domingo, 3 de diciembre de 2023

La semana en viñetas 48/2023 (2ª parte)



En la primera parte publicada el jueves ya anticipamos algunas viñetas de esa jornada, concretamente cinco, que hoy complementamos, en primer lugar, con la reseña de las ironías de Superantipático y Javi Salado sobre esos secretos mediadores [acompañantes en la última eufemización utilizada por Sanchez]. Puigdemont ejercía de árbitro de VAR para Pinto&Chinto, mientras que era un poco fiable portor de número de trapecistas en la de Tomás Serrano que se hacía eco de las declaraciones sobre la posibilidad de apoyar una moción de censura del PP.


Miki y Duarte se ocupaban de las restricciones del uso de los teléfonos móviles a edades temparnas y Davila hacía su tercera aportación a la colección de Humor alto oleico. Napi completa nuestra reseña del jueves con una referencia a la reunión de los obispos españoles con el papa Francisco que también ocupó a Ferreres al día siguiente. 


Proseguimos la crónica del viernes con la algo tardía referencia de Sansón al acuerdo sobre los regadíos próximos a Doñana (en la primera parte encontrarán viñetas sobre eso de Miki y Duarte, Javi Salado y Ricardo). Pinto&Chinto dieron cuenta del significado de 'El abrazo' [el cuadro de 1976 es de Juan Genovés] para Sánchez, JL Martín convertía al gobierno de España en el interlocutor de las mesas que supuestamente son del Psoe con los partido independentistas, pero probablemente lleva razón (deja fuera de su colección la del gobierno central con el govern catalán), y Puebla, siempre atento a las cuestiones militares, daba cuenta de la puesta en servicio del primer submarino de la clase S-81 que lleva el nombre de Isaac Peral.


En relación con la crisis diplomática con Israel, ayer ya dimos cuenta de la posición de Sánchez "entre ceja y ceja" de Netanyahu en la viñeta de Tomás Serrano. Hoy añadimos la amable visión de Vergara de la llamada a consultas de la embajadora Rodica Radian-Gordon, primera vez que eso ocurre con un representante diplomático israelí en Europa, y un par de ironías francesas que entroncan con la viñeta del miércoles que Tomás Serrano tituló 'Hasta la vista baby': Pessin (Sonreid, estáis siendo filmados) y Chaunu (Y no lo olvidéis: un SMS para avisar de que habéis llegado bien).


Más delicado es hacer humor sobre  los rehenes que permanecen en poder de Hamás. Schvartz publicó en Charlie Hebdo su teoría de por qué no ha sido liberado todavía ningún francés: Son demasiado divertidos, ¡los retenemos! ¿Y sabéis el del nazi sin prepucio?

En representación del humor nacional del viernes sobre la COP 28 de Dubai nos hemos traído las viñetas de Miki y Duarte y Pablo García. La mascota Barrilito propuesta por el dibujante de La Nueva España nos invita a encadenar la innominada propuesta por Bendak para la Exposición Universal 2030 que acaba de ser adjudicada a Arabia Saudí.


En representación del humor foráneo sobre la COP 28 nos hemos traído el recordatorio de Vadot de dos de los grandes ausentes (Los fósiles no son bienvenidos) más las viñetas de Patrick Chapatte y David Parkins como muestra del argumento dominabte en el humor, que es la contradicción con el motor económico del país anfitrión. Completa este bloque la ligazón de la Conferencia de Dubai con la muerte de Kissinger establecida por el irlandés Martyn Turner. Tom Lehrer  (1928), el autor de la frase «La sátira política se volvió obsoleta cuando a Henry Kissinger le fue otorgado el Premio Nobel de la Paz», fue una destacada figura de la canción de protesta estadounidense en los años 50 y 60. 


