No suele hablarse mucho fuera de su ámbito natural de los políticos
de provincias, no digamos de los de aquella que ocupa la 43ª posición por población,
la 8ª por la cola si quieren. Nos referimos a la que tiene como capital a la
ciudad tópicamente citada a cuenta de un ripioso dicho horario y que también da
nombre a un nunca resuelto escándalo de corrupción política, el llamado “caso Zamora”.
Esta semana ha fallecido sin que llegara a conseguir ver como se hacía
justicia el hombre que destapó aquella corruptela. Nos referimos a Antolín Martín, quien fuera alcalde de la capital zamorana entre 1987
y 1991 y presidente de su Diputación Provincial entre los años 1991 y 1997,
todo ello en las listas del PP. En ese último año tuvo la valiente iniciativa de
tratar de limpiar su partido de golfos, pero posiblemente tuvo la mala suerte de
que aquella suerte de fuego amigo alcanzara al mismísimo
José María Aznar. Tampoco está muy claro que aun sin ese factor hubiera podido
con los corruptos caciques locales, pero lo cierto es que el PP no tardó en expulsarlo y sus excompañeros
zamoranos a condenarle a una auténtica muerte civil que le llevaron a vivir los
últimos años de su vida en Salamanca. No solo su enfermedad como dicen los enterados que no saben de que hablan porque nunca se preocuparon de sus suerte.
Sirva como muestra de la inquina de que ha sido objeto que la
única necrológica, por llamarla de alguna manera, que hemos visto en el diario “La
Opinión de Zamora” está escrita por un político que fue alcalde de esa ciudad por el Psoe, Andrés Luis Calvo. Y que mal suelen
salir las cosas que se hacen con poco entusiasmo, porque este personaje, de quien ciertamente poco sabemos, convierte el presunto obituario en una digresión sobre si a los ayuntamientos
se va a gestionar o a hacer política, cualquier cosa que sea eso en la cabecina de un individuo que desconoce el significado del verbo adolecer (“su mandato, a
mi juicio, adoleció de sentido político”). Pocas lecturas debe haber ahí,
porque mira que ha corrido tinta sobre ese error lingüístico. Y no se pierdan la perla con la que lo remata: se limitó a "gestionar" el
Ayuntamiento. Pues no es poco caballero. Ya no gustaría que en este país fueran
muchos los políticos que se limitaran a gestionar. Nos falta Mota para que nos preste esa muletilla de “tonto,
que eres muy tonto”.
Pero el caso es que el ante todo íntegro Antolín, con sus
aciertos y errores, se ha ido recordado por muchos por el show del cuartel
que consiguió convertir en Universidad, que no es lo que mas nos gusta de su
expediente, aunque bien mostró en ese episodio el coraje que tenía, el mismo con el que intentó
depurar su partido de quienes solo están ahí para servir sus propios intereses.
Y a la
vista está que no lo consiguió. Es sintomático que el mismo día de su
fallecimiento sus antiguos conmilitones se aplicaran a convalidar la actividad de asesoramiento
al Banco de Santander que ha venido
realizando el diputado Agustín Conde con dolosa ocultación de la misma a la Cámara en su
declaración de actividades (ver noticia).
Tranquilo y un poco mas de paciencia, porque no tenemos ninguna duda de que la verás actuar cómodamente instalado en el Cielo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario