Fernando Becerra Olivares dedicó el Martes Neológico de esta semana al sintagma economía circular acuñado por los profesores R. Kerry Turner y David W. Pearce en el libro Economics of Natural Resources and the Environment.
Dado que la esencia de ese modelo de producción y consumo basado en compartir y reutilizar es el reciclado, nos parece oportuno recordar que esos procesos cuentan con su propio símbolo desde 1970 en que la empresa de cartonajes Container Corporation of America (CCA) lanzó un concurso dirigido a estudiantes de arte y diseño para crear un logo que simbolizara el proceso de reciclaje de papel que ganó Gary Anderson, un estudiante de arquitectura de 23 años.
Pero el neologismo de la semana sin duda ha sido el tratado por Daniel Gascón en la columna Elogio del ‘pajaporte’ [El País, 4/7/24; artículo para abonados] que encontrarán íntegra en nuestro apunte el pasado jueves o en el siguiente tuit. Pocas veces se lee un final tan demoledor.Solo hemos encontrado dos viñetas sobre el naif control de acceso al porno planteado por el ministro Escrivá, dibujos de Nieto y Alberto Calvo que evitan hacer uso del pajillero neologismo.
Según ilustramos más abajo, JM Esteban ha hecho repetido uso de la fachosfera en su sección de La Razón. Y ayer ahondaba en el meme acuñando la perplejosfera, un derivado que nos lleva a preguntarnos, ¿llegará la pajosfera a la neología humorística?
La suspendida declaración de Begoña Gómez ha revitalizado el sintagma "pena de telediario" que por esta redacción ejerce de exclamativo equívoco casi cada vez que tratamos de infomarnos por medio de la tele pública. El pimer uso que hemos encontrado en Abc está en la sección El Recuadro de la edición sevillana de ese diario en la que Antonio Burgos escribía el 30/10/2006:
Al tabernero lo condenaron al pobre a pena de telediario, que es un nuevo castigo que no sé si ha sido incluido ya en el Código Penal. Consiste la pena de telediario en que, sin oír al acusado, se le saca por todas las televisiones diciendo que es un facha, un retrógrado, un cavernícola, un carcamal, y sigan poniendo agravios punitivos. Para a continuación sacar a la otra parte en conflicto como la suma de todos los bienes sin mezcla de mal alguno. El tabernero de la Feria condenado a pena de telediario ha sido, no obstante, absuelto por la Justicia, pero eso no importa.
Buen momento para leer el recomendable artículo de José María de Pablo El derecho al honor de los imputados.
Al margen de la conexa ironía de Quino incluida en el libro ¡Qué mala es la gente! (1996) que mostramos junto a estas líneas, no conocemos viñetas interesantes sobre la "pena del telediario" que tanta pujanza adquirió en el caso Palma Arena. Pero rebuscando por ahí hemos encontrado una viñeta de 2016 de Ferran Martín sobre el juicio a Urdangarín y la infanta Cristina que, a la vista de las estupefacientes declaraciones de ayer del ministro de Justicia, quedaría perfecta con Bolaños como protagonista.
Flavita Banana advertía el lunes sobre un terrible castigo que puede recibirse por no censurar el lenguaje machista, en definitiva no ejercer de neoviej@ del visillo, mientras que Eneko creaba la, además de impostada, feota sigla EAQH (Español Antes Que Humano) para censurar la posición de quienes, sin perjuicio de que en muchos defiendan que se atienda a los menores llegados como su situación de desamparo requiera, propugnan que la solución para los graves problemas de África no es traerse a su población más joven a vivir a Europa.
J. Morgan se consolidaba el miércoles como principal usuario humorístico de la palabra genocidio con la cuarta viñeta que le registramos, esta vez con el destinatario sobreentendido.
Y Pachi presentaba ayer una familia con hijos de muy malagueños nombres. Calima y Terral encontrarán los suyos en el Diccionario, no así Dana (esta ausencia hay que ir subsnándola, sres. académicos; la expresión recogida en el DLE, gota fría, ya ha caído en desuso) y el muy local Taró.
La espada de Damocles de la tira de Pinto & Chinto del martes hace uso de la presidencial poltrona como contrapeso de soporte. Añadido ha quedado ese mecanismo a la colección del apunte Espadas de Damocles (1ª parte: las modernas). Sigue la referencia a la popular expresión marear la perdiz que hoy incluye Santy Gutiérrez en su catálogo de zoológicos simbolos.
