miércoles, 7 de febrero de 2018

Japonesismos


El primer diccionario publicado por la Real Academia, el conocido como Diccionario de autoridades por incorporar citas de autoridad ilustrativas del empleo de las palabras, tan solo incluía entre sus aproximadamente 46.000 artículos un término de origen japonés. Y, probablemente, no lo asocien con ese idioma. Transcribimos su definición original:

BIOMBO. s. m. Espécie de mampára hecha de tela, ò papél pintado de colóres, que sostenida de bastidores unidos por medio de los goznes, se cierra, abre y despliega, segun la necessidád. Su uso es para atajar las salas grandes, defenderlas del áire, y para cubrir y esconder las camas y otras cosas que no se quieren tener expuestas. Es alhája que nos vino modernamente de la China, ò Japón, y con ella el nombre. Lat. Umbella, ae. SOLIS, Hist. de Nuev. Esp. lib. 3. cap. 15. Atajábase la pieza por la mitad con una baranda, ò biombo, que sin impedir la vista señalaba término al concurso.

Esta definición fue objeto de sucesivas simplificaciones hasta que en la 15ª edición (1925) se adoptó la que actualmente sigue en vigor: m. Mampara compuesta de varios bastidores unidos por medio de goznes, que se cierra, abre y despliega.


A lo largo del siglo XIX se incorporaron al diccionario académico otras cinco palabras de origen nipón: bonzo, maque, mikadomoxa quimón. Imaginamos que, como mucho, habrán empleado dos y, seguramente, no con su sentido original.

Desde la perspectiva actual, resulta curioso que se incorporase la tela quimón y no la característica prenda fabricada con la misma, el kimono (o quimono). Pero eran tiempos en que no existía ni el turismo ni la televisión, así que el interés del público se centraba más en ver o adquirir tan vistoso textil.

Vamos a recordar que la técnica de la medicina tradicional china vinculada a la acupuntura consistente en la aplicación de moxas es conocida como moxibustión, una palabra esta que no está en el diccionario, mientras que mikado es un término obsoleto que se utilizaba para denominar al Emperador de Japón y hace tiempo que ha sido sustituido por tennō (soberano celestial). Hoy en día, mikado se asocia más con el juego también llamado palillos chinos o, incluso, con la chocolateada versión confitera que en Japón es conocida como Pocky. Sobre la versátil locomotora de vapor que todavía mantiene en España algunos ejemplares en uso recreativo, les remitimos a la Wikipedia.

La curiosa evolución que ha tenido la definición de bonzo, merece que echemos un vistazo a las sucesivas versiones. Nos servimos para ello de la muy útil herramienta que la RAE denomina Mapa de diccionarios académicos:

1817 s. m. En la China y otras tierras de gentiles, cada uno de los que profesan vida al parecer mas austera, y viven separados de la gente comun en conventos ó en desiertos. Austerioris vitae apud sinas sectator.

1884 m. En la China y en otros pueblos del Asia, ministro de cierta secta religiosa y filósofo, que profesa vida muy austera y vive, por lo común, en conventos ó en desiertos.

1925 m. Sacerdote del culto de Buda en el Asia oriental.

2001 1. m. Monje budista.

Resulta destacable que fue en esta última edición en la que se incorporó la locución "a lo bonzo" con el significado de "Rociándose de líquido inflamable, y prendiéndose fuego en público, en acción de protesta o solidaridad". Y cabe recordar que el primer monje que se suicidó utilizando tan brutal procedimiento fue el vietnamita Thich Quang Duc que se inmoló públicamente en Saigón el 11 de junio de 1963, desencadenando una ola de imitaciones que consolidó la expresión. A ello también contribuyeron las imágenes captadas por el fotógrafo Malcolm Browne, que ganaría con ellas el premio Pulitzer, en las que el suicida mostraba una impresionante serenidad. 


