viernes, 15 de diciembre de 2023

Maleteros

 

Tenemos la sensación de que no debimos estar muy atentos a las primeras viñetas que recurrieron a la imagen del maletero para escenificar la huida de Puigdemont del 29 de octubre de 2017. Una fuga que probablemente se produjo meramente agazapado en el asiento de atrás, como algún airado cronista se ha tomado la autoconvencedora molestia de probar [sin éxito] por sí mismo. [1]

El caso es que el primer dibujo que tenemos etiquetado con ese iconográfico recurso es el de Puebla del 11/1/21 protagonizado por Trump en "La bestia" poco antes de que se viera obligado a ceder, no sin muy cuestionables prácticas previas, la presidencia de Estados Unidos a Joe Biden. Algunos meses después, el 20/6/21, el propio dibujante de Abc mostraba una lúcida anticipación sobre lo que vendría y el 25/9/21 era su compañero JMª Nieto quien diseñaba una oportuna pieza de mobiliario con motivo de la breve detención sufrida en Cerdeña por tan señalado prófugo de la justicia española.


El incidente de Italia convirtió en premonitorio el consejo formulado pocos días ante por Napi (10/9/21). El propio dibujante de Diari de Tarragona se ocupaba el 14/5/22 de las inquietantes relaciones del independentismo con Rusia en un dibujo que hace un irónico recordatorio de plan de fuga. Sigue el ensayo de la vuelta en la tira de JL Martín en La Vanguardia de 16/12/22. 


Ya este año, Tomás Serrano ofertaba el 13 de enero un retorno a la medida de la huida en la viñeta que señalaba la entrada en vigor de las reformas ad hoc introducidas en el Código Penal. Pero ya se sabe que faltó finura penalista y no pudo ser, así que se imponía e lanzamiento de la operación amnistía. El pasado 6 de julio era  Álvaro quien reiteraba la oferta de acomodo con motivo de la suspensión de la inmunidad parlamentaria del fugado y el día 25 de ese mismo mes Puebla disponía un postelectoral punto de encuentro que ya hemos enviado a La Moncloa a modo de sugerencia ante la pronta formalización en la presidencial agenda edl hipócrita "ni confirmo ni desmiento" de ayer.

Yolanda Díaz demostraba en la viñeta de Nieto del pasado 9 de septiembre que, si hay voluntad, es perfectamente posible celebrar ese encuentro en un maletero. Para mayor abundamiento, Tomás Serrano desvelaba que la vicepresidenta 2ª tuvo el detalle de emular a su interlocutor en su viaje de vuelta a La Moncloa. Solidaridad postureal.

JMª Nieto planteaba el pasado 7 de noviembre una nueva, en esto nunca puede decirse última, exigencia de Puigdemont y una semana después Peridis se estrenaba en el recurso al portaequipajes.

Al día siguiente era Tomás Serrano quien volvía sobre el meme en su visión de la investidura inspirada en el final de Thelma & Louise  (1991) y el pasado día 4 Gallego y Rey se convertían en los octavos humoristas a quienes hemos visto dibujar maleteros en relación con Puigdemont.


Los novenos contribuyentes a este apunte, que son Idígoras y Pachi, tan solo han llegado a la mención en su tira del pasado 25/11, mientras que Peridis también cuenta con dos referencias verbales, ambas vinculadas a una sonada intervención (enlace vídeo) del recientemente nombrado portavoz del PP en el Congreso Miguel Tellado: la viñeta en que debutó el personaje en su sección de El País el 29/11 y la del pasado día 3. No serán las últimas.



Adenda 2024: Idígoras y Pachi aportaron el 8 de marzo el primer añadido a esta colección y el 11 llegó una islamista versión de García Morán.

El día 22 sumábamos dos piezas más, una adaptación de Tomás Serrano del cartel "Vuelve" de Pablo Iglesias [véase La semana en viñetas 10/2019] y un 'Ja és aquí' de Sansón.


Mortiner explicaba el 29 de marzo la distribución del coche oficial de Campaña de esa ególatra candidatura denominada “Junts+ Puigdemont per Catalunya”. Idígoras y Pachi ofertan un papamóvil al huido en su viñeta de l1 de abril.


En ningún momento imaginamos que llegaríamos a tener una viñeta protagonizada por Begoña Gómez en este recopilatorio, pero ahí está la visión de Álvaro del 26 de abril sobre un pocopotético desenlace  de la crisis abierta por Pedro Sánchez con sus reflexivos días de asueto. 



Sergi Pàmies (La Vanguardia, 17/11/23)

Miguel Tellado, vicepresidente de organización del PP, expresó su deseo de que Pedro Sánchez salga del país metido en un maletero. Es un peldaño más de una espiral que empezó hace años y que mezcla delirios, mentiras, bilis celtibérica y prototipos de futuras leyendas urbanas. En 2017, cuando Carles Puigdemont decide salir del país para instalarse en Bélgica, muchos medios de comunicación describen su decisión como una huida y subrayan su logística extravagante. Cuentan, por ejemplo, que el presidente ha salido de su casa escondido dentro del maletero del coche de su mujer Marcela Topor. La fuerza de la imagen es contagiosa. El mito del maletero se impone como una de esas verdades más fáciles de aceptar que de contrastar. Luego se acaba sabiendo que Puigdemont no iba metido dentro del maletero sino que viajó “agazapado” en el asiento de detrás.

El matiz no afecta a la dimensión grotesca de un gesto que, pese a los esfuerzos de precisión, queda fosilizado por el interés político. Las bases de datos cinéfilas afirman que el famoso plano del maletero de las películas (enfocar desde el interior del maletero) nació en 1948 en Orden: caza sin cuartel. Como era imposible meter a un operador y una cámara en el maletero preservando una panorámica eficaz, se fabricó un falso maletero que mantenía las proporciones del plano sin torturar a nadie. El plano, pues, es artificial, como lo es la versión que sitúa a Puigdemont en un espacio que, en el mundo real de las tragedias políticas, sí recuerda el asesinato de Aldo Moro (extraordinariamente narrado en la serie Exterior noche, que puede verse en Filmin).

La idea del maletero conecta con la definición de “fugado”, que tampoco responde a ningún rigor jurídico, pero funciona en el territorio de la demagogia declarativa y las mentiras de estado que siguen intercambiando unos y otros. Por empatía política, el otro día fui al parking con la intención de meterme en el maletero del coche y comprobar qué debió sentir no ya el Puigdemont real sino el de la leyenda. De entrada, quité algunos elementos que podrían molestarme (una botella de agua, una caja de pañuelos de papel). A primera vista, me pareció que la obesidad y la sesentena no son los mejores ingredientes para practicar semejantes contorsiones. A pesar de todo, me acerqué y, justo cuando hacía el gesto de elevar la pierna derecha e inclinar la espalda y la cadera, noté, en las lumbares, una puñalada ciática que me paralizó (he pedido hora al fisioterapeuta). Conclusión: teniendo en cuenta la anatomía de Pedro Sánchez, más que un maletero necesitarán un contenedor para que quepan sus 1,90 m y 94 kg y las toneladas de desconcierto e inquietud que ha generado, ya no entre sus rabiosos enemigos, sino entre muchos de los ciudadanos que le votaron.


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