miércoles, 5 de junio de 2013

Medallas al Mérito en el Trabajo


Uno de los inconvenientes de forrar un país de leyes, reglamentos, ordenanzas y otras disposiciones de obligado cumplimiento es que luego no hay quien cumpla con todo eso. Ni siquiera los probos funcionarios que tramitan la concesión de las bastante desnortadas "Medallas al Mérito en el Trabajo" que ayer entregaron la Vicepresidenta del Gobierno y la Ministra de Trabajo a los catorce agraciados de este año. Sentimos por nuestro paisano Arturo Fernández lo que vamos a revelarles, aunque en realidad tampoco tanto, porque este año es el quien ocupa la poco justificable cuota que tradicionalmente tiene en estas distinciones la llamada farándula. Y es que, con ser muy meritorio que Arturo siga en activo a sus 84 años, aunque sea con una cara que a fuerza de estiramientos aparenta algunos menos, la habitual presencia de actores en estos galardones es un claro intrusismo.

Ellos ya tienen la Medallas al Mérito en la Bellas Artes, el gijonés la recibió en 2003, y estos dobletes tiene algo de antinaturales. Es algo así como si se diera el Premio Príncipe de Asturias del Deporte (ojo que el jurados se reúne el día 18 y suele dar bastante juego, ¿castigarán a  Dª Arantxa sin presidencia por la pifia del año pasado?) al atleta que más sudara en las competiciones. En los actores lo premiable es otra cosa. Además, desde que desapareció la segunda función teatral, el cómputo del tiempo trabajado por los miembros de este gremio a lo largo de sus vidas habría que verlo con detalle porque a un par de horas diarias las mas de las jornadas no debe cifrar tanto. Así ya se puede estar en escena a los 84 y no como el pobre Niemeyer a quien tenían a lo 104 años pintando planos (de esto hablaremos otro día). Pero es que para mas inri, en el caso de los actores son ellos los que andan diciendo todo el día, especialmente en cuanto se les sienta un Ministro cerca, que no trabajan nada.

Si se pega un repaso a las medallas de los últimos años es fácil llegar a la extraña conclusión de que el citado gremio es el mas trabajador de España, concretamente ciento y pico veces mas trabajador, porque este colectivo que representa aproximadamente el 0,03% de la población activa se lleva el 4% de las medallas de los últimos años. Recordemos los últimos condecorados (en 2012 no se repartieron medallas porque debía andar despistada la entonces novata Ministra):


2011: Juanito Navarro

2010 y 2009: No hubo actores pero sí músicos, los integrantes del Dúo Dinámico
2008: Sara Montiel, Alfredo Landa y Concha Velasco
2007: Amparo Baró (Medalla Bellas Artes 2012) y Fernando Guillén (id 1997)
2006: Julia Gutiérrez Caba y María Ysbert

Vamos al meollo de la revelación que les anunciábamos. Resulta que el acto de entrega celebrado ayer es una farsa porque la concesión de esas medallas es nula por graves defectos de forma. Veamos a modo de ejemplo el RD de concesión de la de nuestro Arturo, de formato similar a todos los demás:

Ahora necesitamos que echen un vistacito al Reglamento del año 1982 que regula la concesión de estas medallas:

Artículo décimo.- Ingreso. Con carácter normal se concederá la Medalla con ocasión de la Epifanía del Señor y de la Fiesta del Trabajo. El Gobierno, a propuesta del Ministro de Trabajo y Seguridad Social, podrá excepcionalmente autorizar la concesión en otras fechas.

La concesión se realizará por la categoría inferior (bronce), al justificarse veinticinco años de trabajos ejemplares de acuerdo con los artículos primero y cuarto, pasándose a la inmediata superior, hasta la Medalla de oro inclusive, al transcurso de al menos, cinco años de trabajo activo desde la última concesión. Para ello será necesaria la instrucción de expediente, iniciado ante la Dirección Provincial de Trabajo y Seguridad Social de la provincia donde resida el beneficiario, a instancia de quienes solicitaron la primitiva concesión o del propio interesado, y en el que se acredite que éste continúa su actividad laboral con al menos igual carácter de ejemplar y relevante. El expediente en cuestión será enviado al Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, a fin de que se formule la oportuna propuesta y en caso de aprobación tome nota del ascenso.

En casos excepcionales podrá otorgarse categoría más elevada o antes del plazo señalado, especificándose en el Real Decreto u Orden de concesión las razones que justifiquen dicha excepción.

Pues como resulta que hace un montón de años que no se conceden medallas de bronce, que todas las de oro se están dando sistemáticamente sin pasar por las categorías inferiores y, a la vista ha quedado que no se realiza la reglamentariamente exigida justificación de esa excepción hecha norma (esta práctica les sonará de esta otra entrada), resulta que la concesión debería considerarse nula.

Así que, por nuestra parte, y sin esperar a que algún abogado tenga a bien ponerse con este asunto, los galardonados se van quedar desde ya sin el tratamiento de excelencia a que da derecho el oro (la poco concedida plata lleva aparejado el ilustrísimo). En esto de los honores está claro que no se produce la "paradoja el bronce"  (los atletas que ganan medallas de bronce se sienten más felices que quienes consiguen la plata) que da título a un magnífico libro de Manuel Conthe. Aquí nadie quiere esa medalla.

