No prodiga la revista The New Yorker las portadas dedicadas a los Juego Olímpicos de Invierno. Tan solo tres ha publicado en toda su historia, más una no demasiado olímpica referencia a la sede de los Juegos de Lake Placid de 1932 realizada por Constantin Alajalov en la tapa del 6/2/1932 [1].
No ha tenido portada Beijing 2022, ya se ve los duro que se han puesto los liberales (ojo con el significado USA) norteamericanos con los chinos, cuando si la tuvieron los coreanos juegos de Pyeongchang de 2018. Una ilustración de Mark Ulriksen titulada “Slippery Slopes” (26/2/2018) que guarda militar parentesco con la del 4/2/2002 que ese mismo artista realizó para los Juegos de Salt Lake City 2002. Un evento celebrado bajo muy estrictas medidas de seguridad pocos meses después del 11-S.
Entre ambas se inserta la patinadora pieza sobre Sochi 2014 titulada “Jury of His Peers” en la que Barry Blitt ironizaba sobre el total control ejercido por Putin en Rusia. Pero, a falta de saltador en The New Yorker, fue Time quien se encargó de llevar uno a la suya del 10/2/2014 en una ilustración de Joe Magee.
Los saltos también han tenido notable protagonismo en las portadas fotográficas sobre las Olimpiadas de Invierno, como bien ilustran las de Life del 29/2/1960 (Squaw Valley), 14/2/1964 (Innsbruck) y 18/2/1972 (Sapporo), o la previa sobre estos últimos juegos de Sports Illustrated (15/11/1971).
Al margen de los presentes en las portadas olímpicas, en el semanario
The New Yorker también ha podido verse un elegante saltador urbano en la ilustración de
Lorenzo Mattotti titulada
“Blizzard” (10/1/2011). Muy frío debió ser aquel invierno en la
Gran manzana.
La elegancia de ese esquiador invita a recordar la ilustración de
Aleksandr Deineka que fue portada de
Vanity Fair en enero de 1936. Uno de los trabajos resultantes de la invitación realizada por esa revista al prestigioso artista ruso para que viajara a
Lake Placid en busca de motivos para desarrollar su talento creativo. La ilustración también fue portada, auque algo amputada, de la edición británica de
Vogue en diciembre de ese mismo año.
El salto de trampolín asimismo fue la especialidad elegida por Le Petit Journal Illustré para dar cuenta en la contraportada del número del 3 febrero de 1924 (la portada estaba dedicada a la muerte de Lenin) de los I Juegos Olímpicos de Invierno. Una competición celebrada en la localidad francesa de Chamonix entre el 25 de enero y el 5 de febrero de 1924, originalmente denominada Semaine Internationale des Sports d'Hiver, integrada en los Juegos Olímpicos de París 1924. A su lado otro saltador en la ilustración de Harold Anderson para la revista norteamericana Boy's Life de enero 1936.
Volvemos a The New Yorker para ver el peculiar trampolín imaginado por Niculae Asciu en la portada del 22/1/90), mientras que en la de Abe Birnbaum del 2/2/1952 tan solo se ve el vuelo del saltador y no se recoge la rampa desde la que inicia el vuelo.
Aún hoy más esquiadores que vuelan en las portadas neoyorquinas, como el del vacacional combinado de veraniego mar e invernal montaña de la portada de Theodore Haupt del 21/1/1933.
Y el de Perry Barlow del 26/1/1935, aunque este víctima de una falta de control que anticipa un accidentado aterrizaje. El que igualmente cabe esperar en la escena representada en 'Barn Skiing' (17/2/1951) de John Clymer. La ilustración que le dimos como pareja en el reciente apunte The New Yorker vs. The Saturday Evening Post (V).
El incidente de vuelo representado por Johan Bull en la portad de Judge de enero de 1932 nos sirve de puente hacia la constatación de que no falta esta voladora especialidad deportiva en las cabeceras humorísticas.
Punch la hizo protagonista de la tapa del 2 de febrero de 1966 ilustrada por Smilby (Francis Wilford-Smith) [Un tuitero comentario de Gaboche Ars nos proporcionó una imagen de la ilustración original que presentamos emparejada con la versión publicada].
Y dos portadas de esta temática tenemos registradas en MAD. La de Jack Davis de marzo de 1975 y la de Jack Rickard de abril de 1977. Adviértase que las publicaciones humorísticas se empeñan en equipar a sus participantes con bastones, cuando hace mucho que no se utilizan en esta disciplina deportiva.
Concluimos con una portada de Georges Léonnec en La Vie Parisienne del 10 de enero de 1914 con una saltadora practicando esa especialidad en St. Moritz equipada con el bastón único que era habitual utilizar antes de que comenzaran a utilizarse los grandes trampolines [2] y [3].
[1] Difícil sería asociar la portada de Constantin Alajalov publicada con motivo de los Juegos de invierno de Lake Placid de 1932 con la sede de esa olimpiada si no fuera por la mención junto a la firma (enlace a la colección de portadas olímpicas de esa cabecera).
[2] Un dibujo del artista noruego Christian Krohg permite apreciar las características del trampolín utilizado en la primera gran competición de salto, el Husebyrennet del año 1879 en que el salto más largo alcanzó los 23 metros (en la Olimpiada de Chamonix se alcanzaron los 50 m).
[3] El póster de Carl Franz Moos del año 1924 ofrece otro vuelo con una vista en sentido contrario de St. Moritz.
A la orilla del lago destaca el Grand Hotel St. Moritz que resultó destruido en un incendio ocurrido en 1944 y no fue reconstruido.
Aprovechamos para añadir también un popular cartel de Chamonix Mont-Blanc de 1905, obra de Francisco Tamagno, que ya utilizaba los saltos como motivo promocional.
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