La historia de las marcas registra chascos famosos muchas veces asociados al "riesgo de las formas sencillas" del que alertábamos en el referido post. Dos ejemplos notorios por la relevancia de las empresas afectadas han sido los de la cadena de televisión americana NBC y la empresa informática Quark.
En el caso de la primera fue en 1976 cuando tras presentar una flamante nueva imagen corporativa se puso de manifiesto que otra televisión, un pequeño canal público llamado Nebraska Educational Television, ya venía utilizando un símbolo casi idéntico con tan solo una pequeña diferencia de coloración. Después de haber pagado 600.000$ de la época por
su nueva imagen la NBC decidió que no podía dar su brazo a torcer
frente a un símbolo que se dice había costado sólo 100$, así que se gastó otro millón en alcanzar un acuerdo con la cadena de Nebraska para quedarse con los
derechos de la controvertida letra. El caso es que tan sólo cuatro años después la N pasó a ocupar
un segundo plano detrás de una nueva
versión del multicolor pavo que había sido la imagen de marca de la cadena desde 1956 en que se adoptó para enfatizar la implantación
de la televisión en color.
Finalmente en 1986 el ave de la colorida cola recobró el protagonismo en solitario cerrando la aventura de la onerosa N. Ahí lo vemos comparado con su versión inicial de 1956.
Mucho más reciente es el patinazo del fabricante de software de edición Quark que en 2005 implantó una nueva
imagen de su Q inicial con un diseño clavado al que ya venía utilizando el
Scottish Arts Council, curiosamente para representar una letra diferente, la inicial de arte. Ni que decir
tiene que Quark se apresuró a sustituir su símbolo por una nueva representación de su Q.
El estudio de decoración ovetense Arbesú también rondó el concepto pero la decisión de inspirarse en las formas del cuadrado le valió no participar de una decepción similar, aunque evidentemente en firmas de ámbito local la hipotética coincidencia es una cuestión de mucha menor transcendencia. Más honrilla que conflicto de intereses.
Otro ejemplo de un mismo concepto con diferente ejecución es compartido por un conocido taller local (interesante pareidolia de un busto) y una poderosa compañía telefónica mexicana cuyo monograma sugiere las formas de los antiguos teléfonos. ¿Pillarán esta metáfora los más jóvenes?
Una clásica marca asturiana que no puede negar sus fuentes de inspiración es la lejía Camello. En su etiqueta proclama que data de 1935 cuando la marca de tabaco Camel fue lanzada en 1913 por R.J. Reynolds Tobacco con una imagen que buscaba la asociación con el tabaco más prestigioso de la época, el egipcio, aunque el utilizado en esos cigarrillos era de origen turco.
La improbabilidad de que los clientes identifiquen el modelo provoca que algunos pequeños negocios caigan en la tentación de copiar sin más algún diseño foráneo, pero en la era de internet es difícil quedar impune durante mucho tiempo. Veamos un caso procedente de las calles ovetenses y otro de las gijonesas basado en una marca mucho más conocida (MJJ es una empresa fundada en 1991 por Michael Jackson que actuó como sello de varios de sus discos).
Otro recurso es incorporar dentro del propio logotipo algún conocido símbolo de marca.
Hay ocasiones en que para la creación de connotaciones con marcas de prestigio basta la tipografía como ocurre con el comercio de artículos infantiles que se muestra a continuación donde se utilizan unos tipos similares a los del logotipo de Disney.
Efectivamente no hay un gallego de primera generación que
complete el cuadro de estas vidas paralelas, pero también existen los hijos
políticos. Aunque esté feo finalizar la solución de una adivinanza con otra, esta es muy facilona ¿imaginan a quien sucedío José Luis Baltar allá por el año 1987? No pierda de vista que su par en esta historia es el "Presidente Eterno de la República".
Destaquemos para terminar que es una pena que unas ITV de nada vayan a truncar otra hermosa historia de amor paterno-filial que apuntaba en parecidos términos, pues tras 23 años como President de la Generalitat y otros tantos como Secretario General de Convergencia Jordi Pujol (1930) ya había promocionado en 2012 a su hijo Oriol (1966), casi de la misma añada que uno de los fenómenos anteriores, a Secretario General del
Pensar que en mi cole eramos tan tontos que cuando alguien decía que quería ser lo mismo que su padre nos referíamos a la profesión, no al cargo.
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