Como bien se especifica en la nota de prensa de la “Proyección de la Población de España2014–2064” recientemente publicada por el INE,
este organismo estatal venía publicando cada año unas proyecciones de población
a corto plazo (horizonte de 10 años) y cada tres años se hacía pública una a
largo plazo con un horizonte de 40 años que ahora se ha decidido unificar. Así que a
partir de este año está previsto que cada dos años se de a conocer la previsión
del total nacional con un horizonte de 50 años mientras que el detalle por
comunidades autónomas y provincias se realizará con otro de 15.
La realización de previsiones de población a medio siglo
vista tiene una muy reducida fiabilidad por lo que tan solo tiene sentido como
ejercicio académico que permita el contraste del impacto de diferentes hipótesis, un debate
que no parece tenga especial interés para el gran público. A título de ejemplo
véase el adjunto cuadro (fte.)
con las previsiones realizadas por el propio INE en 1965 en las que vaticinaba
una España con algo mas de 40
millones de habitantes en 2010 que la realidad convirtió en casi 46,5. Considerable
desviación de una cifra que resultó incluso superior al que entonces se
consideraba límite tendencial demográfico a muy largo plazo (44,173 millones). Y por
mucho que las ciencias adelanten que es
una barbaridad la incertidumbre sobre la evolución de las variables básicas implicadas no
hace mucho mas fiables las previsiones realizadas hoy en día.
Por ello, es muy llamativo que no se haga mención alguna al
impacto de la modificación de las citadas hipótesis como hace, por ejemplo, el
servicio estadístico francés que abre una horquilla equivalente a casi el 10%
de la previsión considerada mas probable. Parece que nos cuesta asimilar que la
realidad hace tiempo que dejó de ser analizada con criterios deterministas, no
digamos cuando hay humanos de por medio.
Un peligro adicional de estos brindis al sol es la irresistible
tentación que ejercen tanto sobre comunicadores como público que acaban por perderse la oportunidad de apreciar el bosque de interesantes datos que ocultan esos sensacionalistas árboles.
En este caso es notable que solo dos de los periódicos nacionales mas leídos tuvieron la sensatez de centrase en las mas útiles y creíbles previsiones a
quince años.
Entre esos datos de interés a los que hacíamos referencia resulta
particularmente útil el cuadro de previsión de la evolución de la población por
comunidades autónomas. Como es habitual nuestra querida Asturias aparece en los
puestos de cola con un -8,3% equivalente a una caída de casi 88.000 habitantes. Es sumamente llamativa, en cambio, la pujanza de las comunidades insulares,
las únicas junto con Ceuta y Melilla que se considera están destinadas a crecer.
En relación con las previsiones a largo plazo nos ha sorprendido
la linealidad de la evolución prevista para la esperanza de vida al nacer. Es curioso constatar como se aparta antes de ese comportamiento en los hombres que en las mujeres por mas que
la superior pendiente de la tendencia masculina sirva para recorta la diferencia entre sexos que ahora anda por los cinco años y medio mientras que en 50 años se
situaría en poco mas de tres.
Otro gráfico interesante es el que muestra la evolución
prevista de la llamada pirámide de población (cuan pintoresca denominación en
nuestra España actual). Resulta interesante compararla con la de algún país vecino, por lo que recurrimos nuevamente a Francia para comprobar la especificidad española. Obsérvese el
estrechamiento por la base que tan inquietante resulta para el futuro de nuestro país. Esto sí que tiene que darnos miedo. Este mal de muchos (en Europa) tiene muy diversos grados. De paso, ¿conocen vds. las medidas que están adoptando nuestros
gobernantes para evitarlo?
Y es que si hay un gráfico que echamos en falta en la nota del INE es el de la evolución prevista de la "tasa de dependencia" (relación entre la población menor de 16 años o mayor de 64 y la población de 16 a 64 años). Cierto es que los datos están en el documento, así que ya nos encargamos nosotros.
Mas nos vale que los demógrafos se equivoquen severamente.
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