La portada de esta semana de la revista The Spectator propicia que dediquemos un apunte a las ilustraciones con simetría rotacional de 180º. Una tipología que tratamos de forma incompleta y un tanto deslavazada en El oteador de portadas (52): retratos con su reflejo.
No figura en ese apunte, por ejemplo, la circense ilustración de Rea Irvin en The New Yorker 12/4/1947 con la que proseguimos.
No figura en ese apunte, por ejemplo, la circense ilustración de Rea Irvin en The New Yorker 12/4/1947 con la que proseguimos.
Sí recogíamos entonces, en cambio, la primera portada reversible publicada en la revista neoyorquina, también obra de Rea Irvin (1/11/1930), un naipe con cambio de palo y de gesto que casi medio siglo después después volvería a una portada de Paul Degen fechada el 18/2/1980 en que el giro provoca la formación de una pareja hetero pero sin una duplicación del rótulo que convierta a esa cubierta en propiamente reversible. Quedaba claro que la orientación con la reina en alto era la correcta en esa pieza celebratoria de la amorosa festividad de San Valentín.
Más ortodoxa es la versión de Sempé del 25/8/1980, aunque físicamente imposible, en que el falso reflejo en los estanques devuelve la imagen de los mismos personajes de la baraja, al igual que ocurre al rotar las versiones de Punch que replican lo que ocurre en los naipes: Smilby (Francis Wilford-Smith, 1927-2009) 19/11/1958, Bud Handelsman 26/5/1965 y Raymonde 28/2/1968.
Norman Parkinson fue quien llevó el concepto a la portada de Vogue en octubre de 1957 en la edición británica y un ejemplo nacional es el del número 1 de El Tatano (El pícaro) nacido en el mes de enero de 1990 como suplemento para los más pequeños encartado dentro de la revista catalana Cavall Fort.
Otra pieza con cambio de personaje publicada en The New Yorker es la de Seth (11&18/2/2008) que daba cuenta de la pugna entre Hillary Clinton y Barack Obama por hacerse con la nominación demócrata en las elecciones de 2008.
Completamos el recorrido por la cabecera neoyrquina con la primera portada publicada por Richard McGuire (27/12/1993 & 3/1/1994) que es un brillante ejemplo de ilustración reversible que transforma con el giro el anciano representativo del año viejo en el niño en el que es tradición pesonificar el que comienza. En el apunte Figuras reversibles (I) pueden verse una diversidad de otras ilustraciones que practican ese juego, varias de ellas con uso en portadas. Peor esa ya es otra historia.
Concluimos con un enlace al oteador precedente que está dedicado a los Óscar en The New Yorker.
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