sábado, 12 de octubre de 2024

Lenguaje de la semana 41/2024

 

El término crossfitacrónimo de cross-disciplinary fitness (que cabe traducir como entrenamiento multidisciplinar), es la palabra tratada por Chelo Vargas-Sierra en la edición de esta semana del Martes Neológico. Se trata de una voz nacida en el año 2000 como marca registrada del gimnasio CrossFit Inc establecido en la localidad californiana de Santa Cruz donde se inició la práctica de esa modalidad de entrenamiento asociada al concepto de reto diario que se concreta en un WOD (work of the day). Y a la vista del éxito que está teniendo, creemos que no tardará en ingresar en el DLE, quizá a la vez que el no menos exitoso spinning que también es marca registrada. 

Tenemos registradas muy pocas viñetas sobre el crossfit, pero la de Julia Suits publicada en el número de la revista The New Yorker del 22/1/2018 nos parece que refleja bastante bien el espíritu que planea sobre mucho practicantes de este tipo de entrenamiento.

El ‘Diccionario’ no es un libro de estilo titula Álex Grijelmo La punta de la lengua suscitada por la disparatada resolución de un juez argentino que "ordena" a la Real Academia Española suprimir la acepción de “judío” como “persona usurera”. Como es habitual, encontrarán el texto íntegro como anexo, pero hoy acompañado por otro artículo de Grijelmo aparecido el propio miercoles en el  suplemento Ideas de El PaísEl embuste del seudonimato: una cuenta con nombre falso es ya una mentira. Ya se imaginarán que por aquí lo hemos leído con sumo interés por cuanto nos afecta directamente.

JM Esteban se aplicó el lunes a la  desautomatización fraseológica basada en la ruptura de las expectativas que ha convertido en un recurso muy característico de su humor [1]. ERinconte  Que cada barco aguante su vela de David Prieto García-Seco es una reciente recomendación de lectura que trata materias conexas con el juego de sustitución aplicado en la adjunta viñeta.

Padylla, por su parte, practicaba el jueves el paronímico malentendido que en inglés se denomina mondegreen y en español también es conocido como  pomporruta. Ingeniosa manera de apuntar, apoyado en una evocación del famoso ¡Que te vote Txapote!, en qué derivó el debate del Congreso convocado para debatir la crisis migratoria. Añadida ha quedado esa viñeta a nuestra colección de 'Txapoteos' humorísticos.

La quesera pieza de JM Nieto del jueves nos ha llevado a reparar en que cuajo no cuenta en el DLE con la acepción de atrevimiento, habitualmente utilizada en sentido irónico, que sí tiene, por ejemplo, en el Diccionario del español actual de Manuel Seco. Una extensión semántica de la pachorra que hay que tener para actuar con desvergüenza sin alterarse visiblemente. Quien no ha consegido recibir atención humorística esta semana, pese a sus denodados esfuerzos, ha sido Yolanda Díaz.

No es la primera vez que encontramos en una viñeta de Peridis la popular expresión ¡A buenas horas, mangas verdes! (enlace a la del 14 de marzo de 2018), pero sí la primera ocasión en que ese verde connota el color corporativo de Vox. El origen de esta frase que se aplica a quien llega a destiempo, cuando ya resulta inútil el posible auxilio, procede, según explica José María Iribarren en su magnífico libro El porqué de los dichos, del color de las mangas, contrastado con el del coleto, del uniforme de los cuadrilleros de la Santa Hermandad que tenían fama de llegar con frecuencia demasiado tarde para capturar a los malhechores. Acompañamos un fragmento del cuadro Auto de Fe presidido por Santo Domingo de Guzmán (1491 - 1499) de Pedro Berruguete en el que puede verse el aspecto de los citados uniformes no muchos años después de la fundación de ese cuerpo policial en 1472. 

José Luis Martín recordó el domingo pasado en una tira cargada de milagrera ironía el célebre "Lo siento mucho. Me he equivocado. No volverá a ocurrir" con que el rey Juan Carlos se disculpó en 2012 tras haber sido pillado en una inoportuna escapada al extranjero. Y el martes era Napi quien combinaba dos clásicas anfibologías del humor sobre Franco mientras que Pablo García asimismo apoyaba ayer en un juego de palabras unas retiradas paralelas que ya incluimos ayer en el recopilatorio La retirada de Rafa Nadal.

