jueves, 10 de octubre de 2013

Las palabras que no necesitamos (o eso creemos)


Decíamos hace algunas mascotas que Gerard Padró i Miquel nos alertaba en su discurso de aceptación del XII Premio de la Fundación Banco Herrero sobre la inexistencia en castellano de una palabra equivalente a "accountability". Añadimos así otro término a la colección que tenemos iniciada con schedenfreude y engrosa la interesante relación de ejemplos recogida en la entrada "Palabras sin traducción y otras rarezas linguïsticas"  del blog Yorokobu. Ahí podemos comprobar hasta que punto la circunstancia de un país condiciona su lengua. Así es que llama la atención como un pueblo que ha sufrido tantas guerras como es el de Israel haya terminado por acuñar la denominación hore shakul para los padres que han perdido un hijo. Dolorosísima circunstancia, ¿cabrá otra mayor?, pero actualmente inusual en nuestra Iberia.

En el artículo que venimos de recomendarles también se hace referencia al concepto budista de la mudita, la empática alegría de contemplar la felicidad de los otros que nos permite completar el siguiente cuadro con las denominaciones de las siguientes parejas emocionales:


Objeto
 Sujeto  
alegre
triste

alegre

mudita
(sánscrito)

schedenfreude
(alemán)


triste


envidia

compasión

Tampoco parece que se note por nuestro terruño una clara necesidad de dar nombre a los kyokiumama, que no deben ser tan raros en Japón cuando tienen una designación específica. Esta no la explicamos, a visitar Yorokobu, que hay que ser leal con los compañeros blogueros.

Y es que más bien necesitaríamos dar nombre a esos abundantes padres que viven desocupados de lo que hacen sus hijos, sujetos casi siempre al brutal pronto de responder a cualquier imputación desfavorable con un ¡mi hijo no ha podido ser! Eso sí, luego los hay que incluso tienen acompañado a sus niños a la facultad para protestar notas a sus profesores. ¿No debería ser ese un justificadísimo motivo de expulsión de la Universidad? Hay que echarle un poco de hue narices señoras y señores decanas y decanos. Por mucho que la sobrecapacidad productiva haya convertido a los alumnos en clientes, en la enseñanza no cabe eso de que "el cliente siempre tiene la razón". Mire usted al Corte Inglés abocado a vender sus tarjetas al Santander por aplicarlo. Estos sí que tienen claro quien tiene la razón.

Puestos a pensar en palabras de improbable adaptación al español nos viene a la cabeza la inglesa jaywalking, atravesar la calle por donde no se debe, una práctica que cuenta con señales de prohibición específicas en numerosos países. ¿Pues que aporta ese término sobre nuestro cruzar? seguirá interrogándose el castizo. Sepa caballero que por esos mundos extranjeros es objeto de multa no respetar alguna de las para muchos españolitos incomprensibles señales que siguen.


Volvamos a nuestro objetivo inicial, la dichosa "accountability" que el profesor Padró hace equivalente al binomio "rendición de cuentas/petición de reponsabilidad". Para los que quieran escuchar al propio premiado explicarlo insertamos el video de su exposición con la advertencia de que su intervención comienza en el minuto 32. Tras cumplir con las oportunas salutaciones, agradecimientos y demás formalidades introductorias la cosa se pone interesante diez minutos más tarde (ya nos perdonará el conferenciante esta amputadora guía para apresurados). Y no es hasta el minuto 49 cuando el premiado aplica sus enseñanzas al "caso español", para acabar explicando cómo las listas cerradas son el principal baluarte con el que nuestros políticos evitan que sus electores les pidan cuentas. Falta sentido dramático en la realización porque no se ve la cara del Consejero en ese trance. Pero, a fin de cuentas, no es difícil que pensara que no iba con él, porque eso son cosas de los más jefes, también conocidos, aunque muchas veces incorrectamente, como líderes.