La edición de 1925 del diccionario, que fue la decimoquinta, incorporó cinco nuevos japonesismos para totalizar once entre sus casi 67.000 lemas: caqui (el árbol y su fruto), catana, nipón, sintoísmo y soja. Esta última es, con diferencia, la palabra de origen japonés más usada en español.

Saltamos a la edición de 1992 (21ª) para constatar la presencia de 16 palabras más, cinco de ellas procedentes de las artes marciales: dan, kárate, tatami, yudo y yudoca. También encontramos en esa primera edición que tuvo versión en CD-ROM la moneda yen y su céntimo denominado sen (que fue suprimido en 1953; no tenemos certeza de en qué edición fue incorporado), dignidades personales como sogún, daimio o samurái, así como acciones vinculadas a la particular cultura nipona del honor como son harakiri y kamikaze. Completan la lista bonsái, kimono, sake y la poco conocida composición poética llamada tanka que se adelantó al ahora relativamente popular haiku, un término que no fue incorporado hasta el 2014.

Entramos en el siglo XXI con 27 palabras de origen japonés albergadas en el Diccionario de la Real Academia que, en el año 2001, se vieron incrementadas en otras once. Y, nuevamente, con una importante cuota de las artes marciales: aikidojiu-jitsukarateca, derivado del ya presente karate,kendo. Otra forma lucha, el sumo, aún aportaba un término adicional referido al combate, completándose la lista con bushido, futón, geisha, karaoke, sintoísta, otro derivado de una previamente admitida, y zen.

Llegamos a la última edición (23ª de 2014) en la que, tras la actualización de 2017, se cuentan trece palabras más, para totalizar cincuenta y una [1]. Pero esta vez la categoría dominante fue la gastronomía con la aportación de ajinomoto [derivada de la marca Ajinomoto®], surimi, sushi, tempura y tofu a los tres japonesismos previamente encuadrados en ese campo semántico (soja, caqui y sake). Así que las artes marciales siguen siendo el primer contribuyente léxico con nueve términos, que son diez si se añade el sumo para ampliar el foco a todas las especialidades de lucha. 

El resto de admitidas fueron haiku, ikebana, kabuki, manga, ninja, origami, sudoku y tsunami. Particularmente polémicas fueron las definiciones inicialmente propuestas para sushi y manga, un asunto sobre el que pueden leer más aquí.

El que ha pasado a denominarse Diccionario de la Lengua Española (DLE) para reconocer que es fruto de la colaboración de todas las academias que en el mundo velan por nuestro idioma, suele ser más conservador que otros repertorios léxicos. Un muy documentado estudio comparativo puede encontrarse en el artículo "Los japonesismos del español actual" (abril 2016) de Rafael Fernández Mata que, sin embargo, se ha quedado algo desactualizado tras la última revisión del DLE. Pero el corpus de 92 voces compilado por el autor es una estupenda referencia para especular sobre próximas incorporaciones, por más que echemos en falta en el mismo a dos de nuestras candidatas favoritas: emoji y ramen

En todo caso, dada la actual pujanza que la cocina japonesa, particularmente entre los milenials, parece probable que nuevamente sea la gastronomía la principal fuente de futuras incorporaciones al diccionario. Ahí están haciendo cola, aparte del ya citado ramen, otras como  nori, maki (que significa rollo, no diga 'rollo maki' porque es un pleonasmo), nigiri (acortamiento del original nigirizushi), sashimi, teriyaki, teppanyaki, umamiwasabi, yakitori [2],...






[1] El Diccionario Avanzado de la Real Academia asigna origen japonés a 59 acepciones de 42 voces. La diferencia viene explicada por los japonesismos que nos llegan a través de otros idiomas, particularmente del inglés, que las herramientas académicas vinculan con esas otras lenguas.


[2] Nos parece brillante la hispana adaptación Yakitoro que el cocinero Chicote ha puesto como nombre a su local madrileño inspirado en una tradicional taberna japonesa de yakitori.



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