Puebla, siempre atento a las cuestiones militares, rindió homenaje el domingo al Tte. Coronel Estrada Martín fallecido tras estrellarse con el F-18 que pilotaba. La viñeta incluye un fragmento del himno del Ejército del Aire (escucharlo) que data del año 1967 y tiene una letra que es obra del entonces omnipresente y ahora completamente ignorado, cuando no denostado por su filiación ideológica, J.M.ª Pemán.

La música pop la pone Santy Gutiérrez que el lunes llenó las burbujas de texto de su viñeta sobre Oriente Próximo con un fragmento de la letra de la canción Ni tu ni nadie (letra). Un tema de Carlos García-Berlanga y Nacho Canut que se convirtió en el exitoso segundo sencillo del álbum Deseo carnal grabado en 1984 por Alaska y Dinarama.

Concluimos con la visión de Tom Gauld sobre la escucha acelerada de los audiolibros, efectos extensibles a la práctica cada vez más habitual con los audios de Whatsapp, más una reivindicativa  Caperucita de Ann Telnaes en The Washington Post 





[1] Unos ejemplos del 27/4/23 y 25/4/24



Anexo

El ‘Diccionario’ no es un libro de estilo
Álex Grijelmo (El País, 9/10/2024)

La resolución de un juez argentino sobre la palabra “judío” muestra su poca finura acerca de cómo funciona el idioma

Un juez argentino ha ordenado (tal cual) a la Real Academia Española suprimir la acepción de “judío” como “persona usurera”, tras una denuncia de representantes de la comunidad hebrea en aquel país. La resolución judicial, de finales de septiembre, demuestra la escasa finura de su firmante, Ariel Lijo, acerca de cómo funciona el idioma.

Para empezar, dirige su orden contra la Academia Española, cuando tanto el Diccionario como la Nueva Gramática y otras obras académicas son elaboradas y suscritas por las 23 entidades de cuatro continentes (se incluyen Filipinas y Guinea Ecuatorial) que forman la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE). Entre ellas, la Academia de Letras argentina; encargada de aportar a la obra común las propuestas que nacen de aquel país.

En segundo lugar, el juez transmite una idea que no por extendida deja de estar equivocada: ni la Academia Española ni sus instituciones hermanas son las dueñas del idioma. Ellas no deciden libre o arbitrariamente lo que se define en el Diccionario, sino que llevan a él los usos documentados de las palabras, les gusten o no. No se debe confundir un diccionario con un libro de estilo.

Y en tercer término, sería contraproducente eliminar esa acepción porque entonces no se podría acusar a nadie de haber utilizado “judío” como término insultante, puesto que la palabra habría quedado vaciada de ese significado oficialmente, aunque lo mantuviese en la realidad. No existiría codificación correcta para ese acto.

La quinta acepción de la entrada “judío” señala: “Dicho de una persona: Avariciosa o usurera. Usado como ofensivo o discriminatorio”.

Desde el momento en que se retirase esta acepción, ¿cómo se podría demostrar que el vocablo lleva consigo una carga ofensiva en determinados contextos? Si alguien escribiese en un periódico “los banqueros que han subido los tipos de interés son unos judíos” y la intención que se manifiesta ahí no tuviera reflejo en el Diccionario, el acusado de haberla pronunciado podría argüir que su expresión carecía de ánimo injuriante, puesto que no hay en ella ninguna acepción peyorativa. Por tanto, necesitamos que el lexicón académico incluya definiciones reales y precisas para condenar con ellas a los xenófobos, a los racistas y a los machistas, entre otros retrógrados.

La misma buena voluntad del juez argentino se podría dirigir contra todos los insultos de nuestro idioma: quitémoslos del Diccionario, para que así dejen de existir. Vale, pero entonces ¿cómo se podrá condenar a nadie por injurias o atentado contra el honor o la imagen de otro, si en ningún sitio se ha establecido que esos términos significan lo que significan?

