miércoles, 4 de diciembre de 2024

Lenguaje de la semana 49/2024 (1ª parte)

 

Ha comenzado la temporada de palabras del año. La primera que hemos conocido es la elegida por el semanario británico The Economist, que ha sido kakistocracia [del griego κάκιστος (kàkistos), el peor, y κράτος (kratos), gobierno], caquistocracia en la grafía recomendada por la RAE, que es el gobierno ejercido por los peores o menos capaces. Una voz que la Real Academia todavía no se ha animado a llevar al DLE pese a llevar estudiándolo, al menos, desde junio de 2020 (enlace a su tuit).

El diccionario australiano Macquarie ha optado por ‘enshittification’, literalmente enmierdificación, que es una voz acuñada en 2023 por el analista de tecnología Cory Doctorow para hacer referencia a la decadencia de las plataformas de servicios en internet. Ricardo Dudda la trataba ayer en su recomendable artículo La muerte de la cultura digital.

La tercera palabra del año que vamos a reseñar hoy es la de Oxford University Press (OUP), editoria del prestigioso Diccionario Oxford que ha elegido "brain rot" (putrefacción cerebral), un sintagma que está documentado por primera vez en el libro Walden publicado por Henry David Thoreau en 1854 donde lo utilizó para criticar la tendencia de la sociedad a devaluar las ideas complejas en favor de las más simples. Su uso actual describe el deterioro cognitivo que se experimenta después de pasar mucho tiempo vagando por las redes sociales (doomscrolling). Enlazamos las explicaciones de la revista Wired.

Pasamos al Martes Neológico del Centro Virtual Cervantes que ayer trató uramaki, un préstamo del japonés formado por ura, que significa ‘al revés, cara opuesta’, y maki, que es ‘rollo’. Una variación de la clásica preparación japonesa en que el arroz, en vez de estar envuelto dentro del alga nori, se encuentra por fuera. Fue creada en los años sesenta por dos japoneses que regentaban en Los Ángeles un restaurante de fusión llamado Little Tokyo para complacer los gustos de los comensales estadounidenses que mostraban rechazo hacia el alga que envuelve los tradicionales maki, de ahí que también sean conocidos como California rolls. En el algo desactualizado apunte Japonesismos encontrarán algunas voces del ámbito de la gastronomía que entedemos deberían tener preferencia en su acceso al Diccionario.

Álex Grijelmo apunta en Megarricos, pero no megarricas que los términos utilizados con duplicaciónn de género en la ponencia del PSOE son neutrales o positivos, mientras que ninguno de los vocablos peyorativos aparece desdoblado. En el anexo de hoy encontarán su completo análisis.

Pasamos al lenguaje del humor con la actualización del dúo Antón del famoso "¡El que se mueve no sale en la foto!" atribuído a Alfonso Guerra que tratamos por última vez en Lenguaje de la semana 36/2024.  Aprovechamos para apuntar también que la semana pasada añadimos al apunte El narcisismo de Pedro Sánchez en el humor de prensa una adaptación de JM Esteban que presentamos acompañada de la versión del propio dibujante de La Razón del famoso "¿De quién depende?"

Eneko publicó, también el lunes, en el digital Público una versión de ‘La serpiente que se tragó el elefante’ en línea con el argumentario desarrollado por Moncloa para tratar de desautorizar a los jueces que llevan los casos relacionados con el Psoe. Incorporada ha quedado al recopilatorio El Principito (3ª parte).

Ese mismo día, Vergara evocaba la fábula El pastor mentiroso  atribuida a Esopo en su viñeta sobre la nueva promesa de construir cientos de miles de viviendas formulada por Pedro Sánchez. "En boca de un mentiroso, lo cierto se hace dudoso" es una rimada versión de la moraleja de ese cuento.

