No tenemos noticia de que la Real Academia haya facilitado los datos definitivos sobre la cantidad
de novedades que serán incluidas en la próxima edición de su Diccionario que
está previsto vea la luz el próximo mes de octubre. Parece claro que todavía
está pendiente de realizar una carga final en el inventario de modificaciones que
está disponible en línea porque se echan en falta en el mismo palabras como tuit cuya incorporación fue anunciada a la prensa hace ya más de año y medio. Y es que la última tanda incorporada data de marzo de 2012, mucho tiempo son los
casi dos años transcurridos sin participarnos novedades. En aquel momento, de
acuerdo con la estadísticas publicada en la página web académica, el número de
adiciones realizadas ascendía a 2.445 frente a tan solo 170 bajas.
No es fácil asimilar tanto cambio de la noche a la mañana
por lo que no deja de ser sorprendente que no se haya iniciado ya una
sistemática divulgativa que vaya más allá de las deslavazadas noticias que, de
vez en cuando, se asoman a la prensa, casi siempre centradas en temas como el
sexismo del lenguaje o el léxico asociado a las modernas formas de comunicación
(y eso que el manido acrónimo TIC,
el tic de referirse a las TIC, parece que no va a incorporarse).
Como somos curiosos y
nos gusta intentar utilizar la lengua con normativa precisión, de vez en cundo
echamos un vistazo a las novedades y hasta tratamos de agruparlas en familias
que nos ayuden a un mejorar nuestra comprensión de las novedades. Así que vamos
a participar algunos de nuestros hallazgos a los lectores más curiosos que serán
los valientes que se habrán internado por este apunte carente de las habituales
ilustraciones (quizá adviertan por este peloteo que hemos readmitido al
director de marketing ).
Da la impresión de que nuestros académicos han perdido parte
de su característica aversión a las
siglas, tradicionalmente admitidas con cuentagotas, y son unas cuantas las que se
ha colado en el inventario de novedades. Alguna ya ha sido comentada en una entrada anterior, pero hoy vamos a tratar de ser un poco
más sistemáticos. Diletantes académicos.
Con las modestas herramientas que es factible utilizar para
rastrear el inventario de novedades disponible en la web oficial hemos
identificado once siglas que ingresan en la próxima edición del Diccionario:
ABS, ADSL, DIN, DNI , GPS, led (con minúsculas por tratarse de un nombre común como
ovni o radar), LSD, NIF, ONG, SMS y USB.
También entra diu
pero este es, en propiedad, un acrónimo, porque la u está tomada del interior de
la palabra intrauterino y no de su comienzo como es preceptivo en una sigla (1).
Dejaremos esta categoría de vocablos para otra ocasión porque ausencias como la
de wi-fi (wireless
fidelity) merecen un comentario más reposado.
Aunque los ingresos puedan parecer escasos hay que tener en
cuenta que el Diccionario no acoge nombre propios que son la fuente de la mayor
parte de las siglas que usamos. Curiosamente sí se da la bienvenida a un manojo
de palabras derivadas de ese tipo de abreviaturas como son pepero, ugetista y cenetista. Sorprende, en cambio, la
ausencia de esa lista del también muy utilizado peneuvista, luego vendrán con lo de que en Madrid no se les tiene
en cuenta, por más que a los miembros de ese partido les gustan más los términos
euskaldunes jelkide y jeltzale. Aclaremos que estas
denominaciones no proceden de la sigla en eusquera del PNV que es EAJ (Euzko Alderdi Jeltzalea) sino de la de
su lema Jaungoikoa Eta Lagizarrak (Dios
y Leyes Viejas). También conviene matizar que el sufijo –kide significa “miembro de”, mientras que –tzale denota una relación mas activa, arrantzale es la denominación del pescador formada a partir de arrantza (pesca) y abertzale (palabra perteneciente al español oficial desde la 23ª
edición del Drae) es un término derivado de patria (aberri) que tiene fuera del País Vasco unas connotaciones bastante
marcadas por la brutez.
En el caso del otro gran sindicato nacional Comisiones Obreras (CC.OO.), la denominación
cocos no ha prendido por evidentes
razones de polisemia. Y es que esta organización tiene un nombre difícil a la
hora de encontrar derivados aplicables a sus afiliados porque comisionistas genera
una anfibología manifiestamente indeseable.
Seguimos el repaso con LSD,
la sigla de origen alemán (lysergsäure-diethylamid) con la que denominamos la dietilamida de
ácido lisérgico. Es un caso claro de entrada a destiempo, llega al menos una
edición tarde porque, afortunadamente, tiene muy poco un uso hoy en día. No
pretendemos con ello decir que sobre, pero parece que no aprenden porque éxtasis, la denominación habitual del
compuesto científicamente conocido como MDMA (metilendioximetanfetamina), lleva el mismo camino de obtener
reconocimiento cuando sea una desusada antigualla.