Por otro lado, la acepción peyorativa de “judío” está diseminada por nuestra literatura, clásica o moderna, a veces en la pluma de autores que incluso condenaban ese ánimo insultante pero lo ponían en boca de un personaje a quien querían retratar como imbécil. Si ahora alguien necesita consultar ese significado histórico, el Diccionario debe darle también la respuesta precisa.

Lo condenable no es que la citada acepción de “judío” esté en el repertorio académico, sino que aún haya quien la arroje contra otros. Por tanto, no hay que apuntar contra la Academia ni contra las palabras, sino contra quienes las usan para insultar o despreciar a sus semejantes. Y en eso, señor juez, usted tiene mucho trabajo.



El embuste del seudonimato: una cuenta con nombre falso es ya una mentira
Álex Grijelmo (El País, 9/10/2024)

El anonimato digital está en el origen de la mayoría de los usos perversos de la actualidad, escribe el periodista Álex Grijelmo en su nuevo ensayo. “Son nombres fantasmagóricos que avanzan cada día en la oscuridad”, escribe

Podemos deducir en líneas generales que el anonimato en el mundo analógico no es bueno ni malo por sí mismo, sino que depende del fin con el que se use. Incluso existen anonimatos benéficos. Con todo y con eso, el anonimato digital se halla en el origen de la mayoría de los usos perversos de la actualidad. Entre los más leves, el abandono de la cortesía; y entre los graves, muchos delitos que han abocado incluso al suicidio de las víctimas de un acoso.

Vamos a dar cuenta a continuación de la peor cara de esta realidad. Las manipulaciones, los abusos y las tragedias que se derivan del anonimato en internet y en las redes sociales no dejan de sucederse, y eso habrá de conducir a que las personas empáticas dispuestas a mejorar la convivencia pidan soluciones que acaben con estas vilezas.

Las fechorías mediante el anonimato y el seudonimato en el mundo analógico se podrían analizar de una en una, adquieren un cierto carácter individual, episódico incluso; y son abrumadoramente vencidas en las estadísticas por su vertiente benigna. En cambio, los actos que describiremos en adelante constituyen avalanchas masivas, se cuentan por millones, producen enorme repercusión social y sus efectos favorables constituyen excepcional excepción.

Como ha escrito el filósofo surcoreano Byung-Chul Han, “el respeto va unido al nombre” (al nombre, a la representación de nuestro ser). Eso entronca con la historia que abrió el contable Kushim hace más de 5 000 años al respaldar con su respetada firma las cantidades de cebada que había registrado en el almacén sumerio del que era administrador. “Anonimato y respeto”, añade Byung-Chul Han, “se excluyen entre sí. La comunicación anónima, que es fomentada por el medio digital, destruye masivamente el respeto. Es, en parte, responsable de la creciente cultura de la indiscreción y de la falta de respeto”.

El escritor y editor Basilio Baltasar ha recordado que internet y las redes sociales se presentaron en sociedad como un decisivo salto evolutivo, con un prestigio arrollador: “Nadie hubiera dicho entonces que propiciarían el hostigamiento de los individuos molestos y ejecutarían su linchamiento digital, envenenando con una insólita furia tóxica el debate”. Mientras se perpetraban esos ataques, los expertos en innovación evitaban mencionar los efectos nocivos de las nuevas tecnologías, desarrolladas en connivencia con “la mansedumbre de los intelectuales que han renunciado a su escepticismo crítico y han consentido a su manera el triunfo de la maquinaria de la enajenación”.

Mentes preclaras del periodismo, la comunicación y la empresa se fascinaron con el fenómeno sobrevenido y solamente le encontraron ventajas. Pero ya entonces existían antecedentes llamativos. Antes de que nacieran Facebook o Twitter circulaban por internet textos anónimos, amparados por lo que entonces se llamaban en España “los confidenciales digitales”, algunos de los cuales (hay excepciones) difundían informaciones sin firma y sin contraste, recogían rumores malintencionados y albergaban sin reparo comentarios insultantes. Deberíamos haber visto venir lo que se avecinaba.

