viernes, 3 de enero de 2014

Atribuciones nacionales por antonomasia (I)


La utilización de referencias geográficas, y particularmente nacionales, es un recurso lingüístico habitual para diferenciar categorías de un determinado concepto. Nos sirve, por ejemplo, para identificar numerosas razas caninas entre las que distinguimos al pastor alemán de los diversos pastores belgas y de otras múltiples procedencias. Pero en esa función no son pocas las ocasiones en que el calificativo pasa a tener un uso "por antonomasia", el que designa la clase mas característica de algo.En este caso de lo que procede de una determinada nación, con lo que se da pie a su uso no ya como adjetivo sino como solitario sustantivo. Veámoslo con algunos ejemplos.

Un territorio proclive al eufemismo en el que el fenómeno al que nos referimos resulta especialmente notable es el sexo. Comencemos por la práctica cuya denominación mas fina es felación. El inglés aún se quedan en un estadio evolutivo anterior con su fellatio mas próxima al participio fellatus (del verbo latino felare, chupar) para nombrar la práctica a la que en el lenguaje coloquial solemos referimos en España como francés, sin más, por antonomasia, aunque nuestra Real Academia no se atreve con esta acepción que tampoco se asigna todavía a mamada. O sea que, al menos lingüísticamente, eso es lo mas característico que atribuimos al vecino país, una imputación que no comparten otros destacados idiomas. En el caso del inglés porque ese gentilicio ya está ocupado en la expresión "french kiss" con que se designan los besos con lengua. Y en el de los propios interesados porque no hay idioma que utilice el propio nombre para identificar conceptos con carga negativa (aunque este signo sea opinable desde el punto de vista individual, socialmente es así). Resulta, pues, que los franceses, aparte de contar contar con la elegante palabra fellation, recurren a expresiones como "(faire un) pompier " o "tailler un pipe". Nada de referencias nacionales en su caso.


Antes de proseguir hacemos un inciso gráfico para mostrar una ingeniosa publicidad basada en la protagonista del que posiblemente ha sido el único "francés" que ha recibido los honores de noticia de portada (anuncio de la revista belga HUMO en la que se promocionaban conjuntamente los preservativos Durex con sabor a chocolate; agencia Duval Guillaume, Bruselas, 2004).

La costumbre de etiquetar las cuestiones venéreas con el adjetivo francés tiene larga tradición como ya hemos repasado en un apunte anterior en el que veíamos como el médico y erudito napolitano Girolamo Francastoro  denominó su poema sobre las mas temida de esas enfermedades "Syphilus sive morbus gállicus" (1530). Aún así los españoles anduvimos durante un tiempo adjudicando el origen de esta enfermedad a nuestros vecinos del oeste a través de la denominación "mal portugués", quizá para desviar la atención de que esa enfermedad era mas conocida en el italiano vulgar como "mal napolitano" en la época en que esa ciudad formaba parte de la corona española regida por los Borbones, que ya se sabe como son tanto en lo venatorio como en lo venéreo. La misma época en la que en la también ocupada Flandes se llamaba "mal español" a la que ha sido la enfermedad con denominación xenófoba por excelencia.

El gentilicio francés tiene otros mucho usos, pero ya ejerciendo de adjetivo, así en Hispanoamérica distinguen el pan francés, tenemos la tortilla francesa y en inglés se llama "french fries" a las patas fritas que no se rompen al pincharlas. Ese idioma las distingue de las que nosotros llamamos "a la inglesa" (chips en Usa y crisps en GB donde, para mayor confusión, chips son las otras, un ingrediente básico del omnipresente fish & chips). Lo cierto es que el inglés ha convertido la nacionalidad francesa en la campeona de las denominaciones de origen apócrifas como se repasa con detalle en el interesante blog "Tripodología Felina".


El diminutivo femenino francesitas se utiliza en acepción no acogida aún por el Drae que sí alberga, en cambio, francesista dada a quienes estudian la cultura francesa, para referirse al calzado también llamado manoletinas o bailarinas, denominaciones ambas que sí han sido reconocidas por nuestros académicos. 