Lo más interesante del muy moderado eco que ha tenido en el humor español la muerte de Kissinger nos han parecido las viñetas de Ricardo y Eneko. Las acompañamos con las de Vadot (¿Alguna posibilidad de negociar? / No), Michael RamirezPeter Brookes y Pierre Kroll apoyado en el meme "ángeles y demonios" (No enredar más en los asuntos del mundo va ser muy duro / Le he dado cien años, no puedo hacer mucho más). Les costará encontrar una semblanza del personaje más ponderada que la que hoy publica Miguel-Anxo Murado en La Voz de GaliciaEl acento de Kissinger.

 

La viñeta de David Rowe del viernes con la paloma de la paz a apunto de claudicar pone oportuno prólogo a la reseña del fin del alto el fuego que apoyamos en un dibujo de ayer de Santy Gutiérrez.


El verificador / acompañante/ ... que Antón proponía sustituir directamente por un exorcista, fue convertido en carabina por Tomás Serrano y disfrazado de Bob Esponja por Ricardo que coincidió con la elección de Padylla en su viñeta del viernes sobre la mesa "Psoe-Coalición Canaria". Miki y Duarte completan este bloque con una quesera analogía muy suiza.


Proseguimos la reseña del humor de ayer con la ironía de JM Esteban sobre ese libro que Sánchez tiene la desvergüenza de firmar en solitario. Siguen un pasatiempo diplomático de JM Nieto y la viñeta de Peridis sobre el pronunciamiento del CGPJ sobre el fiscal general Ortiz y la sentencia del TS sobre Magdalena Valerio que ha puesto de manifiesto que no parecen pocos los miembros de esta clase política tan pollina que creen que el parlamento no está sujeto a la ley (un diputado ejemplo). Un asunto que, adicionalmente, ha suscitado  la alucinante escena de un ministro de Justicia cuestionando que una organización privada pueda solicitar la acción de la justicia ante un desafuero. Lo que se dice pasarse la Constitución por el forro (a ver si va a haber que explicarle a un letrado del Banco de España, aunque sea de laboral, la garantía establecida en el art. 9.3 sobre la "interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos"). Lo de empecinarse en la mentira sobre su entrevista con Reynders después de haber sido desautourizado ya es mera propina sobre la catadura del personaje. Completa el bloque el calendario de adviento, cortesía del CGPJ, cuya entrega al presidente del gobierno desvelaba Sansón en periodística exclusiva y una final desintoxicación de tanto humor  político con una observación de JL Martín que cabe extender a numerosas ciudades.


Peridis reincide hoy en su monstruificación de la caricatura de Telledo en una viñeta que reincide en evocar las declaraciones del maletero. Por el libro. Sigue una nueva aportación de García Morán a nuestro recopilatorio Dedazos. 


Manel Fontdevila incluye hoy en el batiburrillo de Hamás y Eta de su tira de eldiario.es un recordatorio de una polémica portada de Ariel Sharon obra de Vizcarra publicada en El Jueves del 17/4/2002. Asimismo adjuntamos la foto de Simón Peres que el entonces director de la revista sostiene que dio la vuelta al mundo. Otra porcina caricatura, esta de Santi Orue apta para la colección del apunte Despieces animales en el humor gráfico, encontramos en el humor de hoy mismo. Napi y JL Martín suman hoy otras visiones sobre ese verificador que se ha desvelado que es el diplomático salvadoreño Francisco Galindo. Completa el bloque la magnífica columna de Daniel Gascón en El Periódico de Aragón de hoy [leer en Letras Libres].

 
Concluimos esta colección de 56 dibujos, que se suman a los 28 + 6 de la primera parte que publicamos el jueves, con los dedicados a Concha Velasco que encabezamos con el retrato que ayer tuiteó LPO [Luis Pérez Ortiz]. Siguen las despedidas de Puebla (enlace a un vídeo de la interpretación de la canción  "Mamá, quiero ser artista" de  Carlos Toro y Augusto Algueró [número de la comedia musical homónima] en el programa 'Un, dos, tres...' 21/3/1986 dedicado al mundo del espectáculo), Javi Salado, JM Nieto, César Oroz y Sansón. Se ha impuesto la chica yeyé.





