En tan monotemática jornada como, informativamente, está resultando la de hoy, se nos ocurre que quizá no sea la peor alternativa proponer un asunto carente de cualquier vírico vínculo.
Concluíamos el oteador 48 con unas contraposiciones de Hillary Trump con dos de sus más destacados adversarios políticos, uno de su propio partido y otro del republicano. A la sazón, el actual presidente. Esas intersexuales combinaciones son todo un clásico del que ya mostramos algunos ejemplos en El oteador de portadas (29): hemimaquillajes. Unas piezas que hoy recordamos acompañadas de una tapa de 2014 de la revista Time Out que también se sirvió del maquillaje aplicado sobre un solo rostro. Completan este primer bloque otras dos composiciones fotográficas de dual sexo, ya con diferentes protagonistas.
Otra de las grandes categorías de la tipología de portadas que nos ocupa es la destinada a mostrar el paso del tiempo. La vemos en primer lugar aplicada a Obama en una portada de 2016 de la revista Tiempo que contraponía el muy diferente aspecto que ha lucido ese político en las dos visitas que ha realizado a nuestro país. Casi treinta años de por medio. Menor es, peinado aparte, el cambio de Sergio Ramos en las fotografías separadas una década que combinó el diario Marca.
Esta subcategoría del paso del tiempo ha tenido mucho uso aplicada a figuras femeninas. La mujer media alemana incluso pasaba de blanco y negro al color en la tapa del penúltimo número de 1966 de la revista Der Spiegel.
Sigue una portada de Esquire de la etapa en que George Lois ejerció como director creativo. La hemos emparejado con un anuncio antitabaco que basaba su disuasorio mensaje en el exagerado envejecimiento que asociaba con ese insalubre vicio.
No menos acusados deterioros físicos plantearon Newsweek, The Economist o Muy Interesante, mientras que resulta algo más contenida la versión del cliché de la brasileña Veja que completa el bloque.
Otra subcategoría es la formada por la contraposición de expresiones, como en el caso del dios Cronos que parecía finalizar aterrado 1938 para comenzar somnoliento el año siguiente en The Passing Show. A su lado un atribulado padre, en otros momento feliz, de la ilustración de Bob Zoell (HA) para The New Yorker (20/6/94)
ta creatividad, mientras que El gesticulante Jim Carey es oportuno sujeto para una versión fotográfica de esta creatividad, mientras que una desconocida voluntaria muestra la dos caras del estrés desde la edición brasileña de Scientific American.
Finalizamos con diversas variantes, ya sin mayor comentario, de otro productivo clásico: el rostro contrapuesto con la subyacente calavera. La que es uno de sus carísimas creaciones, en el caso del cotizado artista Damien Hirst que cierra el apunte. Y se nos ocurre que quizá hayamos incumplido nuestro inicial propósito con este último bloque.
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