La cuestión mexicana repetía el lunes en la mordazmente memoriosa viñeta de JM Esteban en La Razón, mientras que Puigdemont aparecía representado a lo Luis XIV de Rigaud en la de Peridis de El País ya comentada en el apunte del lunes. Un dibujo que ha pasado a engrosar la extensa colección de réplicas de ese famoso retrato albergadas en el CLIPDA CLXIII.
No recordamos haber visto nunca el concepto marxista de plusvalía en una sección de humor, pero ahí estaba Vergara para que nuestros ojos no se queden sin esa experiencia. Sigue la naval metáfora utilizada por García Morán en la segunda viñeta que hemos encontrado sobre la sentencia del TJUE (la primera fue la de Peridis del pasado viernes).
Padylla publicaba su segunda pieza sobra la tragedia de El Hierro. La acompañamos con la del domingo, una jornada en la que Javi Salado también se ocupó del fatal naufragio.Del abundante humor publicado en Bélgica sobre la visita del papa Francisco hemos escogido el dibujo de Pierre Kroll sobre el anuncio de que se iniciará el proceso de beatificación del rey Balduino, fallecido en 1993 en Motril, que en 1990 renunció durante 36 horas a la Corona para no sancionar la aprobación de la ley del aborto. Completamos la colección de hoy con la positiva valoración de Jeff Koterba del tono del debate de los candidatos a la vicepresidencia de Estados Unidos que, en opinión mayoritaria, fue ganado por el republicano JD Vance. Concluimos, como tantos jueves, con la columna de Daniel Gascón en El País.
El Estado te vigila (también en el hotel)
Daniel Gascón (El País, 3/10/24)
Sorprende que no haya habido más debate sobre la alucinante cesión de información que impone la nueva normativa a partir de diciembre
A partir del 2 de diciembre quien duerma en un hotel, contrate los servicios de una agencia de viajes o alquile un coche en España tendrá que dar hasta 18 nuevos datos que serán comunicados a la Secretaría de Estado de Seguridad. Ese día, como ha contado Ignacio Cembrero en El Confidencial, entra en vigor el Real Decreto 933/2021. Entre los datos estarán el parentesco si un menor comparte habitación, el número de personas que viajan, el lugar de residencia, el teléfono y el email. Habrá que comunicar la forma de pago. Si es con tarjeta se deberá aportar el nombre, el número y la fecha de caducidad. Se pide el IBAN de la cuenta bancaria. El real decreto tendría que estar en vigor, pero se ha pospuesto porque no está lista la aplicación para subir los datos y porque hay oposición en el sector.Sorprende que no haya habido más debate sobre esta alucinante cesión de información al Estado, que ha generado asombro en otros países (la regulación es mucho más estricta que en el resto de Europa). Si el silencio de la oposición se debe a que no se han enterado, es preocupante; si les parece bien resulta todavía peor. Y qué decir de esa izquierda que quería tanto a Foucault.
El reglamento “carece de rango de ley y no puede limitar derechos fundamentales amparándose en que desarrolla el artículo 25 de la Ley Orgánica de Seguridad Ciudadana. Tendría que estar el anexo en la propia ley y haberse debatido y aprobado en el Parlamento”, sostiene el experto Borja Adsuara. El decreto lo informa la Agencia de Protección de Datos, que señala que habría que justificar la necesidad de recabar esos datos. No se ha hecho. Se exige a los ciudadanos transparencia y sumisión, mientras que la administración no se molesta en cumplir las normas. El poder fiscaliza a los ciudadanos y no al revés.
Tampoco se consultó al sector, aunque la normativa le afecta directamente (para empezar, con una cantidad ingente de trabajo). La Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos señala la oposición generalizada a nivel nacional y europeo. La normativa plantea problemas de seguridad: los datos son jugosos y podrían estimular ataques informáticos al Estado y a las empresas, que están menos protegidas. Eso, además, tras experiencias como el radar covid, el suplicio de los certificados electrónicos o el robo de los datos de millones de conductores a la Dirección General de Tráfico, y, asumiendo —y es mucho asumir— que no va a haber un mal uso de esa información.