Adenda 4/12: El lunes llegó la despedida de Neto en El Comercio de Gijón y una mera mención en el inventario de Padylla.





PS - Un artículo publicado hace casi un mes cuya relectura nos invita a compartirlo

José Luis Pardo (El País, 6/11/23)

Los nacionalismos vasco y catalán, y un sector de la izquierda, han impuesto un relato inverosímil según el cual los defensores de la Transición pertenecen a un franquismo refinado que no hace más que culminar la dictadura

La distinción entre el vulgo y los doctos hizo furor en la Edad Moderna para diferenciar entre las mentes preclaras, que disponían de un órgano de conocimiento privilegiado que le estaba negado al pueblo lego en matemáticas, que por ello necesitaba estampitas y parábolas para elevar su espíritu, al ser incapaz de demostrar geométricamente la existencia de dios y la inmortalidad del alma. Pero se tuvo la impresión de que la llegada de la Ilustración, aunque no puso fin a las desigualdades educativas de facto, sí al menos había terminado de iure con esa monserga, mostrando que basta con encender las luces del siglo para que se disuelva la validez de los sofismas escolásticos y con promover la justicia social para que el conocimiento esté al alcance de todos los mortales.

Ello no obstante, la distinción resurgió en el siglo XX, en un contexto nuevamente escolástico. En la Escuela (de Frankfurt) se enseñaba a discernir entre dos clases de marxistas: unos, los que Perry Anderson llamaría “orientales” —dirigentes políticos como Stalin, Castro, Ho Chi Minh o Mao, muy voluntariosos pero escasos de teoría—, fueron calificados como “marxistas vulgares”; los otros (los marxistas “occidentales”), en una saga de brillantes pensadores que comienza con Benjamin, Adorno y Horkheimer, pasa por Althusser y llega hasta nuestros días con intelectuales como Moishe Postone o Michael Heinrich, se caracterizan por una sólida formación académica y un refinadísimo equipaje cultural que les permite una comprensión más sofisticada de El Capital. Estos últimos acusan a los primeros de ser los responsables de haber reducido la doctrina de Marx a una serie de dogmas fácilmente digeribles por las masas iletradas y convertibles en consignas revolucionarias, que habrían desembocado en las atrocidades de los bárbaros estados comunistas soviéticos y similares, algo que se habría evitado de haberse llevado a la práctica la teoría marxista auténtica; los “vulgares”, por su parte, se defienden reprochando a sus refinados colegas su incapacidad para engendrar una praxis revolucionaria y, si quienes hundieron sus botas en el barro de la historia, como Lukács, hubieran tenido a mano el término, habrían etiquetado a los escolarcas como “marxistas pijos”.

Sin embargo, como siempre que se distingue entre lo vulgar y lo auténtico, es una pérdida de tiempo intentar buscar tras esas diferenciaciones importantes cuestiones de contenido: nadie ha logrado hasta hoy determinar cuál es la lectura vulgar y cuál la recta y completa de El Capital, a pesar de los numerosísimos seminarios emprendidos durante el siglo XX y de las versiones en comic, y ello no por la insondable complejidad y longitud del texto, que ni siquiera Althusser fue capaz de terminar, sino porque los vulgares, por definición, son siempre los demás. Cuando son los hombres de armas quienes hacen estas distinciones entre lo auténtico y lo vulgar, asumen un coste. Así, por ejemplo, cuando Manuel Hedilla se puso al frente de la “Falange auténtica”, Franco, que era un falangista vulgar, lo encarceló; o cuando Trotski, alma del Ejército Rojo, se convirtió en un marxista tan pijo que incluso se entrevistaba con André Breton, Stalin (que era un comunista vulgar) lo mandó matar. Pero cuando se trata de intelectuales con nula o escasa militancia, estos distingos parecen no tener para ellos más coste que, como mucho, el del ridículo.

