueron objeto de un apunte "Los epónimos de origen literario", mientras que en la primera entrega de la serie dedicada a las "Atribuciones nacionales por antonomasia" dimos cuenta de unos cuantos más. Veíamos entonces como la categoría de los sustantivos derivados de nombres de ciudades ha tenido particular éxito en la química donde se han utilizado con frecuencia para denominar elementos. Recordémoslos: berilio (de Belur, India), lutecio ( Lutetia, nombre latino de París), hafnio (Hafnia, id. de Copenhage), holmio (Holmia, id. de Estocolmo), berkelium (Berkeley, California), dubnio (Dubna, Rusia), darmstadio (Darmstadt, Alemania), estroncio (Strontian, Escocia), itrio, erbio, terbio e iterbio (nada menos que cuatro formados a partir de la localidad sueca de Ytterby).
En esta categoría de las palabras que tienen su origen o étimo en ciudades unas veces es el propio nombre de la población el que adquiere un nuevo significado, así solo para bebidas (alcohólicas) el Drae incluye tan variados ejemplos como jerez, montilla, cariñena, burdeos, oporto o tequila y siguiendo con líquidos también podemos encontrar colonia. Pero también es habitual que sea un derivado el que pase a denominar alguna presunta invención local como ocurre en los casos de sevillana, cordobán, hamburguesa o milanesa. Tendremos que dedicar futura atención lingüística a los epónimos gastronómicos, pero ya intuimos que aun sin salirnos mucho de los recogidos en el diccionario tendrá que ser en varios apuntes. Y es que vean en el siguiente enlace los que propone la Wikipedia en inglés. Una lista en la que no están, por ejemplo, montilla o cariñena, pero sí el queso gamonéu al que difícilmente veremos en el Drae.
Un campo semántico especialmente poblado de ciudades epónimas es el de las manufacturas textiles y por el vamos a transitar en lo que sigue. Comenzando por las poblaciones que prestan directamente su propio nombre encontramos el damasco, “tela fuerte de seda o lana y con dibujos formados con el tejido” (cuando tiene menos cuerpo se llama damasquillo o damasina y también hay telas adamascadas que son más ricas porque se realizan con seda e hilos metálicos), el cambray, “especie de lienzo blanco y sutil” que, sin embargo, hoy en día se usa con frecuencia para referirse a una batista de acabado vaquero. Ya fuera del diccionario tenemos el chantillí que es un encaje de red fina con dibujos florales que toma su nombre de la ciudad próxima a París. Sin embargo, el Drae solo reconoce a esa palabra el significado de “crema hecha de nata batida usada en pastelería”. Cierto es que por aquí no pegó tanto la canción "Chantilly Lace" (1958), el mayor éxito del cantante conocido como "The Big Bopper", que hizo muy popular ese término de origen francés entre el público anglófono.
Tampoco está acogido en nuestro diccionario el tejido ligero y lustroso conocido como oxford que toma su nombre de la ciudad universitaria británica donde comenzó a ser utilizado para confeccionar las camisas informales que llevan abotonadas las puntas del cuello.
Anteriormente hemos hecho referencia a la batista, otro epónimo aunque solo presunto. Un raro caso en este ámbito textil de un origen basado en un nombre de persona. Según el Drae "del francés batiste, por alusión a Baptiste, nombre propio del primer fabricante de esta tela, que vivió en la ciudad francesa de Cambray en el siglo XIII". Añadamos que es una teoría que no comparte el diccionario normativo francés (1), de ahí la presunción que apuntábamos.
Otra tela con una denominación personal que también está recogida en el Drae es el Príncipe de Gales que se describe como "cierta clase de tejido de cuadros generalmente gris". Recordemos que este diseño también conocido por el nombre del valle escocés de Glenurquhart está inspirado en los tartanes, aunque no específicamente en del homónimo clan Urquhart como a veces se lee por ahí. Fue utilizado por primera vez en el siglo XIX por la Condesa de Seafield para vestir a los guardeses de sus fincas, pero quien lo popularizó en los años treinta fue quien reinara durante 325 días como Eduardo VIII. Un controvertido personaje que también aportó a la moda otro nombre propio, el nudo Windsor cuya denominación procede del título ducal que utilizó tras su abdicación. La asociación procede de que esa elaborada forma de anudar la corbata se hizo muy popular en Estados Unidos con motivo de una de las visitas que el entonces Príncipe de Gales hizo a ese país a comienzos de los años treinta.
Otro tela que en última instancia es un epónimo de origen personal es el otomán, la "tela de tejido acordonado que se usa principalmente para vestidos de mujer" puesto que toma su nombre del imperio que a su vez se llamó así por su fundador Osmán I.
