Es divertido contrastar el dispar reflejo
informativo que tantas veces dan a la actualidad los periódicos.
Hoy domingo nos ha llamado poderosamente la atención el muy diferente tratamiento del
“Carnaval de Luanco” en los dos grandes (para este menguado terruño) diaros asturianos.
Entre las noticias de la semana que concluye también fue
notable el dispar tratamiento dado a las declaraciones del gerente de la plaza
de toros de Gijón. La que para quienes no se toman la homosexualidad en plan
talibán no pasa de poco afortunada boutade (“las fiestas del orgullo
gay si que hacen daño a la vista de los niños”), fue convertida por el
periódico ovetense en un rotundo “los gays dañan mas a los niños que los
toros”. Menudo periodismo de mierda sr. Tuñón. El cuestionado empresario para nada dijo eso, por mas que hasta pudiera pensarlo. Y eso que bien que lo ha desmentido antes de que la cosa pudiera resultar en linchamiento.
Al hilo de las protestas que dieron origen a este sobredimensionado incidente homófobo, es curioso como agosto se ha convertido en un mes de gran excitación para el
colectivo antitaurino. Un sector de la sociedad de cuya dimensión no tenemos noticia porque, de momento, y que nosotros sepamos, el CIS no lo ha encuestado. A ver si se animan.
En todo caso, a la vista de las
vomitivas manifestaciones de algunos de esos activistas en relación con la cogida
de Francisco Rivera, nos da que hay quien está ahí mas por postureo, y por
fastidiar, que por convicción.
La historia es tremendamente repetitiva, de ahí el sentido práctico de su estudio que muchos desprecian. Vean como saludaba en 1934 el
pronazi diario satírico alemán Kladderadatsch la muy ética decisión de prohibir
la vivisección animal tomada por el pronto reconvertido en genocida Hermann
Göring. Les imaginamos al corriente de la trayectoria posterior de este personaje tan concienciado con los animales (siempre que fueran irracionales).
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