viernes, 14 de mayo de 2021

Pareo de portadas de la revista The New Yorker (57ª septena)

 

El cambiante tiempo que tan característico es de esta temporada del año nos llevó a comenzar esta serie con las contrapuestas visiones que se han visto en las portadas de la revista The New Yorker del Ice Rink del Rockefeller Center: Bruce McCall (3/2/2003) y Marcellus Hall (11/1/2016). Recordamos que la dorada figura que preside ese espacio es una estatua de Prometeo portando el fuego robado a los dioses, realizada por Paul Manship en 1934.


La modalidad de pesca practicada en la primera admitía un alternativo emparejamineto de esa ilustración con la tapa de Abe Birnbaum del 19/1/1963. Nos da que nos va a acostar un poquillo encontrar a esta una pareja que no resulte algo forzada por la mera presencia de hielo. 

El sábado optamos por promocionar, si bien  infructuosamente, una tranquila celebración del fin del toque de queda. Lo hicimos apoyados en los relajantes nocturnos de Constantin Alajalov (7/7/1951) e Istvan Banyai (31/8/209), aunque se tratara de una noche en menguante avanzado, muy alejada de las lunas llenas de esas ilustraciones.


Y aún contábamos con algún otro contemplativo lunar noctuno, como William Galbraith Crawford del 25/7/1936 que prsentamos emparejado con la artifical imagen de la Luna del planetario representado por Constantin Alajalov en el número del 13/5/1950. Una ilustración ya incluida en la 46ª septena.


El domingo escogimos la presencia en portada de mapas meteorológicos, un motivo que James Stevenson utilizó en dos de sus ilustraciones (12/2/1972 y 13/8/1973).


La presentación de un nuevo número condicionó el emparejamiento del lunes. El abrazo de la pieza titulada “Homecoming”  escenificado por Kadir Nelson en el Brooklyn Bridge Park con el One World Trade Center al fondo nos recordó la más apasionada escena de Frank Viva (27/6/2016) titulada "Love" que también tiene ese rascacielos como testigo. Una portada que forma parte de la colección recopilada en El oteador de clichés en las portadas (40): besos en The New Yorker.


El martes formamos pareja con la primera y última portadas protagonizadas por la estrella del apunte ese día, que fue el titulado El puente George Washigton en The New Yorker. Ilustraciones de Theodore Haupt (6/6/1931) y Barry Blitt (“Playing in Traffic”20/1/2014).

Al día siguiente tuiteamos la pareja más clara incluida en el apunte del día anterior: las vistas parciales del puente George Washington desde The Cloisters de Ilonka Karasz (7/6/1941) y C.E.M. (19/8/1967).

Y ayer completamos esta 57ª serie con dos vistas de otro famoso puente neoyorquino, como es el de Williamsburg. Las elegidas fueron las dos portadas en que esa estructura goza de un mayor protagonismo: un nocturno de Adolph K. Kronengold publicado el 22/3/1938 en que aparece en primer término con los puentes de Manhattan y Brooklyn al fondo,  que acompañamos con la vista de Arthur Getz (12/11/1966) tomada desde el FDR Drive que bordea Manhattan por el este. La chimeneas que pueden verse a la izquierda pertencen a la central de cogeneración de la calle 14 que produce el vapor sobre el que tratamos en la 54ª septena.

Cabe recordar que este puente, que fue inaugurado el 19 de diciembre de 1903, fue el segundo que cruzó el East River. Lo hizo veinte años después que el de Brooklyn,  elevando a 448 m (1.600 pies) el récord de luz en un puente colgante [1].

Otra portada en la que tiene destacada presencia, aunque en una vista de detalle en la que nos es fácil reconocerlo, es la ilustración  “Shifting Gears” (26/10/20) en que R. Kikuo Johnson contrapuso diferentes formas de movilidad urbana (e incluyó una pequeña vista del puente de Manhattan). Añadimos, a modo de interpretativo ayuda, una fotografía que permite hacerse mejor idea de la diposición de las pasarelas disponibles para peatones y ciclistas.




[1] El absoluto estaba desde 1889 en poder del famoso puente del Forth, una estructura formada por ménsulas con dos vanos de 521 m (1.709 pies) que ostentó el récord de luz libre hasta ser superado en 1917 por los 549 m (1,801 pies) del puente de Quebec.



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