Tampoco está acogido en nuestro diccionario el tejido ligero y lustroso conocido como oxford que toma su nombre de la ciudad universitaria británica donde comenzó a ser utilizado para confeccionar las camisas informales que llevan abotonadas las puntas del cuello.
Anteriormente hemos hecho referencia a la batista, otro epónimo aunque solo presunto. Un raro caso en este ámbito textil de un origen basado en un nombre de persona. Según el Drae "del francés batiste, por alusión a Baptiste, nombre propio del primer fabricante de esta tela, que vivió en la ciudad francesa de Cambray en el siglo XIII". Añadamos que es una teoría que no comparte el diccionario normativo francés (1), de ahí la presunción que apuntábamos.
Otra tela con una denominación personal que también está recogida en el Drae es el Príncipe de Gales que se describe como "cierta clase de tejido de cuadros generalmente gris". Recordemos que este diseño también conocido por el nombre del valle escocés de Glenurquhart está inspirado en los tartanes, aunque no específicamente en del homónimo clan Urquhart como a veces se lee por ahí. Fue utilizado por primera vez en el siglo XIX por la Condesa de Seafield para vestir a los guardeses de sus fincas, pero quien lo popularizó en los años treinta fue quien reinara durante 325 días como Eduardo VIII. Un controvertido personaje que también aportó a la moda otro nombre propio, el nudo Windsor cuya denominación procede del título ducal que utilizó tras su abdicación. La asociación procede de que esa elaborada forma de anudar la corbata se hizo muy popular en Estados Unidos con motivo de una de las visitas que el entonces Príncipe de Gales hizo a ese país a comienzos de los años treinta.
Otro tela que en última instancia es un epónimo de origen personal es el otomán, la "tela de tejido acordonado que se usa principalmente para vestidos de mujer" puesto que toma su nombre del imperio que a su vez se llamó así por su fundador Osmán I.
Panamá es el nombre tanto de una nación centroamericana como de su capital pero hay que entender que la “tela de algodón de hilos gruesos, muy apta para el bordado” toma ese nombre del país y no de la ciudad.
En el caso de Holanda, utilizamos el nombre de esta región que habitualmente aplicamos a todos los Países Bajos para denominar un "lienzo muy fino de que se hacen camisas, sábanas y otras cosas". También tiene la acepción de "aguardiente obtenido por destilación directa de vinos puros sanos con una graduación máxima de 65°" con la cual se utiliza preferentemente en plural. Curiosamente el diminutivo holandilla designa un tejido más fuerte que el anterior definido como "lienzo teñido y prensado, usado generalmente para forros de vestidos".
Con origen en ámbitos geográficos superiores a los municipales que guían nuestra lista también tenemos el cachemir o cachemira. Este es un "tejido de pelo de cabra mezclado, a veces, con lana" que toma su nombre del homónimo territorio (país dice el Drae) repartido entre India, Pakistán y China que es el foco de una disputa que vive episodios particularmente violentos entre los dos primeros. Español y francés utilizan esa misma palabra para designar un característico estampado con formas de gota (hay quien encuentra más descriptivo decir de ameba) que, sin embargo, el inglés denomina con el nombre de la localidad escocesa de Paisley que se especializó en su producción cuando ese diseño hizo furor en el siglo XIX.
Seguimos por la India porque la ciudad de Calcuta está detrás de la palabra calicó, la "tela delgada de algodón" que el diccionario nos dice procede del francés calicot. Este es un término derivado a su vez de la denominación Calecut que recibe en el idioma de nuestros vecinos la población cuyo nombre original es Kozhikode. El español también tiene el término en desuso calicud con el que se designaba una tejido delgado de seda.
El propio país asiático da nombre al tejido conocido como indiana, una "tela de lino o algodón, o de mezcla de uno y otro, pintada por un solo lado". Y generalmente a un solo color, añadimos, puesto que se trata de un género de calidad relativamente baja usado sobre todo para batas y vestidos sencillos de señora.
Mucho más raros son los epónimos de origen fluvial, el más conocido quizá se meandro, un vocablo formado a partir de la denominación latina Maeander que es derivación de la griega Μαίανδρος con que se conocía el río de Asia Menor de curso muy sinuoso que hoy llamamos Menderes. En esta categoría fluvial a la que ya hemos hecho referencia en la entrada "El ébola al diccionario" también encontramos dentro del ámbito textil que hoy nos ocupa el tweed, un término no recogido en el Drae con el que denominamos un tejido de lana áspera originario de Escocia donde tomó el nombre de un río local fronterizo con Inglaterra. Una variedad producida en Irlanda que típicamente utiliza ligamento de tafetán se denomina donegal como el condado en donde comenzó a fabricarse.
Orónimos son los nombres de las montañas y el que identifica una sierra próxima al río anterior también designa el paño que se hace con la lana de los corderos de la raza conocida como chevió o más comúnmente cheviot.