Volvemos a las prácticas sexuales con la que en España conocemos como cubana, una denominación privativa del español europeo porque en América se suele utilizar "paja rusa" o, también, "chaqueta rusa" (chaqueta es 
en América un sinónimo habitual de masturbación). Todo ello sin perjuicio de que los argentinos suelan recurrir a "turca" y los caribeños nos devuelvan la cortesía utilizando la expresión "una española". También los franceses nos adjudican la práctica entremamaria con la equivalente "branlette (paja) espagnole", y es que hubo mucho servicio español en Francia que según certifica el lenguaje debió ser objeto de algunas prácticas abusivas por parte de sus empleadores. Añadamos que ese idioma también cuenta con la descriptiva expresión "cravate de notaire" (corbata de notario) cuyo origen estaría en que estos funcionarios eran el prototipo de personas que utilizaban ese complemento a diario (el de vestir)


En alemán se utiliza la expresión equivalente "notarkrawatte", pero son mas habituales las referencias a nuestro país como en "spanische krawatte" (corbata) o "spanische massage", y ello a pesar de que también cuentan con la muy descriptiva y un punto elegante "mammalverkehr" (circulación o tránsito mamario).

Por su parte, nuestro vecino Portugal sigue, al igual que Italia con "spagnola", la línea semántica predominante en Europa a través de su "espanholada" que en el portugués del otro lado del Atlántico es símplemente una "espanhola". O sea que, nos guste o no, nuestros principales socios europeos nos tienen adjudicada esta práctica con la señalada excepción de los súbditos de su Majestad que dicen "french fuck". Un fruto mas de la eterna rivalidad francobritánica. En el inglés americano es, por contra, un "dutch fuck", una secuela de los enfrentamientos angloholandeses de los siglos XVII y XVIII a cuenta del dominio del comercio marítimo que tuvieron su trasunto en las colonias. De ahí que el adjetivo dutch tenga un amplio uso peyorativo en inglés (por ejemplo, "dutch wife" es una denominación alternativa de una muñeca hinchable).

Si quiere aumentar su cosmopolitismo sexual sepa que la práctica a la que hemos dedicado el párrafo anterior se denomina en japonés paizuri (パイズリ) y la industria de juguetes para adultos nipona es notable fabricante de dispositivos para su práctica sin necesidad de compañía. No hará falta recalcar que este enlace no es apto para todos los públicos.


Donde hay un consenso casi mundial que ya quisiera alcanzar alguna vez la ONU es en adjudicar la denominación de griego a la práctica que mas finamente llamamos sodomía con manifiesta discriminación de la también muy pecadora Gomorra. Se perdió una notable ocasión de matizar con sodomitas y gomorritas la diversidad de papeles requeridos, aunque cierto es que contamos con el poco usado arabismo bardaje (procedente de la denominación persa para los cautivos) que nuestro diccionario define como "homosexual paciente". Siguiendo la universal ley lingüística de no autoenfangarse la excepción al uso de la denominación de griego se produce en el país cuya cultura clásica exaltó la homosexualidad, allí se dice hacerlo "a la otomana". Y es que por el confín Este de Europa también hay sus piquillas, así para los antiguos turcos la sífilis era el "mal cristiano".


En este punto procede recordar que greca es una variante del gentilicio de ese país que aplicamos a la característica faja decorativa que los griegos llaman meandro, una palabra derivada del nombre del río turco Menderes que nosotros reservamos a las curvadas formas presentes en algunos cursos fluviales. Adicionalmente, en algunos países de américa también se llama greca a la cafetera a la que nosotros aplicamos el calificativo de italiana.


Grecia también está detrás de la palabra gresca que nos ha llegado a través del catalán y del gregal, el nombre que se da en el Mediterráneo al viento procedente del noreste. Un meteoro (palabra con raíz en la región griega de Meteora) frío y violento que pude levantar fuertes temporales en invierno. Si Grecia marca el NE mediterráneo, el viento de componente suroeste recibe el nombre de lebeche a partir del latín Lybicus, lo que pertenece a Libia.

Otro país africano oculto en una palabra española es Túnez que lo hace a través de la expresión francesa roi de Thunes, rey de Túnez, usada para nombrar al jefe de los gitanos llegados a París a comienzos del siglo XV. Su seguidores serían los tunes, una palabra que pasó a designar en el vecino país tanto los hospicios de mendigos como la moneda dada como limosna. El español incorporó tuno y tunante (palabra utilizada en "La Vida de Estebadillo González" cuya primera impresión data de 1646) que son el origen del nombre de las tunas universitarias.

