Veíamos en el artículo El metro en The New Yorker (y III) algunas portadas que escenificaban el cansancio acumulado a lo largo de una jornada. La presentación en una secuencia de dos viñetas la tenemos registrada por primera vez en la tapa de septiembre de 1940 realizada por Perry Barlow que hoy traemos nuevamente. Y la acompañamos, como entonces, con la versión del concepto realizada en 1947 por Norman Rockwell para el Saturday Evening Post.
En el apunte 'Algunos commuters más' veíamos la exclusivamente adulta interpretación del concepto realizada en 1956 por Thornton Utz. Y hoy completamos esa serie con una triple escena titulada 'Long Fun Day', una obra de John Falter que fue portada del Saturday Evening Post del 5 de septiembre de 1959. Ya se ve que se trata de una creatividad exitosa, sobre todo en esta última publicación.
A la vista de las ilustraciones anteriores, hemos decidido ir en busca de otras representaciones del cansancio. Un pesquisa en la que hemos encontrado la escenificación del final de una agotadora jornada playera realizada en 1950 por Leonard Dove para TNY. Más entero se veía, en cambio, al padre en la ilustración de Earl Mayan para el Post, fechada en 1955, que se centra en la versión infantil del agotamiento que ya había sido portada de esa revista en septiembre de 1951 de la mano de George Hughes. Una temática que tampoco falta en la publicación británica John Bull como podemos comprobar con unos ejemplos de agosto de 1953 y 1955.
Ya hemos visto en pasados apuntes algún ejemplo de como el transporte ferroviario aporta un marco apropiado para los personajes somnolientos. Los que, como ocurre en la ilustración de Constantin Alajalov de diciembre de 1944, sumaban la muy probable ayuda del alcohol que aun es más patente en la tapa de William Cotton de marzo de 1938. Esta es una referencia a las celebraciones de San Patricio, una festividad celebrada el 17 de marzo que tiene gran significación en la muy poblada de irlandeses ciudad de Nueva York.
Norman Rockwell llevó su interpretación de la somnolienta fatiga a la espera en la estación. Ello con una más convencional representación del varón como soporte de la fatigada familia. Única mujer recostada sobre un hombre que veremos hoy, junto con la que Leon Gregori llevó a la tapa de Collier's del 10 de noviembre de 1945.
La cabezada en el tren, que también veíamos en la primera ilustración de hoy, obra de Perry Barlow, ha tenido otras escenificaciones en TNY, como la de diciembre de 1938 realizada por ese mismo artista o la de Leonard Dove de septiembre de 1944.
Otras versiones de la cabezada pudieron verse en la tapa de Liberty del 21 de diciembre de 1935 y en Collier's del 6 de agosto de 1949 en que Leonard Dove volvió sobre la escena, pero esta vez despojada de embarazosas connotaciones. [1]
La televisión es otra fuente de apropiado arrullo para el sueño, como ocurre en la cubierta de agosto de 1956 obra, nuevamente, del especialista en la materia Perry Barlow. Una ilustración que hemos emparejado con la campestre escenificación del reposo de un pintor realizada por Garrett Price en mayo de 1949.
Una interesante opción es representar también lo soñado como ocurre en la ilustración Schoolboy Hero de Robert Robinson publicada en The Saturday Evening Post del 12 de octubre de 1918 o en la aeronaútica actualización de 1943 obra de William Steig que pudo verse en The New Yorker. Debajo, un sueño de muy diferente signo representado por John Newton Howitt que fue convertido en portada, nuevamente por el Post, en junio de 1938. A su lado una onírica mejora del resultado de un partido de golf que llevó a su tapa en 1923 la revista The Elks.
Pero no faltan los aguafiestas, las más de las veces son los niños quienes asumen el papel de ser quienes se encargan de interrumpir el sueño de los mayores. ¿Adivinan el autor de los infantiles trompetistas que pueden verse debajo? Pero también se ha visto alguna ilustración en la que se representa la situación contraria, como es el caso de la de Whitney Darrow jr de enero de 1948 en la que es el adulto quien no deja dormir a los más jóvenes. Lo cierto es que el sueño interrumpido es una cuestión que merece todo un apunte que comprometemos desde ahora como duodécima entrega de esta serie oteadora de clichés.
Es justo recordar que en alguna bastante rara ocasión se ha visto representada la contrapuesta escena en que un hijo espera paciente el fin del sueño de sus mayores. Como es el caso de la titulada 'Dad, the Fish are Biting' (Papá los peces están picando) realizada por Amos Sewell para el número del 25 de agosto de 1961 del semanario The Saturday Evening Post (una revista que cuenta en el apunte de hoy con 15 referencias, las mismas que The New Yorker). La hemos emparejado con otro plácido sueño que fue portada de Life en el mes de enero de 1935. Una ilustración de Ned Hilton.
El característico cansancio provocado por las visitas a los museos también ha tenido hueco en TNY como puede comprobarse en la adjunta tapa de septiembre de 1936 obra de William Cotton.
Una imagen que está claramente emparentada con la agotada dependienta representada por Norman Rockwell en el Post en las navidades de 1947 o con la madre exhausta tras una fiesta infantil representada por Perry Barlow en febrero de 1960.
Con protagonismo masculino tenemos un buen ejemplo en el derrotado candidato político de Rockwell que ya les mostrábamos en el apunte La extinción de la cortesía. Recordemos que fue Bernard T. Casey quien inspiró esa portada fechada el 8 de noviembre de 1958.
Volvemos a un museo, esta vez con el Post, para ver la interpretación del cansancio realizada por Stevan Dohanos con una descalza protagonista sobre la que volvería en su cuadro titulado 'Art Lover'.
Entre los deportes quizá sea el esquí en el que mayor sensación de alivio se obtiene al quitarse el calzado, como se representaba en el Post en una relajada escena de 1941 obra de 'Ski' Weld (Fred Coldon Weld). En el número del 21 de diciembre de la revista Liberty optaron por un relajante pediluvio con el que la ilustradora Jean Wade alivió los casados pies de una compradora navideña.
Pero tenemos que confesar que nuestra versión favorita del relajante acto de quitarse los zapatos es la realizada por Rea Irvin en la adjunta portada de enero de 1945.
Una práctica no exenta de riesgos, como reflejó Stevan Dohanos en el Saturday Evening Post del 14 de diciembre de 1946. Acompañamos la pequeña imagen de portada de la que disponemos con un detalle de la ilustración sobre la pérdida del zapato. Y como punto final otro espectador representado por Emery Clarke en julio de 1940 que permanece dormido ajeno al fin de la película.
[1] El antecedente más antiguo que tenemos registrado de ese tipo de escenas es el publicado en 1922 por D.L. Ghilchik en la revista Punch en que el pie es el que se encarga de aclarar posibles equívocos.