Llegados a este punto, constatamos que la manifiesta desviación de nuestro inicial propósito de circunscribirnos a nombres derivados de ciudades hace que la extensión alcanzada cuando solo hemos pasado por poco más de media docena de municipios textiles nos aconseje continuar nuestro previsto recorrido urbano ya otro día. Esperamos que sea la semana próxima.
(1) L'hypothèse traditionnelle (FEW t. 1, p. 241b) d'une dérivation à partir de Baptiste, nom du premier fabricant de ce tissu, ne repose sur aucune base historique.
En el caso de Holanda, utilizamos el nombre de esta región que habitualmente aplicamos a todos los Países Bajos para denominar un "lienzo muy fino de que se hacen camisas, sábanas y otras cosas". También tiene la acepción de "aguardiente obtenido por destilación directa de vinos puros sanos con una graduación máxima de 65°" con la cual se utiliza preferentemente en plural. Curiosamente el diminutivo holandilla designa un tejido más fuerte que el anterior definido como "lienzo teñido y prensado, usado generalmente para forros de vestidos".
La única ciudad neerlandesa que encontramos en nuestro recorrido
es Poperinge cuyo nombre habría seguido un tortuoso camino para crear la palabra popelina que también aparece recogida en el Drae con su variante popelín. Nuestro diccionario apunta una transformación operada en un doble viaje de
vuelta al español a partir del francés. Así de popelina se dice que procede “del fr. popeline, y este del esp. papelina2” mientras que en la segunda acepción de papelina se consigna su procedencia “del fr. Papeline”.
El diccionario francés atribuye la sustitución de pope- por pape- a una falsa
etimología que ha llevado a más de uno, parece que sin fundamento histórico, a
buscar el origen de este tejido en Avignon,
la que fuera ciudad papal durante gran parte del siglo XIV.
Con origen en ámbitos geográficos superiores a los municipales que guían nuestra lista también tenemos el cachemir o cachemira. Este es un "tejido de pelo de cabra mezclado, a veces, con lana" que toma su nombre del homónimo territorio (país dice el Drae) repartido entre India, Pakistán y China que es el foco de una disputa que vive episodios particularmente violentos entre los dos primeros. Español y francés utilizan esa misma palabra para designar un característico estampado con formas de gota (hay quien encuentra más descriptivo decir de ameba) que, sin embargo, el inglés denomina con el nombre de la localidad escocesa de Paisley que se especializó en su producción cuando ese diseño hizo furor en el siglo XIX.
Seguimos por la India porque la ciudad de Calcuta está detrás de la palabra calicó, la "tela delgada de algodón" que el diccionario nos dice procede del francés calicot. Este es un término derivado a su vez de la denominación Calecut que recibe en el idioma de nuestros vecinos la población cuyo nombre original es Kozhikode. El español también tiene el término en desuso calicud con el que se designaba una tejido delgado de seda.
El propio país asiático da nombre al tejido conocido como indiana, una "tela de lino o algodón, o de mezcla de uno y otro, pintada por un solo lado". Y generalmente a un solo color, añadimos, puesto que se trata de un género de calidad relativamente baja usado sobre todo para batas y vestidos sencillos de señora.
Mucho más raros son los epónimos de origen fluvial, el más conocido quizá se meandro, un vocablo formado a partir de la denominación latina Maeander que es derivación de la griega Μαίανδρος con que se conocía el río de Asia Menor de curso muy sinuoso que hoy llamamos Menderes. En esta categoría fluvial a la que ya hemos hecho referencia en la entrada "El ébola al diccionario" también encontramos dentro del ámbito textil que hoy nos ocupa el tweed, un término no recogido en el Drae con el que denominamos un tejido de lana áspera originario de Escocia donde tomó el nombre de un río local fronterizo con Inglaterra. Una variedad producida en Irlanda que típicamente utiliza ligamento de tafetán se denomina donegal como el condado en donde comenzó a fabricarse.
Orónimos son los nombres de las montañas y el que identifica una sierra próxima al río anterior también designa el paño que se hace con la lana de los corderos de la raza conocida como chevió o más comúnmente cheviot.
Llegados a este punto, constatamos que la manifiesta desviación de nuestro inicial propósito de circunscribirnos a nombres derivados de ciudades hace que la extensión alcanzada cuando solo hemos pasado por poco más de media docena de municipios textiles nos aconseje continuar nuestro previsto recorrido urbano ya otro día. Esperamos que sea la semana próxima.
(1) L'hypothèse traditionnelle (FEW t. 1, p. 241b) d'une dérivation à partir de Baptiste, nom du premier fabricant de ce tissu, ne repose sur aucune base historique.
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