Comenzamos por enlazar Anglicismos que vienen y bah, un artículo publicado el pasado sábado en El País por Lola Pons Rodríguez que nos dejamos sin reseñar en la entrada precedente de esta serie. El Orgullo es la estación término de una ruta en la que la lingüista sevillana toca el interesante tema de los anglicismos abandonados. Nos viene a la memoria esa castiza adpatación de offside que es órsay, una palabra llegada al DLE en 2014, cuando ya había decaído su uso.
Sin preguntas no hay rueda tituló Álex Grijelmo La punta de la lengua que encontrarán íntegra en el anexo. Una oportuna crítica de la aplicación de la denominación rueda de prensa, y también de comparecencia, a las que no son tales.
Mapuzugun es la palabra tratada en el Martes Neológico que esta semana ha estado a cargo de Belén Villena Araya. La denominación que el pueblo mapuche da a su lengua (un autoglosónimo), perteneciente al grupo araucano, que el DLE registra como mapuche. Ingrese en el Diccionario si tiene significativo uso en español, pero no por el indigenista argumento planteado de que su inclusión sería una forma de manifestar respeto por la lengua de un pueblo que ha sufrido una hispanización forzada, cuyas huellas traumáticas perviven hasta la actualidad. El Diccionario no está para presentar respetos.
En el ámbito de las imposiciones lingüísticas que tanto gustan a los criptoestalinistas no podemos dejar de mencionar que el Grupo Parlamentario Socialista ha presentado en el Congreso de los Diputados una proposición no de ley (PNL) para regular el uso de la palabra cáncer (más detalles). Entre otras medidas, perece que pretenden cargarse la cuarta acepción del DLE: Proliferación en el seno de un grupo social de situaciones o hechos destructivos (p.ej. La droga es el cáncer de nuestra sociedad). Con nosotros que no cuenten.
Pasamos a La Voz de Galicia para reseñar que Francisco Ríos apunta hoy en Tres tristes tigres, al hilo de que todavía no haya cuajado ningún apodo para el trío formado por Koldo, Ábalos y Cerdán, algunas alternativas al efecto.
Puebla encabeza la recopilación de ludolingüismos del humor de prensa reciente con un juego fonético que le lleva a encontrar en ls denominación en inglés de España un mandato de pago que pone en boca de un apayasado Trump. Padylla jugó a segmentar con suspense la palabra cayuco y JJ Aós apoyó su viñeta del Orgullo en uno de los palíndromos más conocidos.
Proseguimos con Asier y Javier, que introdujeron un calambur en su viñeta de ayer. Un dibujo que hemos añadido al apunte Calambures (5ª parte: chistes) y que, adicionalmente, nos invita a señalar que la Organización Mundial de la Salud prefiere la locución infección de transmisión sexual a enfermedad de transmisión sexual porque hay personas que pueden estar infectadas sin manifestar síntomas, es decir, sin estar propiamente enfermas. Sigue la humorada de Idígoras, en el propio ámbito de la medicina, sobre la proverbial mala caligrafía de los médicos.El dibujante estadounidense Kyle Bravo aporta una mínima sección de humor en inglés con una ironía sobre las larguísimas denominaciones de algunas hamburguesas.
Pasamos al humor literario con la Posdata a Esopo publicada por el mexicano Paco Calderón en los diarios del grupo Reforma del pasado domingo. Una versión extendida de la fábula El lobo y el perro.
Cachitos
- Si salen más cosas Yolanda Díaz amenaza, inflexible, con no hacer nada. Daniel Gascón en Ni un paso atrás, compañeros [con un vídeo complementario de propina]
- Hoy, solo quienes piden el voto, o trabajan para quienes piden el voto, tienen motivos para fingir optimismo. Ramón González Férriz en Tras dos décadas perdidas, el declive de España ya es clamoroso
- Al comité federal del PSOE le sucede como al propio partido: lo único que conserva es la denominación de origen. En todo lo demás, no se parece al original ni por aproximación. Ignacio Varela en Comité federal del PSOE: no es vino, es gaseosa de limón.