Con el incremento exponencial de los habituales de las redes y de internet fue creciendo también la figura colectiva del “agresor motivado”, según la denominación del profesor Javier García González: “Los usuarios terminan por identificar la falta de norma o la ausencia de regulación coherente con la permisividad/legalidad de las conductas”, como ya sucedió con la piratería intelectual en internet, especialmente la musical.

La profesora Julia Sanmartín, de la Universidad de Valencia, cree en el mismo sentido que “el anonimato, la ocultación de la verdadera identidad y la falta de adscripción de una comunidad virtual llevan al sujeto a la agresión verbal, al flaming [’mensajes incendiarios’], a la ciberdescortesía en los continuos desacuerdos”. Resulta llamativo, añade, cómo el anonimato favorece que se escriban textos digitales con un elevado grado de violencia verbal. La identidad ficticia hace posible destruir la amabilidad comunicativa, y de ese modo “los ataques forman parte ya de una especie de estilo agresivo habitual de este género”.

El delincuente cibernético se ve cómodo en el anonimato, mucho más difícil en la vida real; porque no aprecia riesgos reales contra su modus operandi. Además, apenas transcurren segundos entre su impulso agresor, la inmediata plasmación de la bilis en un texto y su envío a los potenciales destinatarios. Por el contrario, un anónimo en papel, los insultos en un artículo o una falsa denuncia ante la policía requieren tiempo de elaboración y de maduración, así como tomarse la molestia de cursarlos o tramitarlos, siempre con posibilidad de marcha atrás a lo largo del proceso, algo que no se suele dar en los vertiginosos mensajes de las redes sociales. Algunos se borran, sí, pero cuando la ofensa ya se ha hecho y circula por mil caminos: bajar el arco no cambia la trayectoria de la flecha que acaba de lanzar.

Este panorama llevaría a deducir a un extraterrestre recién llegado que en el mundo digital rigen unas leyes y normas de comportamiento distintas de las que se cumplen en el mundo físico. Las cartas al director en los periódicos impresos tradicionales (que se reproducen también en la versión digital) se publican tras verificar los datos de quienes las envían: para empezar, hacen falta un DNI y una dirección. Sin embargo, los comentarios que se insertan al final de los artículos de esos mismos diarios en su versión electrónica carecen generalmente de comprobaciones. Dos mundos aparte.

Vamos a adentrarnos ahora, pues, en lo peor del anonimato (o de su equivalente el seudonimato opaco: el utilizado masivamente para agredir, para acosar, para abusar de alguien, para engañar a un menor de edad.

El seudonimato opaco (es decir, el modo de anonimato más general en las redes) constituye en sí mismo un embuste. Quien se expresa mediante una cuenta de nombre falso comienza por mentir acerca de su propia identidad; lo que a menudo no impide que a partir de ahí intente exigir la justicia universal.

No hay millones de anónimos ni de seudónimos en el mundo analógico, en los anonimatos de papel. Pero millones de perfiles de cualquier red se muestran con nombres inventados para la ocasión, bien se trate de seudónimos o bien de suplantaciones, o de robots movidos por programadores a sueldo de la manipulación. Son nombres fantasmagóricos que avanzan cada día en la oscuridad.

Así, los lanzadores de piedras y proyectiles quedan ocultos. Su dirección IP (Internet Protocole, la matrícula de cada ordenador) solamente la ve el prestador del servicio, nunca los demás usuarios; y, por si fuera poco, se considera un dato personal que no puede mostrarse sin consentimiento. Eso imposibilita en la práctica saber con rapidez a qué computadora corresponde un determinado perfil cuando lo pide un juez, sobre todo si la cuenta ha desaparecido por la huida del perpetrador, que la canceló o cambió. Las burocracias del mundo analógico delatan su anacronía ante la urgencia en el mundo digital, porque las cuentas delictivas se pueden abrir y cerrar en cuestión de minutos, lo que contrasta con la lenta maquinaria judicial que persigue clausurarlas cuando se comete delito. Tortugas analógicas contra liebres digitales.


1 comentario:

  1. nuevos terminos: pelo brocoli, jovenlandes, jovenlandia, charo.....

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