La perífrasis más utilizada en inglés para decir nunca, que es when pigs fly (cuando los cerdos vuelen), tiene bastante uso humorístico. El australiano Mark Knight representaba esta semana una forma impropia de ese vuelo con el recurso a embarcar a los cochinos y cochinas, alguna vez ha que dejarse tentar por el lenguaje inclusivo, en un avión. Sigue una canina queja por las expresiones negativas que involucran a los perros, como en el caso de la viñeta de Ben Jennings de ayer es go to the dogs (irse al traste, irse al garete, porra, carajo,...). Morten Morland completa el bloque con una versión de la multilingüe metáfora poner a cargo o meter la zorra en el gallinero aplicada a la política francesa. Sexto gallo que incluimos en el apunte Macron como animal humorístico.En La lengua en la semana 45/2023 (1ª parte) encontrarán algunas tiras del máximo especialista humorístico en gallineros, que no es otro que el cangués Luis Davila. Mañana volveremos con más lenguaje, literatura y humor.
Anexo
Todos hacemos aguas
Álex Grijelmo (El País, 6/7/24)
Feijóo pronunció dos veces esa locución con el sustantivo en plural, lo que aleja la benevolente interpretación del lapsus
He oído la expresión “hacer aguas” a Núñez Feijóo dos veces, el 4 de octubre de 2023 y el 12 de junio pasado, lo que aleja la benevolente interpretación del lapsus: “La democracia española empezará a hacer aguas con un presidente que miente”. “La mayoría de sus socios están haciendo aguas”.
Pero ese problema no parece tan grave. Casi todos hacemos aguas al menos una vez al día.
El Diccionario de las academias distingue claramente entre “hacer aguas” (orinar, expeler la orina) y “hacer agua” (presentar debilidad o síntomas de ir a fracasar”).
La primera de estas locuciones, con el sustantivo en plural, se refiere al acto de producir el cuerpo un líquido que se debe desalojar de él. Con el envoltorio eufemístico habitual en asuntos fisiológicos, nuestros antepasados acuñaron también las locuciones “aguas mayores” y “aguas menores”, que no vamos a definir ahora. Ahí está el Diccionario por si hiciera falta, que no creo.
Unos siglos atrás, cuando la vecindad arrojaba feliz a la calle el contenido de los orinales, porque no se les podía ocurrir otra solución, se gritaba “¡agua va!” con objeto de avisar a los viandantes, quienes por aquel entonces no solían disponer de paraguas. Y en ese “agua va” entraban las aguas mayores y las aguas menores. Un asco.
De ahí nació la expresión “lo hizo sin decir agua va”, que equivale a “sin previo aviso”. Por ejemplo, Pedro Sánchez promovió la amnistía sin decir agua va. O sea, sin haber avisado de ello durante la campaña.
La segunda opción, ya con el sustantivo en singular, procede del ámbito marinero. Se usaba y se usa para advertir de la dificultad en que se halla una embarcación cuando sufre una vía de agua. De ahí nació el sentido figurado que aplicamos a los empeños con algún fallo que los pone en peligro.
La locución desviada “hacer aguas” como referencia a un problema es difícil de hallar en autores de prestigio (salvo si se la atribuyen a un personaje poco cultivado), pero se oye a algunos periodistas y a ciertos políticos. La recoge el Diccionario del español actual (1999), dirigido por Manuel Seco —un diccionario de uso, no normativo—, que la tacha como “semiculta”. No sé si eso significa que tenemos un líder de la oposición semiculto.
El Diccionario panhispánico de dudas, de 2005, siempre misericorde con los desatinos periodísticos, dice de “hacer aguas” que “se admite” como equivalente de “mostrar debilidad”, pero de entrada recomienda la alternativa en singular. Sin embargo, la edición del Diccionario académico de 2014 mantuvo con firmeza la distinción, que sigue incólume en sus actualizaciones electrónicas. Y en eso coincide con el María Moliner.
Sea como fuere, algunos de los cientos de miles de hablantes que sí conocen la diferencia, porque son algo más que personas semicultas, se habrán hecho aguas de risa al escucharle eso a Feijóo, quien por otro lado sigue poco sutil en asuntos gramaticales: continúa usando “debe de” (probabilidad) para significar obligación (“debe”), además de otras inconsistencias lingüísticas suyas.
No obstante, el dirigente del PP tiene razón. El Gobierno hace agua en varios aspectos, no digo que no; incluida también la dudosa competencia sintáctica de varios de sus integrantes. Pero los opositores no ofrecen una gramática de mayor altura. Y con esa declaración ya hemos visto que Feijóo —corroborando tristemente el tópico de la indefinición gallega— navegó entre dos aguas.
Alguien debería avisarle de que conviene precisar si uno se refiere al agua que entra o al agua que sale.
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