jueves, 2 de noviembre de 2017

Sobre el cronograma de ayer


En relación con el ejercicio que planteábamos en el primero de los dos apuntes publicados ayer, no hay que ser muy observador para darse cuenta de que el citado cronograma, que reproducimos nuevamente, marca siete hitos para las mujeres y tan solo seis para los hombres.



Sin cuestionar el protagónico papel de la mujer en la procreación, cuando tanto se insiste en las responsabilidades parentales compartidas, una tarea fomentada con sus buenos días de licencia, es curioso que en el documento se pase de hacer toda mención a la edad a la que los europeos se convierten en padres. Aunque solo sea por la tan cacareada igualdad.

Pero casi nos sorprende más que el documento "La vida de las mujeres y los hombres en Europa: un retrato estadístico", a fuer de centrarse en las comparativas por sexos, pase de puntillas por el grave problema de natalidad que padece Europa. El que presenta en España unos caracteres agravados que lo convierten en pavoroso. Sí, sí, estamos hablando de las pensiones.

Para que vean hasta que punto el caso español resulta extremo, hemos elaborado un gráfico que combina la edad de las mujeres en el momento del nacimiento de su primer hijo con el índice de fertilidad medido en términos de hijos por mujer. Una información que no puede visualizarse en el citado documento y, en nuestra opinión, conforma un muy interesante diagrama. El que, por cierto, invita a los amigos de convertir correlaciones en relaciones causa-efecto a cavilar sobre el negativo impacto que podría tener la dieta mediterránea en la natalidad. Sabido es que hay gente pa too.

Fuente: Eurostat

Aunque es una obviedad fisiológica que el retraso de la maternidad afecta al tamaño de la progenie, el gráfico apunta que, en una primera aproximación, no parece que ello sea determinante como causa de las tasas de fertilidad más bajas. O sea, las mediterráneas.

Y la ¿sorprendente? posición de Francia, quizá les sirva para reparar en la cantidad de ideas prejuiciosas que albergamos. Pero también en que la inmigración se ha convertido en el motor de la natalidad europea.

Para ayudar a valorar este llamativo 'cómo hemos cambiado', nos traemos unos gráficos del estudio La infecundidad en España: tic-tac, tic-tac, tic-tac!!!  realizado por el Centro de Estudios Demográficos de la Universidad Autónoma de Barcelona que fueron utilizados el año pasado en un recomendable artículo del diario El País.

El primero muestra la evolución del índice de fecundidad a lo largo del tiempo en una escala temporal que asigna el dato al año de nacimiento de las madres. Como bien puede verse, la decisión de tener cada vez menos hijos se ve amplificada por el creciente porcentaje de mujeres que deciden no tenerlos.


El segundo gráfico que nos hemos traído es una especie de 'cabellera de Trump', ¡por siempre pareidólicos!, que pone de manifiesto como en el "baby boom" (generación de 1945) apenas un 3% de las madres tenían su primer hijo después de cumplir los 30, mientras que hace ya años que son más de la mitad quienes lo hacen por encima de esa edad. 


¡Cómo hemos cambiado! Lo malo es que luego son pocos los que están dispuestos a asumir que esto también cambiará radicalmente las pensiones. Casi nada es gratis.




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