Habrán visto, y si no se lo contamos, que también nos deja bien claro el conferenciante que, en su opinión, que compartimos, el sistema no va a cambiar desde dentro. Tiene narices huevos que fueran mucho más generosas aquellas cortes franquistas que se hicieron el harakiri para propiciar una incruenta Transición. Cierto que se sabían abocadas a morir, pero pudieron hacerlo matando.

Sin embargo, a los de ahora, tan demócratas ellos, hay que arrancarlos de las poltronas a golpe de sentencias, único y exclusivo motivo actual de dimisión. Sin embargo, discrepamos de la optimista expectativa, quizá una comercial consecuencia de la superioridad de la demanda de finales felices, de que la presión de la sociedad civil va a propiciar la regeneración del sistema. Ojalá, pero parece improbable que así sea pues, como el mismo reconoce, esa sociedad civil está absorbida por los partidos políticos. Nosotros nos atreveríamos a matizar que comprada, no olvidemos que el auténtico ser supremo actual es "Don Dinero". 

De hecho somos dados opinar que más papel está llamada a tener la Justicia si no lo impiden prácticas tan inaceptables como la arbitraria aplicación del derecho de gracia por la que prácticamente no hay político de cierto nivel que haya cumplido su pena. Y el que lo hizo, como Luis Roldán, por ahí anda viviendo la vida loca a cuenta de lo que arrampló. Vaya concepto de Justicia. Si añadimos la muerte factual de los códigos éticos que permite, digodiegos aparte, casos tan edificantes como que el máximo responsable de un partido condenado por sentencia firme en la persona de sus administradores por financiación ilegal siga presidiendo la Comisión de Exteriores del Congreso, sí, estamos hablando de Durán i Lleida, hay que ponerse en lo peor. Qué pésimo ejemplo de "quien aguanta gana". Y los listos de los tontos del PP se creen que merece la pena pagar ese precio a cambio de una hipotética ayuda en la desactivación de la bomba catalana. En ciertos puestos es obligación tener las lecturas necesarias para saberse lo que le pasó a Chamberlain.

Para finalizar tenemos que declarar nuestra preocupación por un lapsus que hemos observado en la intervención del conferenciante. Aunque no ocultamos que nos ha caído bien, como no puede ser menos cuando hoy día se tiene el coraje de traer a colación que tu abuela bajó a Calaf a trabajar de criada, pero la referencia a las exportaciones catalanas a la península sin utilizar la expresión "resto de" nos hace dudar. El subconsciente es como el famoso algodón del anuncio: no engaña. Y además un discípulo de Sala i Martí, otro que nos cayó bien en su día. Ya ven que tenemos bastante mal ojo. Así que fiamos nuestra opinión final a una breve charla en torno a la llamada Guerra de Sucesión que, en última instancia, ha tenido el efecto de mantener a nuestras televisiones pendientes todo el día de una cadera. Esa prueba sí que no falla.




P.S. Los datos espeluznantes del día: decía Roberto Centeno algunas fechas atrás que la renta per cápita española era en 1975 el 81% de la de la CEE (entonces de 9 miembros) y en 2012 es el 73%, aunque no deja muy claro si de los mismos 9 o, lo que ya sería trágico, de la UE de 27. ¿Tendrá alguno de vds. a mano el dato homogéneo con el del 75 para despejar nuestra duda? Necesitamos saberlo y nos da la risa preguntárselo a Montoro.

Lo que no admite duda sobre su homogeneidad comparativa es que en ese mismo plazo el peso de las rentas salariales ha bajado del 63% al 42%. No es raro, pues, que la decila (10%) de población más favorecida (la decila deliciosa) haya pasado de atesorar el 26% de la riqueza al 48%. ¡Menuda ejecutoria económica la de la democracia española!

Desengáñate Padró: esto no lo arreglan las listas abiertas y nos tememos que tampoco la sociedad civil. "Los de siempre" que citabas siguen llevándose el gato al agua.



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