Peridis ponía el lunes en boca de Sánchez, y hay que ver como rechina, el fragmento más famoso de El alcalde de Zalamea de Calderón de la Barca, mientras que ayer apoyaba su viñeta, sin que acertemos a encontrar otra analogía más allá de su deseo de ver al presidente del gobierno como final triunfador, en la fábula de La liebre y la tortuga.

El próximo sábado, más.




Anexo

Megarricos, pero no megarricas
Álex Grijelmo

Los términos duplicados en la ponencia del PSOE son neutrales o positivos, mientras que ninguno de los vocablos peyorativos se desdobla 

La ponencia marco presentada al 41º Congreso del PSOE (50 folios) confirma una tendencia que ya fue reseñada en esta columna –entonces en Ideas– en marzo de 2020 y en febrero de 2023: los políticos de izquierda duplican los términos positivos y neutrales, pero no los que sienten como negativos.

En 2020, en plena pandemia, contábamos que se decía “médicos y médicas”, “sanitarios y sanitarias”, pero no “contagiados y contagiadas” ni “fallecidos y fallecidas”. Tampoco se oía, ni entonces ni ahora, “los corruptos y las corruptas” o “los banqueros y las banqueras”. Se menciona con frecuencia a “concejales y concejalas” pero nunca a “criminales y criminalas”. O se habla de “las personas trabajadoras”, jamás de “las personas empresarias”.

En la polémica aplicación de la ley del sólo sí es sí (2023), los dirigentes de Podemos, duplicadores a conciencia, empezaron a criticar a “los jueces” por no haber interpretado la norma como sus promotores deseaban, sin añadido que mencionase específicamente a las mujeres que ejercen la judicatura y que habían tomado idénticas medidas que los varones.

Ahora la ponencia socialista ha brindado una nueva prueba. Todos los términos duplicados en ese texto son neutrales o positivos, mientras que ninguno de los vocablos peyorativos se desdobla.

Leemos en él “trabajadores y trabajadoras”, “los maestros y las maestras”, “empleados y empleadas”… Pero la palabra “megarricos”, con cuatro casos, se expresa siempre sin la compañía del femenino. Igual soledad padecen “los privilegiados”, “los ejecutivos” de empresas, “los políticos de derechas”, los “especuladores” o los “grandes tenedores” de fondos. También se denuncia “el lucro desorbitado de unos pocos”, que parece no abarcar al lucro desorbitado de unas pocas. Y los “medios digitales opacos” tienen sospechosos “financiadores”, lo que se supone excluye a las financiadoras, que también las hay.

Y así como se lee cuatro veces el doblete “niños y niñas”, no se duplican los tres casos de “adultos”; lo cual da para barruntar algún prejuicio de los autores al respecto. Tal vez un edadismo.

Así que, si no se duplica lo malo, ¿cómo interpretar la ausencia de las autónomas al hablar de los “autónomos”?

Sin embargo, quien lea la ponencia agradecerá que a las 30 duplicaciones presentes en ella no se añadieran las otras 52 posibles. Con 82 en total, la coherencia al respecto habría hecho insoportable la lectura.

Todo eso acarrea a su vez otros problemas: puesto que se dice “ciudadanos y ciudadanas” para no excluir a las mujeres, ¿cómo podemos entender, por ejemplo, el propósito de que “ningún menor tenga acceso a la pornografía”? ¿Eso significa que las menores no importan? ¿Y cómo entender que hemos de hacer algo “juntos y juntas”?: ¿estamos hablando de dos grupos separados?

Las duplicaciones se insertan en una campaña eficaz de comunicación que denuncia la sociedad machista en que vivimos; pero que es ajena a las necesidades de la lengua, pues sabemos que la ausencia en el significante no implica la ausencia en el significado, que es lo que importa. La lengua no discrimina. Ahora bien, sí podemos discriminar con ella. No con los genéricos, sino con asimetrías, desprecios, insultos… Y también duplicando unas palabras sí pero otras no. Debería decirlo la ponencia.



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