Mientras los españoles siguen aprendiendo un poco de inglés por gentileza de Nestlé (vía publicidad de Nespresso), se ha producido una vital intervención de la Ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad para asegurar el bienestar de las ciudadanas españolas: Dª Ana Mato acaba de exigir al Arzobispado de Granada la retirada del libro "Cásate y sé sumisa".
Aprovechamos para recordar el trascendental cambio habido en el Ministerio con motivo de la llegada de esta otra Dª Ana.
Quede claro que el despropósito ilustrado es imputable a Mariano que ya la nombró con el nuevo título. ¿Esta gente se planteará antes de esas decisiones cuanto cuestan estas memeces entre cartelerías, impresos,...?
Y luego pretendemos que se pongan de acuerdo para consensuar una Ley de Educación que no tenga que rehacerse cada vez que cambia el signo político del Gobierno.
La verdad es que cuesta saber que hay en la cabecina de la Ministra que tan poco nos deja saber de su ideario a través de sus romas manifestaciones públicas. Por la vía de los hechos vamos coligiendo que la "corrección política" parece situarse por delante de la "libertad de expresión" en su jerarquía de valores. Un concepto, este último, que debería incluir casi todo lo que no es ofensivo. Y no nos pongamos tiquismiquis, que lo de la sumisión basta con no compartirlo, porque lo que es ofender no puede hacerlo más que a quien esté buscando dolerse de otra herida diferente.
Si no es fácil ponerse de acuerdo para fijar la barrera de la libertad de expresión, no debería ser difícil acordar que no está en la sumisión que algunos no dudan en tildar de aberrante para luego imponerla a cachetazos, con casos tan señalados como el de un convicto dirigente político vasco. ¡Ay!, si fuera tan fácil ser como decir soy. Y todo esto por un título, en el contenido ni entramos porque no pensamos leerlo, que ese es el castigo que en un régimen de libertades deben recibir los libros que tienen pinta de dar el cante. A lo mejor hasta nos equivocamos, pero en el pecado del mal título irá la penitencia de no tener lectores.
Sin embargo, lo de las retiradas ya es otra cosa, una práctica que este país parecía muy orgulloso de haber conseguido suprimir. Pero, tristemente, comprobamos a diario que, poco a poco, esa artera forma de censura que se ejerce disfrazándola con otros nombres sigue abriéndose camino. Y lo hace jaleada sobre todo por muchos que se llaman defensores de las libertades cuando solo lo son en tanto las manifestaciones resultantes superen sus personales cribas ideológicas. Son los que quieren hacernos libres de pensar lo mismo que ellos, los que en otro contexto histórico habrían sido modélicos estalinistas o nazis. No vaya a parecer que esos nacían con genes especiales, eran meros frutos de su circunstancia (íbamos a poner también de su ignorancia, pero nos hemos acordado de Pol Pot, el genocida educado en La Sorbona). Que la fogosidad del feminismo militante propicie tan grave error de jerarquización de valores casi es disculpable, pero que lo haga una persona con responsabilidades de gobernar las políticas sociales de este país no es sino una triste constatación más de que tenemos poca Ministra. En realidad, casi nada. Otra Bibiana, pero más marquista. El universo Rajoy, mucho más parecido al de su nefasto antecesor (¡y todavía lo sacan al escenario de Sevilla!) de lo que aparenta.
Como cortesía vamos a regalarle a esta oficialmente Excelentísima Sra. una respuesta precocinada para la próxima vez que no sepa qué contestar en un brete similar: "En este país la censura afortunadamente desapareció hace mucho años y no es intención de este Ministerio reimplantar nada que se le parezca". ¿Qué tal, Mato? (favor de no saltarse la coma).
Que oportuna resultaría la reposición de aquella serie titulada "Silencio, estrenamos" escrita y protagonizada por Adolfo Marsillach que, con Pilar Miró como realizadora, se estrenó aun en vida de Franco al amparo de aquel timorato "Espíritu del 12 de febrero". Seguro que se verá apolillada, pero por ello haría más divertido constatar cómo algunas mentalidades no están tan distantes de las de aquellos recreados censores que obligaban a añadir un "siempre en España" al inicial título "La Honradez Recompensada" con el que el novel protagonista pretendía estrenar su obra de teatro. Debía quedar claro que la calidad moral del pueblo español siempre premiaba la noble honradez a la par que no podía asegurarse lo mismo de cuanto pudiera pasar allende nuestras fronteras. Ahora resulta que nos estábamos riendo de nosotros mismos en lo que desconocíamos era un episodio piloto de "Regreso al futuro" (estamos un poco celados con esta saga cinematográfica, comprometemos enmienda).
Tanto empeño en que no se estudie religión, esa asignatura que todavía tantos confunden con el catecismo, que algunos deben pensar que San Pablo, en cuyas palabras (1) inspiró la periodista italiana Constanza Miriano el desafortunado título de su libro (que curiosamente no levantó ninguna polémica en Italia; nos tiran un pedacito de carne y entramos como fieras), era como mucho coetáneo de D. Sabino Arana. O sea que igual las pronunciaba en la misma época en que el admirado líder del PNV escribía, por ejemplo, al hilo de la legislación que bloqueaba la emigración china en Estados Unidos, aquello de “la plaga suprema que ha caído sobre nosotros ha sido la inmigración de familias y aún tribus enteras procedentes de luengas tierras. Chinos como los auténticos de coleta y tan dañosos aquí como sus congéneres lo fueron en Norteamérica, forman por regla general en lo que aquí se llama socialismo y constituyendo verdaderos cuerpos de ejército, caen sobre las minas, las fábricas, sobre las obras todas que se presentan al paso, ocupándolas...”. Qué Ministra, ¿pedimos la retirada de algún libro de D. Sabino?
Ya va siendo hora de que los productos del sistema educativo español aprendan a contextualizar las citas y sean capaces de interpretarlas en en el marco de las creencias y usos de su tiempo. Pero aun debería sorprendernos más que la prevalencia de esa tremenda variante de analfabetismo funcional que otras concepciones de la mujer bastante más desfasadas que las de San Pablo sigan plenamente vigentes en las prédicas que se realizan desde algunos púlpitos.Y no faltarán los de curas trasnochados, pero nos estamos refiriendo, sobre todo, a los de muchas mezquitas en las que sí que se mantiene plenamente vigente el concepto de sumisión femenina. Ahí si que hay tajo (2) para el Ministerio a cargo de la Igualdad y para activistas sociales realmente valientes. Y es que lo penoso de este caso es el convencimiento de que bastaba que Constanza Miriano hubiera publicado en el Servicio de Publicaciones de la Mezquita Omar de Madrid (3), la de la M-30 para entendernos, para que no hubiera Ministra, y más bien pocas feministas, que hubieran osado solicitar la retirada del libro.
Te equivocaste de editorial, Constanza. Eso sí, los palos para el obispo que siempre queda una cierta "solidaridad de género". No hace mucho que recordábamos lo fastidiada que es la función de mensajero, llamémosla en este caso editor.
Bien ilustró El Jueves en su portada de febrero de 2006 la actitud habitual cuando está por medio el Islam. Obsérvese con que habilidad se aprovechaba el chiste para evitar meterse en territorios realmente atemorizantes.
(1) Carta a los Efesios 5, 22; menos mal que el versículo anterior dice en un plural multigénero "someteos unos a otros en el temor de Dios"
(2) El número de musulmanes residentes en España se estima en 1,6 millones de los que algo más de 0,5 millones tienen nacionalidad española.
(3) Financiada por el monarca de un país en el que las mujeres, entre otras discriminaciones legales, tienen prohibido conducir.
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