Algunas otras denominaciones nacionales también nos han llegado de tapadillo como ocurre con los búlgaros, en latín bugerum, de donde pasaron al italiano como buggerone, origen de la palabra española bujarrón. La asociación de la sodomía con Bulgaria se basa en su carácter de territorio que sirvió de refugio a los herejes expulsados de la cristiandad hasta el punto de que búlgaro llegó a a ser utilizado como sinónimo de hereje: "esos herejes, a los que llaman búlgaros" (haeresis illius, quam bulgarorum vocant) puede leerse en el "Glossarium Mediae et infimae latinitates" (1678) de Charles Dufresne, sieur Du Cange. Independientemente de que la ortodoxia propiciara la asociación de la sodomía con la herejía, las características de algunas sectas como los bogomilos que rechazaban el matrimonio no hicieron sino incentivar la sinonimia. Este país también nos a inspirado la expresión "elecciones a la búlgara" con las que se expresan los resultados unánimes o casi, a imagen de las que acostumbraba a conseguir Thodor Zhikov en los congresos del Partido Comunista búlgaro.


Otro vocablo candidato a campeón del disfraz nacional es bungalow, la denominación que hemos copiado del inglés para referirnos a ciertas viviendas de recreo. Ese idioma la tomó del hindú donde significa bengalí (originario de Bengala) y se aplicó, por extensión, a las casas de una sola planta con un estilo originario de ese territorio ahora dividido entre una provincia india y el estado de Bangladés (cuyo nombre significa en bengalí "país de Bengala", el octavo mas poblado del mundo; con su elevadísima densidad de población España tendría mas de 500 millones de habitantes, ellos van camino de 170). Bengala también ha pasado a través del portugués a convertirse en la denominación que damos a los pequeños dispositivos pirotécnicos. Es de notar que el castellano no distingue, como hacen muchas lenguas, entre los utilizados como señal de socorro de los meramente festivos.


El cuarto gentilicio habitualmente asociado con el sexo es "tailandés", una palabra con la que por estos pagos se hace referencia al masaje aplicado con el cuerpo. Sin embargo, en Tailandia lo que hace furor son los masajes aplicados a los pies que se ofrecen en numerosos establecimientos e incluso son ejecutados con frecuencia en la propia vía pública.

Tailandia fue conocida hasta 1939 como Siam y posiblemente los primeros ciudadanos de ese país que alcanzaron fama en occidente fueron los hermanos Chang y Eng Bunker (1811-1874). Esa celebridad estuvo motivada por el hecho de que nacieron unidos por el abdomen, lo que que les llevó ser exhibidos como curiosidad, primero en Estados Unidos y mas tarde en Europa. Ello dio pie a que esa condición anatómica se conociera como hermanos siameses, aunque en su país, como esa expresión evidentemente no resultaba discriminante, fueron conocidos como los "gemelos chinos" a causa de la etnia de sus padres. Añadamos que tras sus giras se establecieron como plantadores en Carolina de Norte donde tuvieron 10 y 12 hijos respectivamente. Murieron con pocas horas de diferencia sin que llegara a intentarse su separación.

Otro país que ha cambiado su denominación es Irán. En 1935 el Sha Reza Pahlavi (el padre del último Sha) solicitó a la comunidad internacional que utilizara el mismo nombre que ya usaban los ciudadanos de ese país para referirse al mismo. Se procedió así a descartar el nombre de Persia habitualmente utilizado entonces en el extranjero que es incorrecto porque proviene de la denominación de la región sur del territorio.

En la Francia del siglo XVIII la pujanza de las modas orientalistas dio pie a la asociación de las contraventanas de celosía con ese exótico país por lo que esos elementos arquitectónicos pasaron a ser conocidos como persiennes. De ahí pasaron al español como persianas, una palabra que incluso entró antes en nuestro Diccionario de Autoridades (1737) que en el de la Academia Francesa (1752). Mas difícil es rastrear la presencia del nombre de ese territorio en los albérchigos, los frutos que toman su nombre del árabe albéršiq basado en la palabra griega persikón. Sin salir de la botánica mas discutido es si el nombre del cereal llamado sorgo que nos ha llegado a través del del italiano procede en última instancia del latín syricum aplicado al grano que los romanos habrían conocido en Siria.

Lo dejamos aquí por hoy con el compromiso de continuar otro día con un apunte ya absolutamente libre de referencias al sexo, pero no nos resistimos a dejarles con un chiste relacionado con el tema de hoy que hace uso de ese fructífero recurso humorístico que es el equívoco.


En una entrevista de trabajo:

- ¿Nivel de francés?
- Hasta que me dan arcadas.
- ¡Contratada!




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