- Los políticos del siglo veinte descubrieron que sí podían hacer eso en lo cual Dios fracasa. Gabriel Albiac en Cerdán nunca existió [enlace a la foto que se comenta en el artículo; adicionalmente, en el CLIPDA DXVI: Humor al arte de la semana 10/2022 (2ª parte) se comenta la foto en que se hizo desaparecer a Trotsky]
- La izquierda a la izquierda del PSOE ha sido absorbida y anulada y neutralizada por el sanchismo. Y a esa izquierda le parece algo estupendo. Ricardo Dudda en El problema del sanchismo es el antisanchismo
- La gente de derechas carece de una definición platonizante de lo que es ser de derechas. Juan Claudio de Ramón en Falacia del verdadero izquierdista
Anexo
Vi y oí con estupor que en multitud de medios se denominaba “rueda de prensa” al monólogo (mejor llamarlo así) ofrecido el 5 de junio por Leire Díez, entonces ya exmilitante del PSOE, protagonista de una de esas grotescas comedias políticas de gran impacto que enseguida nos hacen olvidar a la anterior y que a su vez quedan relegadas por la siguiente.
La falta de respeto en el periodismo de hoy hacia el idioma está alcanzando cotas que reflejan la degradación general del oficio. Porque todo va junto. Las construcciones sintácticas deficientes, las repeticiones de vocablos, la ausencia de voluntad de estilo, la pobreza léxica, el abuso de anglicismos innecesarios y a menudo incomprensibles incluso para quienes saben inglés… forman una combinación de defectos que conduce a la falta de rigor semántico y a la consecuente manipulación de las palabras.
“Rueda de prensa” se define con claridad en el Diccionario de las academias: “Reunión de periodistas en torno a una figura pública para escuchar sus declaraciones y dirigirle preguntas”. Por tanto, no se puede hablar de “rueda de prensa” si se ha prohibido a los informadores interpelar a la persona convocante.
Esta locución se basa en dos sustantivos muy transparentes: “rueda” y “prensa”. “Rueda” se vincula aquí con la séptima acepción del vocablo, relativa a “turno, vez, orden sucesivo”, y que evoca por tanto una serie de preguntas planteadas en orden siguiendo un turno; en concurrencia con su segunda acepción: “círculo o corro de personas o cosas”; en este caso de periodistas. O sea, de prensa. Todo clarísimo.
Por tanto, no se puede tratar como “rueda de prensa” la farsa montada por Leire Díez, ni tampoco las situaciones similares protagonizadas por otros políticos o personajes públicos que no admiten preguntas.
Algunos periodistas combinaron esa expresión inadecuada con otra también sospechosa: “comparecencia”. El significado tradicional de esta palabra (desde el primer diccionario académico, en 1729) requería la convocatoria de un juez o de un superior jerárquico. En 1956 se extendió a citaciones como las de una autoridad en general o un Parlamento. Y en 1992 se empieza a notar la influencia del periodismo, porque ya desaparece de la definición incluso el matiz de que para comparecer hace falta ser convocado.
Con los años, el uso de le medios ha desvirtuado el contenido histórico de esta palabra (su significado), pero ha mantenido la carcasa de prestigio (su significante) de cuando “comparecer” implicaba cumplir una orden. Sin embargo, los personajes ya no comparecen porque los convoque una autoridad sino que convocan ellos a quien les da la gana, y además ponen condiciones: por ejemplo, la ausencia de preguntas, la duración del acto o el lugar; y la altura del convocante respecto de los demás asistentes: en un plano superior, y no al revés como sucedía en las comparecencias judiciales o ante una autoridad. El compareciente de ahora manda, el de antaño obedecía.
Las degradaciones de “comparecencia” y “rueda de prensa” van paralelas, pues, a la degradación de la política y, con ella, a la del periodismo, cada vez más supeditado en su léxico a las conveniencias de otros, cada vez menos rebelde ante el vocabulario ajeno. Ciertos periodistas han olvidado que quien no reflexiona sobre el lenguaje del poder queda indefenso ante él; y acaban pasando por alto que hablar de una rueda de prensa sin preguntas viene a ser algo así como imaginar una rueda cuadrada.