sábado, 1 de marzo de 2025

Lenguaje de la semana 9/2025

 

Comenzamos con Meme de Fernando A. Navarro. Un artículo sobre la evolución de la palabra creada por Richard Dawkins que está accesible en el Diario Médico con el único requisito de registrarse. Pese a la simplicidad del trámite, para evitar que haya quien deje de leerlo por aperezado incumplimiento de tan sencillo formalismo, adjuntamos ese breve texto como Anexo 1.

Noelia Carranco Cruz trató en el Martes Neológico sobre la  ecoansiedad, que es la angustia por el futuro del planeta. Una palabra que todavía no está recogida en ningún diccionario de lengua española pero, ante el empeño que tantos políticos y medios ponen en fomentarla, no queda sino proceder a incorporarla cuanto antes. 

«El morabito no es amigo del bardo» es el curioso Trujamán que esta semana ha dedicado Eduardo Lara Merchán a un refrán que no habíamos escuchado nunca, mientras que la sección Rinconete del CVC está dedicada a la fotografía, en concreto a Pilar Aymerich. Tiene su punto de crueldad no enlazar ni una sola foto de la glosada. Nos encargamos de subsanarlo.

Álex Grijelmo publicó El agá Jan y el Aga Khan murieron a la vez, un artículo sobre la contaminación anglófona de las transcripciones del árabe al español que reproducimos en el Anexo 2.

Francisco Ríos publica hoy en La Voz de Galicia El críptico lenguaje cripto donde trata neologismos como memecoin, criptolay o criptobro.

Pasamos al lenguaje del humor con la viñeta de Idígoras en Sur que pone el acento en la importancia de las tildes. El propio Juan Carlos Monedero suscitó a Javi Salado un anfibológico juego con una de las palabras totem del podemismo de primera hora. Sigue otro doble sentido, el de la policial viñeta de Santy Gutiérrez en La Opinión A Coruña.


La paronimia es una fértil fuente de asociación de ideas que llevó condones a las viñetas sobre la condonación de deuda autonómica tanto de Gallego y Rey, sin duda una de las caricaturas más singulares de Sánchez que conocemos, como del dúo formado por Javier Cuervo y Pablo García en el diario asturiano La Nueva España. Ningún nexo etimológico hay entre la condonación de origen latino (condonāre, que tenía el significado primigenio de donar, ya fue utilizado en el siglo I a. C. por Cicerón con su actual sentido jurídico) y la denominación del preservativo de origén inglés  condom, documentada en ese idioma desde 1706, que es infundadamente asociada por muchos con un supuesto doctor Condom de quien no hay rastro histórico alguno.


Las novedades sobre el horario de llegada de Mazón al Cecopi  suscitaron el 26 de febrero un multipenetrante globo de Eneko  aplicado a un sansebastianizado Mazón. Incorporada ha quedado a nuesta colección de Juegos con globos de texto. Sigue una pétrea caricatura del presidente de la Generalitat convertida por Vergara en el castigo de la versión Feijóo del mito de Sísifo


Marselle inaugura con una futbolística pieza oficiada con carretilla elevadora por Tebas y Medina Cantalejo la adenda 2025 de nuestra colección Comulgar con ruedas de molino. Sigue una nueva versión Trump del bull on a china shop.

Pinto & Chinto aportaron el miércoles una reivindicación lingüística a este Año Castelao que conmemora el 75º aniversario de la muerte de tan destacada figura de la cultura y la política gallegas.

JM Nieto parafraseó el lunes la frase, infundadamente atribuida a  Churchill, "Quien de joven no es de izquierda no tiene corazón y quien de viejo no es de derechas no tiene cerebro". Otra formulación en español más próxima al original inglés habitual ("If you are not a liberal at 25, you have no heart. If you are not a conservative at 35 you have no brain") es "El que no es de izquierda a los 20 años no tiene corazón, pero el que a los 40 sigue siéndolo, no tiene cerebro". Parece que por aquí preferimos las redondas décadas y unas edades algo más extremas.