Con todo, es digno de nota que, en la propia Escuela de Frankfurt, la distinción de marras se amplió más allá de la escolástica marxista, alcanzando algunos éxitos que aún hoy continúan celebrándose. Al haber profetizado los doctos que el fascismo no era un movimiento regresivo ni arcaizante sino, por el contrario, la forma avanzada y pura del capitalismo, que en el siglo XX habría mostrado su verdadero y brutal rostro, y al haber sido Alemania e Italia derrotadas en la segunda guerra mundial, se vieron obligados a distinguir entre un “fascismo vulgar” (el de Hitler, persona totalmente carente de finesse, que fue derrotado) y el fascismo pijo y auténtico, que sería el de Roosevelt, el New Deal y la cultura de consumo de masas, cuya brutalidad es peor por su sutileza, y que salió victorioso. El argumento es tan inverosímil que, para otorgarle alguna consistencia, ya no bastaba el recurso a la manipulación ideológica de las masas incultas utilizado por los marxistas vulgares, pues ahora era obvio que aquellas masas deseaban esa sociedad del bienestar en la que sólo los doctos adivinaban la esencia más pura del totalitarismo. Así que los marxistas redimidos tuvieron que experimentar en sus propias carnes la humillación que habían infligido a sus camaradas “vulgares” cuando aparecieron, en 1968, otros teóricos revolucionarios incomparablemente más pijos que ellos, puesto que a los nombres de Marx y Lenin añadían los de Nietzsche, Freud, Lacan y Antonin Artaud, únicos capaces de detectar los mecanismos mediante los cuales el microfascismo obliga al deseo a desear su propia represión. Por supuesto, también esta elegantísima doctrina ha tenido que ser vulgarizada para llegar a las masas, convirtiéndose en el catecismo woke. Lo cual no ha impedido que de ella naciese una nueva forma de comunismo, un “comunismo pijo” (que en España ha llegado al Gobierno), contrapuesto al basto y vulgar estalinismo.

Pero la aportación específicamente española a esta escolástica ha sido la distinción entre el “franquismo vulgar” (el de Franco, hombre poco refinado) y el “franquismo pijo” o “auténtico”, representado por los protagonistas y defensores de la transición española que, según este original relato, no habría sido más que la consolidación y culminación de la dictadura. La patente del relato corresponde, además de al sector auténtico del PCE, a los nacionalismos vasco y catalán, cuya “memoria democrática” considera sus regiones como víctimas de una represión continuada desde la guerra civil, que para ellos no ha terminado. Aunque inverosímil, esta leyenda podría pasar por pintoresca, como algunas tradiciones locales, si no fuera porque, tras haber perdido el PSOE parte de su equilibrio constitucional en 2018 al coaligarse con el populismo y apoyarse parlamentariamente en el secesionismo, el resultado de las elecciones generales de 2023 le ha llevado a acordar con los narradores de esa fábula “el fin de la represión” contra las acciones punibles del independentismo y, por tanto, a tener por “represión” franquista las acciones del Tribunal Constitucional y del Tribunal Supremo en defensa de la Constitución y, en definitiva, a convertir en mera apariencia la democracia española desde 1978 hasta nuestros días, abriéndose la puerta a algún tipo de amnistía (ese mecanismo que, según decía Carl Schmitt, se utiliza para poner fin a una guerra civil) para todas las víctimas del franquismo pijo, cuya legión aumenta a marchas forzadas. ¿Es posible que el relato inverosímil se haya convertido en la historia oficial del país para la mitad docta de los españoles?

En cualquier caso, a la otra mitad le parece increíble el experimento que se está llevando a cabo, y lo contempla perpleja como una broma pesada. Va a hacer falta abrir nuevos seminarios y distribuir muchas estampitas para educar a esta plebe ignorante en la doctrina auténtica.


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