Por otra parte hay que destacar que en la edición de este año se ha notado la crisis porque sólo ha habido 14 condecorados (adviertan en la reseña biográfica incluida en el enlace que Arturo Fdez. se ha quitado un año) cuando lo habitual venía siendo superar la treintena. Nos da que este 2013 veremos otra remesa, un hecho que no es del todo inusual. Así ocurrió, por ejemplo, cuando en 2011 comenzó a barruntarse que Zapatero se disponía a convocar elecciones alguien debió darse cuenta de que era un caso manifiesto de "ahora o nunca" y se hizo una extraña concesión extemporánea a varios sindicalistas, porque ya se veía venir que el socialismo no iba a salir muy bien parado de aquella consulta.

Aunque quienes hemos tenido que lidiar con comités de empresa tenemos un cierto prejuicio sobre la laboriosidad media de los representantes sindicales, no parece descabellado que para estos, al igual que para los políticos, se buscara otro reconocimiento entre los muchos de que disponen nuestros gobernantes. Y es que no cuadra muy bien todo un expresidente del Congreso como Gregorio Peces Barba, que no le negamos que sea trabajador, compartiendo el distintivo de la cinta azul con quien lo tiene por el admirable hecho de haber cotizado mas de 67 años, caso de Dª Josefina Mendiola Ruiz galardonada en 2011 que ni por esas habrá conseguido que a efectos pensionables le computen mas que los últimos años de su vida profesional. Encima este año se ha perdido esa bonita costumbre de incluir entre los galardonados a los cotizantes mas veteranos, casos en los que sí parece mas que justificada la medalla.

De igual manera que a los informativos del Grupo Antena 3 cualquier día se les va a olvidar contarnos el resultado de las carreras de Fórmula 1 empeñados como están en destacar la audiencia conseguida por la retransmisión, lo que a los televidentes nos importa un comino, si usted ha seguido esta noticia por alguna de sus cadenas (A3 y La Sexta) puede haber llegado a la errónea conclusión de que el único galardonado ha sido José Manuel Lara Bosch. Un premiado que, hasta donde nosotros sabemos, es el primer condecorado hijo de condecorado. Y esto nos lleva a reflexionar sobre el caso de los empresarios, que por muy trabajadores que sean deberían cumplir el requisito de tener detrás una bella historia de emprendimiento empresarial, lo que si ocurría en el caso de Lara padre (1914-2003), capitán de la Legión que hasta de bailarín de revista ejerció, y no una herencia, por mas que espléndidamente gestionada (no hay que cerrar puertas que por aquí hay quien tiene ambiciones editoriales).

Dentro de la necesaria política de dar sentido institucional a cuestiones de estado, como es la concesión de honores, no estaría de más que estas cosas pasaran a ser filtradas por un órgano de variopinta composición. Mísmamente serviría el Consejo de Estado, cuyos miembros no parece que anden agobiados de trabajo, para evitar esos vaivenes que actualmente se producen tras cada cambio de Gobierno.

Como anécdota les contaremos que en 2009 llegó a darse esta medalla a "Marcos Ana" (seudónimo de Fernando Macarro Castillo) quien se pasó 23 años en la cárcel (suele considerarse preso político aunque su condena a muerte luego conmutada, justa o no, fue por doble homicidio; fue liberado en 1961). Hombre, vale que le den alguno de los muchos galardones literarios existentes por su labor poética o la Medalla al Mérito Penitenciario (que existe, ojo, y la tiene Gómez Bermúdez, en cambio los compañeros de Ortega Lara en la prisión de Logroño la rechazaron), pero la del Trabajo parece que en ese caso rasca un poco.

De paso habría que estimular la presentación de candidaturas por parte de los agentes sociales para sacar a la luz desconocidas historias que merezcan un reconocimiento. En otras palabras, que sindicatos y organizaciones empresariales en vez de presentar sistemáticamente a sus dirigentes se molestasen en proponer a esos meritorios trabajadores anónimos con años de esfuerzo y dedicación a sus espaldas. O, también, a quienes han padecido sufrimientos y daños en el cumplimiento del deber profesional, reconocimiento expresamente contemplado en el Reglamento de las medallas que muy raramente es aplicado. La última de esta categoría creemos que fue la concedida a la médica María Eugenia Moreno Martínez asesinada en 2009 el Centro de Salud de Moratalla por un jubilado enloquecido.

También llama la atención la escasez de funcionarios premiados, porque se generaliza mucho con los tópicos sobre este colectivo y todos conocemos algunos integrantes con muy meritorias trayectorias. Así que hay que desperezar a Delegados Ministeriales y Consejeros Autonómicos para que envíen candidaturas y se molesten en documentarlas correctamente. No pase como con el caso de Luís Fernado Matas Cejas cuya reseña biográfica publicada tras el aprobatorio Consejo de Ministros de 2011 no dejaba muy claro si se le condecoraban por buen chaval o por buen cantante. Así rezaba aquel texto: funcionario de carrera, nació en Córdoba en 1946. Sus compañeros coinciden en calificarle como una excelente persona siempre dispuesta a colaborar. Además, ha desarrollado una amplia carrera como cantante en el ámbito de las tradiciones musicales de Puente Genil; en especial, las relacionadas con la Semana Santa.

Vamos a terminar con un ruego a la Ministra. A ver si tiene la bondad de colgar en la web el Libro Registro de Concesiones que su Ministerio está legalmente obligado a llevar, porque menudo trabajito nos ha dado este apunte. Aprenda de sus compañeros del Ministerio de Educación que tienen su premios perfectamente catalogados.




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