El real decreto apela a la seguridad pero genera inseguridad, es legalmente dudoso y técnicamente inaplicable. Y, sobre todo, es un reglamento antiliberal y abusivo que invade de manera inaceptable la intimidad de los ciudadanos.
[2] México: destrucción e incertidumbre
Enrique Krauze (El País, 30/12/24)
A esta tragedia se le ha llamado Cuarta transformación. Haberla entrevisto no me da la más mínima satisfacción. Con toda mi alma hubiera deseado equivocarme
En junio de 2006, un mes antes de las elecciones presidenciales, escribí un ensayo sobre Andrés Manuel López Obrador titulado “El mesías tropical”. Era, ante todo, un retrato psicológico de un hombre con vocación social pero lastrado, al mismo tiempo, por una ambición de poder oscura, irracional, vengativa. Registré su carácter intemperante, su obsesión consigo mismo, su completo desinterés del mundo exterior, su ignorancia económica, su desprecio del derecho, su dogmatismo ideológico y su autoritarismo político: nada tenía que ver López Obrador con la tradición liberal, constitucional, democrática de México, ni siquiera con la socialista. Claramente, era un personaje tiránico. Al final, señalaba la peligrosa convergencia de dos delirios suyos: equipararse con Jesucristo y ostentar la desbordada naturaleza “tropical” del poder en Tabasco, su estado natal en el sureste de México. Su triunfo me parecía inminente, y por eso advertí: “México perderá años irrecuperables”.
López Obrador perdió las elecciones de 2006 y 2012, pero finalmente triunfó en 2018. Ha gobernado seis años. Esta es una brevísima relación (incompleta, por supuesto) de su furor destructivo:
Canceló el Seguro Popular, lo que dejó sin cobertura de servicios públicos de salud a 30 millones de mexicanos. Recortó recursos al Instituto Mexicano del Seguro Social, así como a dieciocho Institutos Nacionales de Salud y hospitales de alta especialidad, lo que derivó en escasez de medicamentos y material hospitalario. Su política de austeridad dejó sin cirugías a 500 mil personas y sin surtir 15 millones de recetas médicas (cinco veces más que el Gobierno anterior). La población sin asistencia médica pasó de 20.1 millones en 2018 a 50.4 millones en 2022. Se suspendió el 97% de las atenciones a enfermos de cáncer. En los seis años de su Gobierno, más de 6 millones de niños quedaron sin inmunizar debido al desabasto de vacunas. Su manejo de la pandemia de COVID resultó en 800 mil muertes en exceso, de las que 300 mil son atribuibles a sus decisiones. Presidió el sexenio más violento de la historia de México, con casi 200 mil homicidios. El periodo registró la mayor tasa de feminicidios, desaparición de personas, extorsión, narcomenudeo, trata de personas, desplazamiento forzado, robo a transporte de carga, robo de hidrocarburos, violaciones y violencia familiar. Permitió que crimen organizado se convirtiera, de hecho, en un estado paralelo en zonas amplias del territorio. Dilapidó más de 80 fondos y fideicomisos públicos, entre ellos los destinados a la recuperación por desastres como huracanes, terremotos y enfermedades catastróficas. Esos recursos no le bastaron: aumentó la deuda pública en 6.6 billones de pesos (el dólar se cotiza a 20 pesos), por lo que resulta el sexenio más endeudado en lo que va del siglo. Recibió un déficit del 2% y lo llevó al 5.96% del PIB. El crecimiento promedio en estos seis años fue del 1% del PIB, el más bajo en los últimos cinco Gobiernos. Sus obras de infraestructura se construyeron con un sobrecosto mayor a los 485 mil millones de pesos y las más importantes son inviables: un aeropuerto fantasma, una refinería que quizá algún día producirá gasolina (más cara que la importada), y un tren que devastó las selvas del sureste mexicano. Las tres fueron construidas por el Ejército, al que Lopez Obrador ha concedido un enorme presupuesto y un poder sin límite, encomendándole tareas ajenas como la supervisión de aduanas además de convertirlo en la única policía nacional. Fue también el peor sexenio en materia de corrupción, impunidad, transparencia, desmantelamiento institucional y destrucción de todos organismos autónomos para la rendición de cuentas. Su demolición más reciente ha sido la división de poderes y el orden republicano vigente por 200 años. López Obrador ha destruido el Poder Judicial: se despedirán miles de jueces y se elegirán nuevos por votación popular. Pero quizá su legado más grave es haber sembrado, día tras día, el odio y la división en la sociedad mexicana.
A esta tragedia se le ha llamado Cuarta transformación. Es un agravio a la noble tradición socialista llamarla “de izquierda”. Haber entrevisto lo que ha ocurrido no me da la más mínima satisfacción. Con toda mi alma hubiera deseado equivocarme.
¿Cómo se explica la popularidad de Andrés Manuel?
Por un lado, está la captura prácticamente total de la información, el monopolio de la verdad, el silencio y (en el mejor de los casos) la autocensura de los medios masivos de comunicación. La propaganda oficial ha ocultado la naturaleza y dimensión de la destrucción. Por otra parte, están los programas sociales, en particular el reparto en efectivo. Pero este reparto necesario (que desde 1973 propuso Gabriel Zaid en las revistas Plural y Vuelta y que la revista Letras Libres siempre ha apoyado) ha sido desvirtuado por su carácter discriminatorio y porque se acompaña de obediencia política. De hecho, la distribución se lleva a cabo a través de una red de “Servidores de la nación” que operan como los comités revolucionarios cubanos. Ellos hacen creer a los beneficiarios que los recursos provienen del Gobierno y no de los impuestos. (De hecho, increíblemente, esa es la misma propaganda oficial sobre las remesas que envían los migrantes desde Estados Unidos).
Ésos son los elementos centrales de la servidumbre voluntaria que aqueja a la mitad de los mexicanos. Si todo sigue igual, tarde o temprano los ahora creyentes despertarán a la realidad, y el despertar será doloroso. Acaso entonces entenderán lo que los pueblos de Cuba y Venezuela comprenden hasta hora: los liderazgos mesiánicos traen consigo la esperanza del reino de Dios en la tierra, pero el resultado final es siempre el mismo: el hambre, la desolación, la postración, el exilio.
Claudia Sheinbaum será la primera mujer que llega a la presidencia de México. Es un hito histórico en un país machista y ensangrentado, en particular por los feminicidios. Hasta ahora Sheinbaum no ha dado ningunos indicios de independencia con respecto a su mentor. Pero recordemos que cada seis años desde 1934 México ha tenido un nuevo presidente y un nuevo Gobierno: nuevos de verdad, no subordinados. ¿Querrá Sheinbaum asumir esa tradición? De no hacerlo, el poder mismo —o, mejor dicho, la impotencia desde un poder subordinado— la devoraría.
Una nube de incertidumbre oscurece el panorama. Pero el azar existe. Quizá Sheinbaum canalizará su propia vocación social a apoyar la autonomía de las personas sin exigir una obediencia política que las degrada. Quizá buscará la concordia, no la polarización. Quizá intente preservar el orden republicano. Quizá gobernará para todos. Quizá hablará con la verdad. Quizá dará inicio a un proceso arduo y largo de reconstrucción.
No sé si ocurrirá. Sólo se que no hay otro camino para que México recupere el lugar honroso, civilizado y recto que hasta hace poco ocupaba en el concierto de las naciones democráticas.
[4] Las de ayer son de Ricardo y Vergara. Las de hoy de Fontdevila (3er Netanyahu consecutivo en la sección de humor de eldiario.es y 5º en los últimos diez días), Oroz, Pinto&Chinto, Ferreres y Santy Gutiérrez.
Pérez Royo.....¿Un "josé antonio martín pallín" bis? ¿Un "luis frontela"bis?
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