Hemos acudido una vez más a Quote Investigator en busca de información sobre el origen de la frase y encontramos que la primera cita que tienen localizada está en el libro “Histoire de la Révolution de 1870-71” (1877) de Jules Claretie que menciona una carta de 1872 del académico y político Anselme Polycarpe Batbie en que este la atribuye a “Burke”, probablemente Edmund Burke, el filósofo y político que está considerado el padre del conservadurismo liberal británico, aunque la cita no ha sido localizada en ninguno de sus escritos: 

Plusieurs de mes amis m’engageaient à répondre par le trait célèbre de Burke: « Celui qui n’est pas républicain à vingt ans fait douter de la générosité de son âme; mais celui qui, après trente ans, persévère, fait douter de la rectitude de son esprit. »

Pasamos al localmente famoso "La fiscalía, ¿de quién depende?"  (videorrecordatorio) que Puebla reformuló en su viñeta del miércoles abundando en lo que ya puso en boca de Puigdemont el pasado mes de septiembre. [1] 

Miki y Duarte encabezan la sección literaria con la siempre socorrida Caperucita, escoltada en esta ocasión por dos rijosos hipocritones. Y ya con la abuelita devorada por el lobo con ayuda de un hambriento oso llegó el alemán Merz en la viñeta de Andy Davey publicada en el digital Encompass Europe. Sigue un islamista Frankenstein de Michael Ramirez y concluimos con la evocación del comienzo de La Metamorfosis de Franz Kafka que hoy hace JM Nieto con Juan Carlos Monedero como cefalópdo protagonista.




PS - Tom Gauld apoya en Peter Rabbit (personaje denomimado Perico y Pedrito en las traducciones al español), una creación de Beatrix Potter, su marxista ironía.




[1]  La primera viñeta en que tenemos registrado el famoso ¿de quién depende? es la de Miki y Duarte tres días anterior a las elecciones del 10 de noviembre de 2019. Siguen las viñetas de Ramón del 11 de mayo de 2023 y 28 de julio de 2024.

La Aemet y as llaves de la cárcel toman el papel de la fiscalía en los dibujos de JM Nieto y JM Esteban de julio 23 y diciembre 24. García Morán completa esta muestra con su viñeta del 18/10/24.




Anexo 1

Fernando Navarro  | Errores consagrados (o casi)

Meme


En su influyente libro The Selfish Gene (El gen egoísta, 1976), el biólogo evolutivo y divulgador británico Richard Dawkins acuñó el neologismo meme para designar la unidad de transmisión de información cultural, por analogía con el gen como unidad de transmisión de información genética. El propio Dawkins cuenta que inicialmente pensó en llamarla mimeme (del griego μίμημα, mímema, cosa que se imita), pero desechó la idea con el siguiente argumento: «mimeme comes from a suitable Greek root, but I want a monosyllable that sounds a bit like gene». En español, si a partir del inglés gene (pronunciado /yin/) formamos el monosílabo ‘gen’, lo esperable a partir del inglés meme (pronunciado /mim/) habría sido formar mem, también monosílabo. O quizá mema, habida cuenta de que el sufijo inglés -­eme (en español, -ema), suele usarse para indicar una unidad distintiva de estructura lingüística, como vemos en grapheme (grafema), lexeme (lexema) y phoneme (fonema).

Sea como fuere, el caso es que el calco bisílabo meme entró con esa forma en las primeras traducciones al español y, como buen meme, cuajó rápidamente en el uso. La RAE lo admitió en 2018 y hoy no parece concebible ya con otra grafía. Todo internauta, por cierto, sabe, además, que nuestros memes actuales distan bastante del sentido original que quiso dar Richard Dawkins al término. Hoy llamamos ‘meme’, básicamente, a una fotografía, un dibujo, un texto o un vídeo de carácter chistoso o caricaturesco que busca viralizarse a través de las redes sociales. 