La tecnología coloca ABS
(Antilock Brake System), ADSL (Asymmetric
Digital Subscriber Line), GPS (Global
Positioning System), SMS (Short
Message Service) y USB (Universal
Serial Bus), todas ellas basadas en
denominaciones inglesas. La más sorprendente de este grupo es ADSL porque no parece un término más utilizado que otras muchas siglas no
admitidas (como FM, MBA o PIB) y, además, es una tecnología de transición utilizada
para aprovechar los cableados de cobre en tanto se despliegan las redes de
fibra óptica requeridas por los modernos servicios de banda ancha. Mal irá este
país si ADSL no está en franco desuso
en la próxima edición del Diccionario. En relación con led nos remitimos a lo dicho en el apunte ya enlazado anteriormente sobre lo obsoleto de la definición con
la que ingresa ( y, además, sin explicación de su origen en la expresión inglesa Light Emision Diode).
Curioso resulta también que el único término procedente de la pujante industria de los estándares ahora admitido sea DIN,
la sigla formada con el nombre del Intituto
Alemán de Normalización (Deutsches
Institut für Normung) que también vale como abreviatura de Das Ist Norm (esto es norma). Otro ejemplo de acrónimo que ha cambiado su significado porque nació en 1917 con el de Deustcher
Industrie Normen (Normas de la Industria Alemana) que no fue modificado hasta 1926. Mostramos
sorpresa, en primer lugar, por la falta de uso coloquial, nuestro
proveedor de papelería nos dice que la
gente utiliza más A4 que DIN A4, y en segundo término por agravio comparativo, porque
la sigla que ahora anda en boca de “todo el mundo” es la ISO de la International Standards Organization. Vale
que este es un nombre propio muy oportunamente coincidente con el prefijo
latino que significa igual, pero se aplica, por extensión, a las normas que emana. ¿Cumple la iso tal? es un ejemplo de uso coloquial. La metonimias no son tan infrecuentes en la siglas, así el servicio de mensajería ha pasado a dar nombre al propio mensaje que llamamos SMS (Short Message Service) y los trabajadores temporales han pasado a ser conocidos por la sigla de su empleadora Empresa de Trabajo Temporal (ETT, todavía no admitida en el Drae).
La normalización española también descansa en las homólogas normas UNE (Una Norma Española) (2) nacidas a mediados de los cuarenta de la mano del IRANOR (Instituto de Racionalización y Normalización) y que ahora son responsabilidad de AENOR (Asociación Española de Normalización), el miembro español de la ISO. Seguro que las academias americanas nos habrían tolerado la pequeña cacicada de incluir UNE a poco que se lo hubiéramos explicado con delicadeza.
La normalización española también descansa en las homólogas normas UNE (Una Norma Española) (2) nacidas a mediados de los cuarenta de la mano del IRANOR (Instituto de Racionalización y Normalización) y que ahora son responsabilidad de AENOR (Asociación Española de Normalización), el miembro español de la ISO. Seguro que las academias americanas nos habrían tolerado la pequeña cacicada de incluir UNE a poco que se lo hubiéramos explicado con delicadeza.
El lenguaje administrativo aporta DNI y NIF, lo que nuevamente
nos obliga a tener que reprochar a nuestros académicos una cierta falta de
reflejos porque se las trae esperar hasta 2014 para dar entrada a tan cotidianas
palabras que, sin embargo, acceden una edición más tarde que otras bastante
menos usadas como TAC (Tomografía
Axial Computerizada) u OPA (Oferta
Pública de Adquisición). No sabemos que les ocurrirá a vds., pero a nosotros
nos piden con bastante más frecuencia el DNI
de lo que nos ofrecen acudir a una OPA.
Pero, ¡qué tentadoras son las finanzas! Cualquier día son capaces de dar entrada al ahora muy
de moda, por su próxima obligatoriedad de uso, IBAN
(International Bank Account Number) o a la poco entendida TAE (Tasa Anual Equivalente). Más difícil es que se atrevan con el también bastante de moda EBITDA (earnings before interest, taxes, depreciation and amortization) aunque menos comprensible es, en cambio, la ausencia del bastante utilizado PIB (Producto Interior Bruto).
También se observa
una cierta falta de afinidad hacia el mundo de la empresa porque parece que
donde está NIF también debería estar
CIF. Son palabras que van de la mano,
como bolchevique y menchevique, pareja esta que comparte
presencia en el Diccionario a pesar de su muy dispar intensidad de uso. Es
sabido que la historia no trata con igual generosidad a ganadores y perdedores.
