El swahili (sin cursiva, porque está admitido con esta grafía en el Drae) es el más popular de los idiomas bantúes aunque, en general, solo tiene carácter de segunda lengua para sus casi 50 millones de hablantes. Se trata de un producto del contacto con las comunidades árabes cuya lengua le da nombre a partir de la palabra sawahil que significa costero. Con ella se hace referencia a la ribera oriental de África donde se ha asentado esa habla cuyos primeros escritos utilizaron el alfabeto arábigo, posteriormente abandonado en favor del latino.
Con esos antecedentes es fácil imaginar que no es que el español esté plagado de vocablos procedentes de esa lengua. De hecho, el único recogido en el Diccionario de la Real Academia con origen no cuestionado es safari, aunque la docta casa omite explicar su procedencia [1]. En swahili, safari significa símplemente viaje, de cualquier tipo. Pero se ha instalado en nuestro habla con el sentido específico del que se hace por un territorio africano para, cada vez menos, cazar y, cada vez más, fotografiar animales salvajes. Y nuevamente estamos ante una palabra de origen árabe, puesto que en ese idioma viaje es safariyah. Una prueba de la internacionalidad del término es su elección por Apple para denominar su navegador de internet. Quizá querían enfatizar los peligros que acechan en la red.
El Diccionario Académico francés adopta la teoría de un origen independiente, basado en la palabra swahili denga que da nombre al equivalente a un calambre muscular. Esta teoría es lingüísticamente coherente con la admitida irradiación de ese mal desde África a partir del siglo XV. Un fenómeno que se desarrolló de la mano de la eclosión del comercio marítimo que dio la oportunidad de conocer mundo a los mosquitos que la transmiten, como viajeros cómodamente instalados en las mercancías transportadas. Añadamos que esta es una enfermedad que, lejos de estar en retroceso, cada vez se transmite en territorios más amplios. La OMS calcula que el 40% de la población mundial esta en riesgo (fte) e, incluso, hay descritos casos bastante recientes de inoculación ocurridos en Europa. Asimismo conviene señalar que tiene una complicación potencialmente mortal conocida como dengue hemorrágico. Pocos melindres caben con esto.
Las siguientes palabras que nos ha prestado el idioma africano que hoy nos ocupa ya no gozan de reconocimiento oficial por parte de los custodios de nuestro idioma, pero algunas están sólidamente instaladas en la cultura popular. Una de ella es bwana, denominación aplicada a una persona importante que es utilizada como término de respeto que ha sido ampliamente difundido por el cine. Sin embargo, su uso en nuestra lengua ha adquirido una negativa connotación servil que es mitigada por su habitual utilización como ironía. Este término derivado del árabe abuna (padre), cuyo uso en inglés está documentado desde 1875, se hizo popular a partir de la utiliación del mismo que hizo Edgar R. Burroughs en las novelas de Tarzán que comenzaron a editarse en 1912. La primera adaptación al cine fue "Tarzán of the apes" (1918), pero no habría una versión sonora que permitiera escuchar bwana hasta 1929, año en que se estrenó "Tarzan the tiger".
La primera gran producción que incorporó en su título la citada palabra fue "Bwana Devil" (1952), un film titulado en España "Bwana, diablo de la selva". Y esa historia basada en dos leones conocidos como los devoradores de hombres de Tsavo fue utilizada para lanzar las películas en tres dimensiones. En cambio, la comedia "Call me bwana" protagonizada en 1962 por Bob Hope y Anita Ekberg, fue titulada en España "El amo de la Selva", prescindiendo del extranjerismo. ¿Se consideraría insuficientemente conocido? Pues alguien pensó que nada como el muy español amo. El caso es que el término swahili tardaría bastantes años en volver a las carteleras del cine español hasta titular en solitario la película de Imanol Uribe que ganó la Concha de Oro en 1996.
Otro término swahili que triunfó en un producto de entretenimiento es daktari. Se trata de la derivación de doctor, utilizada para denominar a los médicos, que dio título a una serie de televisión emitida entre 1966 y 1969. Una secuela del éxito alcanzado por la película "Clarence, the crossed-eye lion" (Clarence, el león vizco), estrenada en 1965, que lanzó al estrellato a un ejemplar de estrábica mirada.
En la capital británica el paquidermo se hizo muy popular, porque el zoo lo utilizaba para pasear niños sobre su lomo, algo inusual aún hoy en día en los indomables elefantes africanos. Esta práctica tuvo que ser suspendida cuando empezó a sufrir la violenta alteración sufrida por algunos machos conocida como musth. Este hecho fue clave para que, a pesar del clamor en contra que se produjo (el episodio se narra en la novela "The Elephant War" de Gillian Avery), finalmente fuera aceptada la oferta de compra del empresario circense P.T. Barnum. Y así es como Jumbo fue embarcado en 1882 rumbo a los Estados Unidos, donde fue promocionado como el mayor animal en cautividad. Una proclama que le granjeó enorme popularidad.
