Llega a su final el recorrido por las recreaciones de famosas obras de arte publicadas en la portada de la revista The New Yorker que iniciamos en el mes de mayo de 2014. Cierto que todavía añadiremos un apunte más a modo de índice de esta larga serie de entradas.
Hemos dejado para el final la cubierta realizada por Benoît van Innis para el número del de 12 de abril de 1993. Y es que esos 16 huevos de Pascua son las referencias artísticas que a nosotros, más aficionados al arte de siglos anteriores que al producido en el XX, nos plantean un mayor reto interpretativo.

La siguiente pieza es una muestra de puntillismo por lo que la asociamos con Seurat como más destacado practicante de esa técnica, mientras que la característica caligrafía y disposición del rótulo "La table" marca el vínculo buscado con Magritte en el tercer huevo. Completa la primera fila una clara referencia a las inconfundibles composiciones de Piet Mondrian.
La segunda fila comienza con un homenaje al dibujo humorístico en la persona de Chas Addams. El personaje escogido es el uncle Fester de la familia Addams, tomado de una famosa viñeta que muestra a ese siniestro personaje gozando a contracorriente en un cine.

La tercera fila comienza con una referencia al característico dripping de Jackson Pollock, seguida de otro huevo que luce algunos rasgos propios de las composiciones de Wasily Kandinsky. En el que completa la fila es la característica trama de puntos Ben-Day la que nos trae a la memoria la obra de otro destacado artista pop como fue Roy Lichtenstein.
Remata la serie una pieza cortada a la manera de "El recién nacido" realizado en 1915 por el escultor rumano Constantin Brâncuși. Una obra ejecutada primeramente en mármol en el curso del proceso de búsqueda de las formas primarias seguido por ese artista y repetida, posteriormente, con otros materiales como el bronce.
En la última fila parece clara la referencia a la obra de Dalí en el protuberante pseudohuevo, pero tenemos más dudas en relación con el resto de las piezas. Así que dejamos abierto este apunte para posibles aportaciones. El monocolor, a pesar de que nos descoloca un poco el uso del color rojo, apostaríamos por adjudicárserlo al controvertido precursor del monocromatismo que fue Kazimir Malevich (autor de Red Square, 1915). Y en la pieza que cierra al colección queremos ver los rasgos estilísticos y cromáticos de Ferdinand Léger, pero quede claro que estamos abiertos a las sugerencias de nuestros visitantes.
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