Ya veíamos en la primera entrega de esta serie cómo fue necesario proteger la tumba de Oscar Wilde de sus admiradores más guarretes. No tenemos tan claro qué daños estarían causando al Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela los ejecutantes de la doble tradición de colocar la mano sobre la representación del Árbol de Jesé (el genealógico de Cristo que parte del padre del Rey David) que ocupa el parteluz. Se continuaba el ritual dándole la vuelta, un detalle del que más de uno no se enteró, para darse unos unos cabezazos en busca de la transmisión de parte de la sabiduría y talento de su artífice, el famoso Maestro Mateo, también conocido como “Santo dos Croques” (santo de los coscorrones, aunque que no tiene reconocida esa nominal santidad). Así que no fueron pocos los que que cabecearon la barbada imagen que recibe al visitante flanqueada por dos leones, una figura que suele considerarse una representación de Noé. No creemos que fuera el caso del ejemplo que mostramos a continuación, un caso que más bien serviría de prueba de que la cosa no siempre funcionaba.
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detalle de colocación de la mano y visita de Chávez a Santiago de Compostela el 16-10-2005 |
Adicionalmente, convenía no tomarse muy en serio aquello de que la cantidad de los talentos transmitidos era proporcional a la fuerza del coscorrón. Y es que alguno salió de esa experiencia un poco "groggy".
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La imagen situada al pie del Árbol de Jessé no es la que había que cabecear, el Maestro Mateo está a la vuelta, mirando al altar de espaldas a su genial obra |
El hecho es que desde el año 2005 no se permite cumplir con esa tradición profana, que era uno de los ritos turísticos más famosos de España. Así que ya solo queda la posibilidad de cumplir con el "abrazo al Apóstol", en cuya ejecución se pone de manifiesto el muy diferente calor que cada quien le pone a este acto de origen ya claramente religioso. Veamos algunos significados ejemplos:

Con todo, el ritual que en los últimos años ha dado más quebraderos de cabeza a los regidores municipales es la colocación de candados grabados con algún mensaje, o cuando menos las iniciales de los involucrados, realizada como símbolo de compromiso amoroso.

En el gigante asíatico los candados no son colocados únicamente por parejas que se prometen amor eterno, sino que también se utilizan para pedir felicidad para las familias que esperan permanecer igualmente unidas. Un destino típico de esta práctica es el Templo Dongyue situado en la cumbre de las montañas Tai (Taishan) de la provincia de Shandong. En la imagen que sigue puede verse su habitual aspecto repleto de ferreteras invocaciones.

No siempre tienen tanto éxito los intentos de institucionalizar esa práctica, como ocurre en el caso de la terraza del Umeda Sky Building, uno de los más populares puntos de observación de la ciudad japonesa de Osaka. La práctica ausencia de candados de modelos diferentes al que se vende en la tienda local es claro indicador de una sobreexplotación comercial. Así es que el éxito alcanzado no es en absoluto comparable con el de Seul.
Antes de emprender el viaje de regreso desde el lejano oriente, procede constatar que hasta los gestores de la Gran Muralla China han claudicado colocando unas cadenas “ad hoc” para facilitar la práctica en un monumento que apenas ofrece, de por sí, puntos de anclaje adecuados.
Antes de emprender el viaje de regreso desde el lejano oriente, procede constatar que hasta los gestores de la Gran Muralla China han claudicado colocando unas cadenas “ad hoc” para facilitar la práctica en un monumento que apenas ofrece, de por sí, puntos de anclaje adecuados.

Hasta done nosotros sabemos la primera ciudad que estableció
una prohibición sobre la colocación de candados fue Florencia, cuyas autoridades se hartaron de retirar periódicamente los que eran colocados en el monumento a Benvenuto
Cellini situado en el Ponte Vecchio. Como puede verse en la adjunta documentación gráfica, las multas empezaron por 50 euros y las últimas noticias que tenemos son que ya iban por los 160.
La moda de colocar candados aumentó exponencialmente su popularidad a raíz de la inclusión
de la misma en el libro "Ho voglia di te" (Tengo
ganas de ti) de Federico Moccia, publicado en 2006. Como la novela ubicó esa acción en el Puente Milvio de
Roma, este inmediatamente se convirtió en el objetivo de centenares, si no miles, de adolescentes que no tardaron en provocar la caída de una de las dos farolas
utilizadas como soporte.
El ayuntamiento de la capital italiana decidió prohibir entonces el
uso de las luminarias y dispuso unos soportes alternativos. Sin embargo, la rápida
saturación de los mismos, unida a las quejas de los vecinos, acabaron por desencadenar la
total prohibición de colocación de los cerrajeros recuerdos. Así que estos pasaron a repartirse por
diversos rincones de Roma, pero sin llegar a encontrar una ubicación que tomara el relevo del citado puente.
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Puente Milvio: debía cotizarse bastante la plaza de vendedor pegada al punto de enganche |
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El escritor italiano Federico Moccia en una foto promocional en el Puente de Milvio
y
pantalla de la primera web creada para colocar candados virtuales
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A continuación puede comprobarse como Moscú aplicó una estrategia diferente, quizá inspirada en la Torre de Comunicaciones de Seul, y también colocó unos soportes específicos con forma de árbol tanto en el puente Loujkoy como en el aledaño paseo junto al Canal Vodootvodny.
En la recta final de este apunte, llegamos al gran destino tradicional del amor y, por tanto, de estos candados-promesa cuyo rito incluye tirar la llave al río habitualmente adyacente (no así en Asia como hemos visto). Así que, por más que se vean con bastante frecuencia en estos amorosos amasijos artefactos de combinación, la utilización de los mismos es tramposa y poco comprometida. Deben quedar cerrados para siempre.



Terminamos con un brevísimo repaso de la situación española. No da para más, porque esta práctica no ha tenido por aquí tanto éxito. Esperanzadora señal.

Otro lugar que se presta a desatar este tipo de efusiones es el salmantino Huerto de Calixto y Melibea, cuyo pozo nunca ha llegado a estar mucho más cargado de lo que se muestra en la foto que puede verse junto a estas líneas.
Por si algún lector aun no hubiera tenido suficiente dosis de candados, quizá haya a quien le sorprenda la ausencia de ejemplos americano, añadimos a modo de colofón el vínculo al artículo de la Wikipedia que lista las ubicaciones más populares.
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