La portada del 5 de octubre de 1968 del semanario The New Yorker es una interesante reflexión a cargo de James Stevenson sobre la forma en que los candidatos se relacionan con su entorno en sus acelerados tránsitos. La segunda escena ya no es posible con nuestra actual legislación electoral, pero menudas cosas hemos visto hasta hace nada. Mísmamente la ciudad que da nombre a este blog mísmamente ha vivido en los últimos años hasta tres inauguraciones de su flamante nuevo hospital. Y ni coloraos, oiga.
Para rematar este breve apunte les dejamos con un enlace a una compilación de reinterpretaciones del mas bien ridículo remake de Verano Azul que se han marcado algunos dirigentes populares. ¡Señor, prejubílame pronto!
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