Desgraciadamente, la itinerante vida de este gigante se vio truncada cuando en 1891 fue atropellado por una locomotora durante una torpe maniobra de embarque de los animales en St. Thomas (Ontario, Canadá). Barnum todavía explotó durante algún tiempo el fenómeno con la un tanto macabra exhibición del esqueleto, mientras que su piel fue disecada para incorporar su figura al Museo de Historia Natural de la Universidad de Tufts de la que el empresario circense era patrono. El infortunio siguió persiguiendo a Jumbo, porque su reproducción disecada resultó quemada en el curso de un incendio ocurrido en 1975, por lo que tan solo se conservan algunas cenizas de ese gigantón cuyas dimensiones eran notablemente exageradas en la cartelería. Las siguientes imágenes permiten comprobarlo.
Una foto de Jumbo con su cuidador Matthew Scott permite apreciar lo exagerado de las imágenes publicitarias utilizadas por Barnum. Debajo el animal tras el fatal accidente en el que murió y un anuncio de la posterior exhibición de sus esqueleto.
Tamaño jumbo en un anuncio de 1942 |
Aunque la aplicación del calificativo jumbo a los tamaños grandes tiene una gran tradición en inglés, la palabra saltó al estrellato lingüístico cuando fue aplicada a finales de los sesenta, con un sentido un tanto despectivo, al primer avión comercial de fuselaje ancho, el Boeing 747 que fue apodado por la prensa como "Jumbo Jet". Ese uso aeronaútico fue el que introdujo la palabra en el lenguaje coloquial español, aunque pronto tuvo otras aplicaciones como dar nombre al primer hipermercado abierto en 1975 en Madrid con la marca creada por el grupo brasileño de distribución Pao de Açucar para sus grandes superficies. Una enseña que fue adquirida en 1996 por Auchan (Alcampo) que sigue utilizándola en Portugal, no así en España.
Una derivación cinematográfica de Jumbo es el despectivo Dumbo formado por analogía a partir de la palabra inglesa dumb (mudo, pero también estúpido). El bien conocido nombre dado al protagonista de la película homónima estrenada en 1941 por la productora Walt Disney.
Esa misma compañía también ha popularizado con "El Rey León" (1994) la expresión "Hakuna matata", literalmente "no hay problema", pero que en sentido más amplio denomina un estilo de vida sin preocupaciones. Una expresión que ya había alcanzado cierta relevancia como estribillo de la canción "Jambo Bwana" (Hola señor) grabada en 1982 por el grupo keniata Them Mushrooms, posteriormente incorporada a su repertorio por Boney M. como "Jambo - Hakuna Matata". Este grupo alemán también hizo su propia versión de "Malaika", ángel en swahili (también aplicado en sentido figurado a los niños, como ocurre en castellano y otros muchos idiomas), una canción de disputada paternidad cuya primera grabación data de 1960 ,pero fue popularizada algunos años más tarde por la cantante sudafricana Miriam Makeba (1932 - 2008).
Malaika forma parte de la lista de paronimias peligrosas del swahili por su parecido con malaya (prostituta). Otras famosas parejas que aconsejan no lanzarse a hablar ese idioma sin la conveniente preparación son las siguentes:
Esa misma compañía también ha popularizado con "El Rey León" (1994) la expresión "Hakuna matata", literalmente "no hay problema", pero que en sentido más amplio denomina un estilo de vida sin preocupaciones. Una expresión que ya había alcanzado cierta relevancia como estribillo de la canción "Jambo Bwana" (Hola señor) grabada en 1982 por el grupo keniata Them Mushrooms, posteriormente incorporada a su repertorio por Boney M. como "Jambo - Hakuna Matata". Este grupo alemán también hizo su propia versión de "Malaika", ángel en swahili (también aplicado en sentido figurado a los niños, como ocurre en castellano y otros muchos idiomas), una canción de disputada paternidad cuya primera grabación data de 1960 ,pero fue popularizada algunos años más tarde por la cantante sudafricana Miriam Makeba (1932 - 2008).
Malaika forma parte de la lista de paronimias peligrosas del swahili por su parecido con malaya (prostituta). Otras famosas parejas que aconsejan no lanzarse a hablar ese idioma sin la conveniente preparación son las siguentes:
karibu (bienvenida) - kaburi (tumba)
jambo (aparte de saludo significa cosa) - jamba (pedo)
kunywa (beber) - kunya (defecar)
mbu (mosquito) - mboo (pene)
kumi (diez) - kuma (vagina)
chupa (botella) - chupi (ropa interior)
nyekundu (rojo) - kundu (ano)
Terminamos este repaso del swahili más popular fuera de su territorio natural con un último texto en ese idioma, que es el incluido al comienzo de la canción "Liberian Girl" del álbum "Bad" (1987) de Michael Jackson: nakupenda pia -nakutaka pia - mpenzi we (te amo también, te quiero también, mi amor).
¿A que sabe más swahili del que creía?
(*) Título reciclado del libro "El inglés que usted nos sabe que sabe". Ed. Playor (1993)
[1] En una posterior consulta advertimos que se ha incluido la explicación: Del ingl. safari, este del suajili safari, y este del ár. safar 'viaje'
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