Da la impresión, en cambio, de que el eufónico PIN (Personal Identification Number), a
pesar de su indudable superioridad en cuanto a economía lingüística, está en
retroceso frente al autóctono número secreto. Habrá que estar atentos al curso
de esta pugna. Bien excluido de momento.
Nos queda por comentar ONG
que también ingresa con la forma oenegé.
Nada que objetar al que se ha vuelto imprescindible eufemismo que permite
evitar el uso de palabras como beneficencia o caridad (somos así, acuérdense de esta
entrada). Es curioso que en inglés sigue pujante el uso de "charity" para referirse al sector más desinteresado de esas organizaciones (interesante cuestión para una futura reflexión ese grado de desinterés). Y eso que, con ser cómodas, nunca nos han gustado las definiciones por
exclusión y por ello nos hemos acostumbrado de buena gana a llamar PAS (Personal de la Administración y Servicios de la
Universidad) al antiguamente denominado PND
(Personal No Docente) que reivindicó, con toda justicia, ser conocido por
lo que hacían y no por lo contrario. Ya que pasamos por la Universidad no sería
malo que los guardianes de la pureza del lenguaje fueran pensando en colocar la
etiqueta "desusado" en el lema PNN
(Profesor No Numerario). ¡Qué mudanzas tiene, a veces, el lenguaje de la cosa
pública!¡Con la guerra que dieron hasta que pillaron poltrona!
Una breve referencia final para las siglas condenadas, si
una última carga no lo cambia, a seguir
careciendo de aval académico. Ya hemos citado la radiofónica FM o MBA (Master in Business
Administration), el título de referencia en el mundo de la gestión
empresarial, claro que tampoco el menos valorado grado de ADE (Administración de Empresas) ha obtenido el reconocimiento del Diccionario.
En el lenguaje de la salud ha cobrado notoriedad PSA, el antígeno prostático específico que conocemos por sus siglas en inglés prostate specific antigen y todo caballero está abocado a medirse periódicamente a partir de los cuarenta. Claro que, de momento, tampoco ha conseguido abrirse camino hasta el Diccionario ATS, la denominación oficial de los profesionales de la enfermería. A ver si va a resultar que nuestros académicos se toman poco la tensión, porque la cita hay que pedirla para el ATS.
En el lenguaje de la salud ha cobrado notoriedad PSA, el antígeno prostático específico que conocemos por sus siglas en inglés prostate specific antigen y todo caballero está abocado a medirse periódicamente a partir de los cuarenta. Claro que, de momento, tampoco ha conseguido abrirse camino hasta el Diccionario ATS, la denominación oficial de los profesionales de la enfermería. A ver si va a resultar que nuestros académicos se toman poco la tensión, porque la cita hay que pedirla para el ATS.
Sin salir del campo médico, si no media la irrupción de una
denominación alternativa, también vemos bastante futuro a CPAP
(Continuous Positive Airway Pressure,
presión positiva continua en la vía aérea ), la también inglesa sigla con que
se conoce a los dispositivos de ventilación mecánica destinados a evitar las
apneas obstructivas. Dicho con más precisión el “síndrome de apnea-hipopnea
durante el sueño” (SAHS) que tiene mayor prevalencia en las sociedades con
sobrepeso y no debe andar en España por debajo del 2% de la población adulta.
Un montón de maquinitas y de los correspondientes usuarios de la sigla.
También procede recordar que la referida pasada
entrada también hicimos referencia a la elevada prevalencia de la EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica). Otros términos médicos de manejo habitual cuando se pasa por la consulta
del médico de cabecera (ya saben que oficialmente “de familia”) han encontrado, en cambio, algunos amables sustitutivos como es el caso del HDL (High-density lipoprotein) convertido en el “colesterol bueno”
y LDL
(Low-density lipoprotein) que hace el
papel de “malo” en relación con la enfermedad cardiovascular. Nos
basta ese sencillo maniqueísmo para entendernos, pero saber un poquillo de inglés ayuda a recordar
que hay que tener alta la alta (densidad) y baja la baja. Ojito con eso.
(((1)
Utilizamos la denominación
acrónimo para dos conceptos emparentados pero diferentes. El citado y las
siglas que se leen como palabras y no deletreadas. Para saber más sígase este
enlace.
(((2) Es curioso que quienes quieran informarse sobre
las normas UNE a través del artículo en catalán de la Wikipedia estén condenados a no enterarse del significado de la
sigla. ¡Hay que ser babayos, sres.
redactores! Claro, que todavía da más
pena ver dónde ha llevado el nacionalismo a la sociedad vasca al escuchar la
pitada de San Mamés durante el minuto de silencio por Luis Aragonés. ¡Qué asco!
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