lunes, 10 de agosto de 2015

Cuando la inspiración procede del arte LXIV: Damien Hirst



El triunfo de Damien Hirst es uno de los máximos exponentes de la desorientación que hace bastantes años vive el mundo del arte. Y una de las buscadas polémicas que le han encumbrado a la fama fue objeto de una portada del semanario The New Yorker que, como saben los lectores veteranos, sirve de guía a esta serie de apuntes que hoy alcanza la sexagésimocuarta entrega.

La ilustración de Art Spiegelman titulada “Open-Minded Mayor” (un juego de palabras entre “alcalde de mente abierta” y la apertura mental, vía disección, que literalmente representó el artista) fue publicada en el número del 11 de octubre de 1999. Se trata de una referencia a la polémica suscitada cuando el entonces alcalde Nueva York Rudolph Giuliani mostró su desaprobación a la exposición titulada “Sensation” organizada por el Museo de Brooklyn.


Aunque la pieza que desató la indignación del regidor fue la representación de la Virgen María realizada por Chris Ofili con materiales que incluían excrementos de elefante, ¿decíamos desorientación?, la pieza de Damien Hirst titulada “Mil años” parece que tampoco le encantó (sus principales “ingredientes” eran una cabeza de vaca, sangre, larvas de mosca y sus correspondientes metamorfosis voladoras).

Es destacable que una primera exposición del artista británico prevista para 1995 tuvo que ser cancelada cuando el Departamento de Salud de la ciudad de Nueva York denegó los permisos necesarios para exponer una pareja de cadáveres de bóvidos que copulaban accionados por un mecanismo hidráulico bajo el explícito título "Two Fucking, Two Watching" (ver crónica del NYT).

Al año siguiente ya pudo celebrase en la neoyorquina Galería Gangosian una muestra que incluía una vaca seccionada en 12 pedazos que respondía al pretencioso título “Some Comfort Gained from the Acceptance of the Inherent Lies in Everything” (“Cierto confort conseguido con la aceptación de las mentiras inherentes en todo”, ya ven como encima se cachondea del público hasta en los títulos). La llegada de esta pieza a la ciudad parece que requirió que un senador convenciera al Departamento de Aduanas de que aquello era una obra de arte y no debía cumplir los estrictos requisitos para la importación de productos orgánicos que se aplican en ese país. Recordemos que eran tiempos en los que todavía coleaba el asunto de las “vacas locas”.


Esta tipología de arte que apunta una sobrevenida vocación anatomista al margen de los salutíferos propósitos de la medicina fue la que inspiró la ilustración de Spiegelman que hemos visto anteriormente. Pero, sin duda, esa obra está mas próxima a otra pieza de aquella exposición titulada “This Little Piggy Went to Market, This Little Piggy Stayed Home” (1996, “este cerdito fue al mercado, este se quedó en casa”, título basado en el juego que se utilizaba para enseñar a los niños a contar utilizando los dedos de los pies). Ya se ve que a los cochinitos de Hirst les dio igual su destino porque acabaron de la misma fea manera. 


No somos grandes conocedores de la obra de este hábil embaucador, pero creemos que su peripecia diseccionadora empezó con un ternero convertido en "hijo pródigo" ("The Prodigal Son", 1994).


Otros animales que han acabado en piscinas de formol por cortesía del sr. Hirst son algunos tiburones, así que no es raro que el semanario The Spectator incluyera una referencia a esas obras en un número de mayo de 1998. Otra robotizada referencia puede verse en la portada de un comic de Transformers publicado por la editorial IDW.


Tarde o temprano la cosa tenía que llegar a los cuerpos humanos, pero en eso le tomó la delantera un alemán llamado Gunther von Hagens que no tuvo la suerte de caer en gracia a Charles Saatchi, el gran mentor de su compatriota que buenos réditos ha obtenido de ese apoyo.

Así es que Hirst derivó esta faceta de su obra hacia los materiales inorgánicos como el bronce utilizado en "The Virgin Mother" (2005) cuyo tamaño duplicó hasta los mas de 20m de altura en la escultura titulada Verity (2012) emplazada en el pequeño puerto de Ilfracombe (Dover). Ya ven que la cosa va de arte en serie por el típico exceso de encargos.

 
Pero, como ya saben, nuestra especialidad son las portadas, así que las obras anteriores vienen a cuento porque entre ambas el británico también creó sobre una imagen de Kate Moss, otra favorita de quienes dictan lo gustos de moda, una creatividad afín que fue utilizada como portada por la exclusiva revista TAR. Lo que no sabemos es si habrá pagado derechos a Bayer por esa firma.


Terminamos con otra portada de este creador realizada para el primer número (otoño-invierno 2011) de la también bianual y muy exclusiva revista Garage. La idea de la merchante de arte y editora Dasha Zhukova fue encargar a nueve famosos artistas los diseños de unos tatuajes que fueron plasmados sobre la piel de otros tantos voluntarios. La que si el láser no lo remedia lleva en sus partes para el resto de sus días una mariposa dibujada por Hirst parece que se llama Shauna Taylor y la foto de su remozada horcajadura fue la que protagonizó la mas conocida de las tres cubiertas de aquel número. Pero como se trata de una publicación dirigida a gentes muy correctas, la imagen se cubrió con una pegatina ad hoc que debía retirarse para contemplar en toda su plenitud tan magna creación. La que puede verse en la promocional entrada precedente.




P.S.- Es curioso constatar como entre la prensa no científica es nada menos que la pornográfica Hustler la que se anticipó a las creatividades con disecciones anatómicas de Hirst.






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