Mira que el destino fabricó una bonita historia para la
final de la Eurocopa con ese gol de Éderzito António Macedo Lopes, el jugador más
conocido como Éder. Un emigrante nacido en Guinea-Bissau, llegado a Portugal con sólo tres años. Pues fue
que no. Pusimos las noticias y en vez de contarnos esa bonita historia nos
largaron un documental sobre como vivió esa final el millonarísimo pobre hombre
que nunca llegará a tener los suficientes balones de oro.
Y mira que en nuestro propio país también hubo oportunidad
para bellas historias, dejen ya de empalagarse con niños consolando forofos grandotes. Ahí tenemos al atleta llamado Fifa que se coló en España en los bajos de camión cuando era un
adolescente y ahora se ha proclamado campeón de Europa de los 5.000 m. Y lo hizo seguido de Mechaal, otro adolescente que también vino de Marruecos acompañando
a su padre, que engrosaba el contingente de mano de obra importada por el gran
campeón europeo del paro para construir
los Juegos de Barcelona 92.
Chavales tutelados por la Generalitat, el segundo parece que es conserje del pabellón municipal de Palamós, que está claro que no sale gratis. Ahí lo tienen convertido en
todo un independentista catalán que proclamó
que sólo celebraría con la bandera española "por respeto". Amén de persona
agradecida, al menos parece que se trajo del otro lado del Estrecho el concepto del respeto que tan escaso anda por aquí. Aunque andes un poco despistado, ¡gracias chaval!
En el Barcelona el fútbol provoca efectos aún peores, porque
ya estarán aburridos de oir hablar del #TodosSomosLeoMessi y sus
contrarréplicas como #yonosoymessi. Y que un directivo heredero sentimental del hooligan
Gaspart (lo sentimos sres. de Fundéu, pero españolizado no es igual) proclame “No vamos a tolerar que se trate a Leo Messi como a un delincuente” tiene su guasa.
Oiga sr. exaltado, ¿cómo llama su diccionario a un condenado por
delito fiscal? Pero ya se sabe que todo es la conjura de Madrid y, entretanto, los Pujol
& Co. descojonándose de lo bien que ha funcionado el truco desde Banca Catalana para acá.
Ahora bien, si de verdad quieren ahondar en lo peor de la naturaleza
humana, dense una vuelta por el artículo “Los taurinos se querellarán contra los tuiteros que se mofan de la muerte de Víctor Barrio” publicado en El Mundo. Después de leerlo nosotros hemos llegado a la conclusión
de que se puede compartir algo incluso con las gentes más energúmenas. En este caso
que hay quienes no merecen el extraordinario don de la vida.
Y uno de ellos presume de maestro,
oiga. Algo falla en el sistema de acceso a ciertos trabajos. Menos mal que escuchamos
mientras escribimos estas líneas que la Fiscalía General del Estado se propone
actuar. Un hecho que ha activado el tema en numerosos medios de comunicación silentes hasta hoy sobre este asunto. Si esto no es un delito de odio es que la ley está mal redactada (y, desgraciadamente, parece que lo está).
También discrepamos de la buenista proclama de Quino a la
que ha recurrido el Twitter de la Guardia Civil: afortunadamente hay muchas personas
mejores que quienes son capaces de destilar tanto odio.
En fin, cuando nos entra tanto sofoco solemos recurrir a
leer algún artículo de Leopoldo Abadía, lo que nosotros llamamos “hacernos un Leopoldo” (ya se notará que somos tributarios de haber escuchado narrar repetidas veces la novatada de "hazte una porla"). Se lo recomendamos sin reservas como terapia para recuperar la sensatez. Y a falta de alguno reciente ajustado a lo hoy tratado, ahí va un enlace a
la colección de los publicados por ese joven ochentón en El Confidencial.
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