Y ahí estamos, diciéndole a la gente que la alta cultura no existe, porque nunca ganaban en el Trivial Pursuit escribe Alberto Olmos en ¿Existe la "alta cultura"? Desde hace más tiempo que tú. Nuestra primera recomendación de hoy.
La siguiente la encontrarán en el anexo. Y no podemos sino compartir con Álex Grijelmo la Añoranza del pluscuamperfecto que el pasado miércoles expuso motivadamente en su semanal La punta de la lengua. Una faceta más del empobrecimiento del lenguaje y, particularmente, del utilizado en los medios de comunicación, aunque, afortunadamente, quepa exceptuar la mayor parte de las bien escritas secciones de opinión que tiene la prensa española.
En el Centro Virtual Cervantes vamos a recomendar el Trujamán Apropiaciones indebidas en que Juan Gabriel López Guix trata la que el ultraliberalismo económico ha hecho de la palabra libertario. Nos ha gustado el neologismo acolitónimo utilizado en la exposición con el que categoriza palabras casi siempre acabadas en -ista.
La mirada en la Lengua de Francisco Ríos Álvarez en La Voz de Galicia trata hoy Dos nuevas carpetas sobre las que no desvelaremos nada más. Cliquen el enlace los curiosos del lenguaje.
TACO, que significa “Trump always chickens out” (“Trump siempre se acobarda”), es el acrónimo acuñado el pasado 2 de mayo pasado por Robert Armstrong, editorialista del Financial Times, que estos días ha saltado al estrellato para disgusto del presidente de Estados Unidos (más detalles). Rick McKee lo llevó a su viñeta del jueves y hoy lo hace Ella Baron en The Guardian.
Proseguimos ya con más lenguaje del humor comenzando por la traslación a las pensiones del boom demográfico de lo sesenta que JM Esteban hacía en su agorera viñeta del miércoles en La Razón.
Acompañamos un gráfico que muestra cómo el incremento de nacimientos se inicia en España a mediados de la década de los años cincuenta y se prolonga hasta el comienzo de la transición en que se produce una abrupta caída hasta llegar a finales del siglo pasado a cifras próximas a la mitad (el máximo de la serie histórica son los 698 mil nacidos de 1964 y en 1996 cae hasta 363 mil). Después vendría una recuperación truncada por la crisis financiera de 2008 que conduciría a un nuevo descenso de la natalidad que podría haber tocado fondo en 2023 (enlace a los datos del gráfico).
Previamente, García Morán había evocado el martes, por boca de Salvador Illa, y aplicado a la imposición lingüística, el famoso "España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado" pronunciado por Fernando Simón el 31 de enero del año 2020. Debajo recordamos aplicación al caso Koldo realizada por Miki y Duarte el 6 de marzo de 2024.
Proseguimos con Peridis, que ayer retocaba la Oración del ángel de la guarda (Ángel de mi guarda, / dulce compañía. / No me desampares / ni de noche ni de día).
Encabezamos la sección literaria con la viñeta de Miki y Duarte que el lunes recordaba el aniversario de la publicación de Drácula de Bram Stoker. Sigue la pieza de humor inmobiliario de Santy Gutiérrez apoyada, como tantas otras de esta tipología, en el cuento de Los tres cerditos y Pedro Sánchez convertido en el Flautista de Hamelín en su viñeta del jueves. Debut del presidente del gobierno en nuestra colección de Flautistas de Hamelín. Completamos este bloque con la reunión de obras esenciales de la novela picaresca realizada por JM Nieto con la incorporación de un nuevo pillo: el gallardo Cazafueros del Guadiana.
Sansón, por su parte, dedica su A la contra de El Norte de Castilla de hoy a la Feria del Libro de Valladolid cuyo pregón ha estado a cargo de Juan Luis Arsuaga y que cuenta con Perú como país invitado. El cartel de esta 58ª edición es obra de la ilustradora peruana Issa Watanabe.
Los gramáticos han querido que lo llamemos así, con apariencia de sincera admiración: plus-quam-perfecto; porque supera a esa perfección de andar por casa que exhiben los tiempos simplemente perfectos como “he venido” o “escribió”.
Se llaman tiempos perfectivos o perfectos aquellos en los cuales la acción se ha completado, a diferencia de los tiempos en que eso no ha sucedido y a los que denominamos “imperfectos”. “Terminé” es un tiempo perfecto. “Terminaba”, “terminaría” o “termino” no entran en ese cajón, porque con ellos no damos la acción por rematada. Eso causa la paradoja de que “hoy ha hecho un día desagradable y lluvioso” se considere un tiempo perfecto.
Pero claro, aquí “perfecto” no significa que algo ha alcanzado el mayor grado de bondad o excelencia, sino que ha pasado de la ideación a la ejecución, y por tanto se ha perfeccionado. Y unos verbos son más perfectos que otros (más-que-perfectos) únicamente porque la acción que muestran había acabado antes.
Del nombre “pluscuamperfecto” tiene alguna culpa el latín, pues en aquella lengua el verbo perficio (de per-facio) significa “llevar a término una acción”. Y perfectio se refería a lo que se había concluido. Para los romanos, una casa estaba perfecta si la habían acabado; eso tenía su lógica. No podemos considerar perfecta una vivienda a la que aún no le han puesto la puerta.
Nebrija denominó a este tiempo en su gramática castellana “el más que acabado”, lo que en las escuelas de hoy se habría comprendido mejor que el latinajo enmascarado.
Y en efecto: si tenemos un verbo acabado como “cenó”, este lo fue antes: “Mi prima ya había cenado cuando cenó en tu casa”. Por tanto, perfeccionó la cena dos veces.
En fin, con todo esto pretendía crear cierto cariño hacia el pluscuamperfecto, para que los lectores distraídos lo valoren como se merece y sientan un dolorcillo cuando les explique ahora que va desapareciendo del lenguaje periodístico. Por ejemplo, en esta frase: “La distribución de ayuda humanitaria en Gaza (...) comenzó ayer en la Franja. En medio de todas las dudas (...), Israel informó del comienzo de ese reparto de alimentos entre los gazatíes”.
Ahora bien, ¿primero informó Israel y luego se distribuyó la ayuda? ¿O fue al revés? En este segundo caso, “La distribución de ayuda humanitaria en Gaza comenzó ayer en la Franja. En medio de todas las dudas (...), Israel había informado del comienzo de ese reparto de alimentos entre los gazatíes”. Y en el supuesto contrario, “La distribución de ayuda humanitaria en Gaza ya había empezado en la Franja cuando (...) Israel informó del comienzo de ese reparto”.
De igual modo, le convenía el pluscuamperfecto a esta otra narración: “La presidencia polaca de la UE aplazó la votación, a la vista de que no estaba asegurada la unanimidad. Al menos siete países expresaron sus reservas”. Habría sido mejor “al menos siete países habían expresado sus reservas”, pues esta acción precedió la otra.
Como habrán visto, en estos dos ejemplos, igual que en otros que se leen cada día, se muestra un mismo tiempo perfectivo para referir dos hechos no simultáneos (o asíncronos). La sintaxis relajada abunda en la pobreza de la comunicación actual (es una pobreza muy abundante, valga el contrasentido), y eso dista mucho de lo que hoy en día se puede considerar perfección.