martes, 19 de febrero de 2019

¿Por qué nunca se habla de la salud bucodental en las campañas electorales?


Vaya coñazo de mesecitos que se avecinan con las dos campañas electorales encadenadas que nos han programado. Y por qué será que nunca se encuestan cosas tan interesantes como si esas elecciones deberían haberse celebrado juntas o separadas. Cuestión en la que no ha salido ningún partido a plantear todo lo que podría hacerse con los más cien millones de euros de sobrecoste. Que si escuelas, que si médicos, que si atenciones a la dependencia,... No toca, porque les toca.

Si al menos sirviera para debatir sobre necesidades concretas. Pero la irracionalidad (1) del debate político, que se libra básicamente en el terreno emocional, no deja hueco para menudencias como la de nuestro título. Así que una buena ayuda para entender lo que se nos viene encima puede encontrarse en el artículo ¿Sirve argumentar en política? que José Antonio Marina publicó el pasado sábado en El Mundo. Un texto cuyo tan cierto como descorazonador comienzo es: Las creencias políticas son un escándalo para quienes confían en la razón, porque parecen inmunes a los argumentos.

Además de sus bien trabadas explicaciones, Marina aporta tres interesantes referencias bibliográficas que replicamos en modo gráfico. Y sepan que mucho de lo que verán en los próximos meses tendrá que ver, sobre todo, con Lakoff. El también autor del muy exitoso No pienses en un elefante. Un libro sobre el que Enric Juliana escribió en La Vanguardia: El PSOE comenzó a perderse el día que José Andrés Torres Mora regaló a todos los miembros de la ejecutiva socialista el libro de George Lakoff.

  

Perderse o ganarse, lo cierto es que el debate político actual está severamente condicionado por lo que se explica en el primer capítulo, cuyo título es Enmarcar para recuperar el discurso público. Y es que ahora el meollo ha pasado a estar en el marco. La batalla esta en el lenguaje, y ahí es donde entran en juego inventos como los trifalismos, por más que estos acabaran nominalmente retirados. Pero es un mensaje no tan fallido como pudiera deducirse de esa rectificación, porque ya quedó pintado un buen brochazo de uno de los marcos básicos de esta campaña: las derechas son machistas y van contra la mujer.

Vamos a permitirnos una breve digresión sobre ese trifalismo:

La ministra Delgado va a la radio, lo suelta en improbable impromptu, y después de una pausa publicitaria en la que ha tenido tiempo para reflexionar, ocurre lo que sigue (enlace al vídeo):

-Pepa Bueno: O sea, ¿que confirma que era lo que quería decir?

-Ministra:  Confirmo, pero en los términos…en los términos  que le he dicho, un poco de extensión.

Pues el domingo se va a La Sexta (ver video; y menuda inmoralidad la de esa cadena al entrecomillar un título que dista de ser una cita textual) y se permite sostener que pretendía decir derecha tricéfala. Cuando lo confirmado, máxime tras un tiempo para la reflexión, ya no puede ser considerado un lapsus. Por definición.

Lo malo no es que una persona de semejante catadura moral pueda ser ministra, es que pueda ejercer de fiscal. Omisión de la denuncia de delitos de los que fue conocedora, aparte. Fin de la digresión.

Sobre el segundo de los libros citados por Marina, vamos a destacar que plantea que los expertos muchas veces no hacen mejores predicciones que el público en general. Y que cuando se equivocan no suelen asumir responsabilidad sobre los errores. A quienes padecemos a Tezanos nos lo va a contar Tetlock

Respecto al texto de Haidt, enlazamos en El Cultural la versión española de la reseña realizada por William Saletan para The New York Times. Reproducimos dos frases:

La razón no funciona como un juez que sopesa imparcialmente las pruebas, sino más bien como un abogado que justifica nuestras opiniones ante los demás.

Las personas competimos por nuestra posición social, y la ventaja decisiva en esta competición es la capacidad de influir en los demás.

Así que mucho ojo cono los "marcos de Lakoff". Como el que Évole trató de calzarle a Alfonso Guerra con el capcioso planteamiento "vd. comparó a Puigdemont con Tejero". Respuesta: "no". "Pero sí le ha llamado golpista". Respuesta: "sí". Obvio que de lo segundo no se sigue lo primero. Y excelentes reflejos los que mostró el exvicepresidente. Pero mejor véanlo, por que dan ganas de pedirle que vuelva a la política activa.

Cambiamos de asunto, aunque no tanto como pueda parecer a primera vista, para señalar el impacto que nos ha producido el artículo publicado ayer en el diario gijonés El Comercio en el que se detalla que en Asturias el número de perros ya supera al de jóvenes (entendidos como menores de 20 años). Y más allá de que las cifras de animales pueda estar influidas por una mayor eficacia registral, impresiona la velocidad de la progresión.

Así que juntando la anteriormente referida pujanza de las emociones con la proverbial capacidad de la creciente población de canes para movilizarlas, nos da que estos acabarán por ser atendidos por el sistema público de salud antes que nuestras bocas. Al tiempo.




(1) Howard Margolis introdujo el eufemístico neologismo a-racionalidad para aliviar la mala conciencia del personal. Igual que los psicólogos dieron en llamar egotismo al egoísmo infantil (aunque los especialistas afeen considerar sinónimos ambos términos). 




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