Un comprensible caso es el Indalecio Prieto (1883-1962), asturiano criado en Vizcaya que de alguna manera es el caso recíproco de Eduardo Úrculo, quien vivió una transferencia vital inversa. Por ello, al igual que la obra del artista esta ausente de su Vizcaya natal y, sin embargo, notablemente presente en Asturias, no es extraño que una muy visible representación de Prieto realizada por Lucas Alcalde en 2009 esté ubicada en la estación ferroviaria de Bilbao que recibió su nombre (el dirigente socialista fue Ministro de Obras Públicas entre 1931 y 1933), aunque todo el mundo sigue llamándola con su tradicional denominación Abando. En cambio en su ciudad natal el recuerdo del político socialista se limita a una placa que identifica la casa en que nació en la calle Magdalena. Como miembro que fue de varios gobiernos de la República tampoco resulta sorprendente que esté representado en la Capital del Reino, además en el mejor esquinazo de los Nuevos Ministerios, en una poderosa representación realizada por Pablo Serrano en 1984, una de las últimas obras de este artista. Adicionalmente, con motivo del cincuentenario de su muerte los socialistas vascos entregaron al Ayuntamiento de Bilbao un antiguo busto realizado por el escultor Juan Cristóbal (1897-1961) de quien también fuera concejal de esa institución que el Alcalde se comprometió a colocar junto a las figuras de otras insignes personalidades que decoran su despacho como Unamuno o Blas de Otero. Ahí estará.
También es llamativo el caso del Cabo Noval (Luis Noval Ferrao,
1887-1909) quien, aunque cuenta con calle en su ciudad natal y da nombre al
principal acuartelamiento asturiano, no tiene representaciones especialmente brillantes en Oviedo,
mientras que en Madrid tiene un imponente monumento en la Plaza de Oriente. Esta obra del gran Mariano Benlliure reconoce su acto de heroísmo en la Guerra de
Marruecos al caer mortalmente herido
tras gritar a sus compañeros «¡tirad, que vengo entre moros! ¡Viva
España!» cuando, prisionero de los rifeños, estos trataban de utilizarlo como
señuelo para introducirse en el campamento español. Aún así la cruz de la Orden Militar de San Fernando que le
concedieron fue la de segunda clase. Un detalle llamativo es que según reza la inscripción el monumento fue de promoción
femenina: "Iniciado por mujeres españolas, se eleva este monumento a la
gloria del soldado Luis Noval. Patria, no olvides nunca a los que por ti
mueren".
Aunque cierto es que este militar cuenta con una placa conmemorativa en el solar donde estuvo su casa natal en la Calle Santa Susana y también con un
monumento en el cementerio de la ciudad, el hecho de que se trate de una alegoría en la que no está representado, obra del escultor Víctor Hevia, nos invita a incluirle en esta lista de quienes han alcanzado mayor reconocimiento fuera de
su tierra natal. Ya en el vecino concejo de Siero también tiene un busto dentro del acuartelamiento de la BRILAT que lleva su nombre. Difícil competir con Benlliure.
Para el caso del "Nobelado" Severo Ochoa nos remitimos a nuestro pasado repaso de la obra de su sobrino nieto Víctor Ochoa en la que se puede ver la doble representación que el luarqués tiene en Madrid, mientras que de Pajares arriba tan solo tiene un más modesto reconocimiento escultórico inaugurado en 1986 en su villa natal. El relieve de Ruperto Caravia ubicado en la Plaza Carmen y Severo Ochoa de Luarca muestra al científico en el momento de la recogida del Premio Nobel que recibió en 1959.
Cerramos el asunto de los asturianos mas reconocidos fuera de nuestra tierra con el único de la serie que permanece entre nosotros, aunque su evolución política haga improbable que algún día llegue a contar con representación pública por estos pagos, lógicamente no computamos diversas placas inaugurales. Si fue un artista consagrado como Mariano Benlliure el encargado de dar forma al monumento madrileño al Cabo Noval, el mas conocido exministro asturiano decidó que también tenía derecho a ser inmortalizado por una de las máximas figuras artísticas de su tiempo, así que ni corto ni perezoso, como está bien asesorado en cuestiones de arte, encargó al muy cotizado Antonio López la realización del retrato que tradicionalmente se regalan los Ministros cesantes para recordar su paso por la administración, en este caso el Ministerio de Fomento. Aunque el contrato que cifraba 190.000 €, y eso que López le hizo precio, duplicaba el gasto habitual en estos casos, un ego es un ego. Como el pintor elegido trabaja a su ritmo, lleva 17 años con un retrato del familia real, claro que debe pasarse el día poniendo y quitando figuras como les ocurre a los del Museo de Cera, dio tiempo al retorno al gobierno del desafecto partido de su anterior militancia que no dudó en cancelar el encargo. Cabe suponer que la berrincheta conducirá a que acabe por no estar representado en la galería de exministros o lo sea con una foto, con lo que se crearía una muy interesante económica costumbre a mantener en el futuro. Además, menuda cantidad de opciones tiene el Photoshop para dar tratamiento artístico a las imágenes. Hasta estas servirían:
Con estos antecedentes, mucho tiene que cambiar las cosas para que la única representación del paso de Álvarez Cascos por los Gobiernos de esta nación no sea su retrato en la galería de exministros de la Presidencia donde adquirió derecho a estar presente por su cometido entre los años 1996 y 2000. Igual también les suena su predecesor que anda ahora ejerciendo de renovador de su partido.
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