Anexo 2

El agá Jan y el Aga Khan murieron a la vez
Álex Grijelmo (El País, 26/2/2025)

En persa se escribe con signos árabes, se pronuncia como “agá Jan” y debería transliterarse de ese modo

Debo aclarar en primer lugar a los lectores desconcertados por los periodistas que el Aga Khan y el agá Jan son la misma persona. O sea, que ambos fallecieron a la vez el 4 de febrero pasado.

En persa, el nombre de ese megarrico jefe musulmán se escribe con signos árabes; y como se pronuncia algo así como “agá Jan”, debería plasmarse de ese modo en castellano para que lo articulásemos de forma parecida al original. Por su parte, la transliteración al inglés (el sonido original transcrito con las grafías de ese idioma) se sirve de las palabras “Aga” (sin tilde) y “Khan”.

Vayamos con “agá”. Este vocablo de origen turco (ağa) designaba un rango militar en algunos países musulmanes, pero luego pasó a significar un título honorífico. En turco se expresa con acentuación interpretable como aguda, y por tanto en español deberíamos colocarle un acento gráfico: “agá”. Pero como la transliteración al inglés va sin tilde (porque ese idioma carece de ellas), periodistas y locutores que traen la palabra de esa lengua, y no de la genuina, tienden a reproducirla como llana.

Cuando acompaña a un apellido o nombre, “agá” debe escribirse con minúscula (igual que “rey Juan Carlos” o “emperatriz Catalina II”). Si se reproduce con mayúscula inicial como tantas veces vemos (Aga o Agá), se da a entender que ese sustantivo común forma parte del nombre propio. Eso sí valdría en el caso de un “aeropuerto Aga Khan”, por ejemplo. Como en “centro Infanta Sofía” (pero “la infanta Sofía asistió ayer…”).

Vayamos ahora con “Khan”. Esa es la transliteración al inglés, porque en esa lengua el sonido en árabe similar a nuestra se expresa con kh. Si los anglohablantes escribieran una jota, pronunciarían “Yan”, y por eso crearon ese dígrafo (signo con dos letras) para un fonema del que carecen en su lengua. O sea, ellos transliterarían “jaleo” como “khaleo”.

Esta misma transposición de kh en inglés o francés para el sonido j ya se ha seguido con nombres propios procedentes de otros alfabetos, como Khartum (en español Jartum, nombre árabe de la capital sudanesa); Khomeini (el famoso ayatolá iraní –ayatollah en inglés– a quien llamamos Jomeini); o Sakharov (el disidente soviético conocido aquí como Sájarov).

Ese segundo vocablo, Khan, podría entenderse como nombre propio (en España residen 60 personas con ese nombre de pila; y 13.506 con el de Jan), y en tal caso habría de escribirse con mayúscula: “el agá Khan” (o Jan). Pero también significa “príncipe” o “señor”. Lo cual nos daría dos rangos jerárquicos, como en “teniente coronel”.

El Diccionario Panhispánico de Dudas académico recomienda la grafía “kan”, con minúscula y sin hache, porque la entiende documentada históricamente así como referida al príncipe de los tártaros. El Libro de estilo de EL PAÍS ordena a su vez desde la primera edición (1977) escribir “el agá Jan” (interpretando esta última palabra como nombre propio) y así se había venido reflejando hasta hace relativamente poco. Pero la realidad ha derrotado a ambos manuales: para que la gente encuentre nuestras noticias, hay que usar las palabras que más aparezcan en las búsquedas, despreciando así a la gente que no las hace. Y claro, hay mucha búsqueda de la grafía en inglés.

Se ve de nuevo que en este futuro donde ya vivimos valen poco las etimologías, los matices, la cultura propia, el estilo que nos diferencie por nuestras elecciones razonadas. Google nos envía sus tablas de la ley y a sus profetas. Seamos homogéneos. Adoremos al buscador.




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