jueves, 7 de enero de 2016

El cambio climático en The New Yorker



Las portadas del semanario The New Yorker a las que tan aficionado es el presente blog contienen numerosas referencias a muy diversos enclaves neoyorquinos. Y pocos más famosos en época navideña que la pista de hielo del Rockefeller Center presidida por la imagen de Prometeo portando el fuego robado a los dioses. Pues resulta que en la cubierta del segundo número de este año, el ilustrador Marcellus Hall le ha dado la vuelta al ambiente del recinto en clave de cambio climático tal y como puede verse bajo estas líneas. La presentamos emparejada con una anterior presencia de ese popular punto de esparcimiento en la tapa de esta revista. Una ilustración de Bruce McCall.


Pero no es la primera vez que los hipotéticos efectos de la subida de temperatura sobre la ciudad de Nueva York se asoman a la portada de esta cabecera. En mayo de 2011 Eric Drooker imaginaba a los famosos leones de la biblioteca municipal sumidos en una selva tropical [1], mientras que en abril de 2005 Istvan Banyai fantaseaba con una mucho más dramática ciudad sumergida.

 

Completan las referencias a las mutaciones climáticas otras portadas que ya no están inspiradas en los hipotéticos efectos sobre la ciudad de los rascacielos. Vean las realizadas por Joost Swarte en mayo de 2010 y Seymour Chwast en diciembre de 2005.

 





Adenda 7/2023: “Recipe for Disaster” (31/7/2023) de Christoph Niemann.







[1] Curiosamente, hace ahora casi justamente dos años que Bruce McCall los sustituyó por un osos polares en alusión a la ola de frío que sufría la ciudad. Un motivo ese de las bajas temperaturas que el pasado año llevó a Birgit Schössow a convertir el edificio Flatiron en un peculiar rompehielos. 

  








No hay comentarios:

Publicar un comentario