martes, 11 de agosto de 2015

El tiburoneo de presuntos artísticos escualos



En el apunte de ayer nos quedamos sin hacer referencia a una de las obras más emblemáticas de Damien Hirst, la pretenciosamente titulada, como es habitual en este creador, “The Physical Impossibility of Death in theMind of Someone Living” (1991, “La imposibilidad física de la muerte en la mente de alguien vivo”). 

La cosa tampoco tiene especial enjundia, aunque el autor respondió a quien se lo puso de manifiesto con un seco “a usted no se le ocurrió”. Se trata de capturar un tiburón tigre de algo más de cuatro metros , un actividad que el artista subcontrató, y meterlo en formol, otra actividad que también subcontrató. Y quizá no a los mejores profesionales porque en 2006 tuvo que remplazarlo ante el manifiesto deterioro que mostraba el escualo original por el que un millonarísimo gestor de fondos de inversión americano había pagado al avispado Charles Saatchi una cantidad que se cifra entre 8 y 12 millones dólares (esta última, probablemente excesiva,  es la que da título al libro de Don Thompson “The $12 Million Stuffed Shark: The Curious Economics of Contemporary Art”). No faltó el galerista de turno que enseguida saltó defendiendo que en el arte conceptual esas pequeñeces de las sustituciones no tienen importancia. Así que bien podríamos consolarnos catalogando como arte conceptual todo lo que se llevan por delante esos bestias del Estado Islámico.


Pero ha sido el artista David Černý quien nos parece que realmente estuvo agudo en relación con esa “línea de producto” de Hirst. Porque ni que decir tiene que hay más tiburones en conserva por ahí, alguno, como no, seccionado en las habituales dos mitades como es el caso del titulado ”Death explained“ (2007) que hace pareja con un ejemplar sin aserrar llamado “Death Denied”. El conjunto recibió como título, agárrense, "Coming to Terms With and Trying to Understand the Complexity of the Feelings and Ever-Changing Fears and Doubts that Every Human Being Experiences when Faced Every Moment with the Unfathomable Uncertainties of Death”, más o menos "poniéndose de acuerdo y tratando de comprender la complejidad de los sentimientos y los siempre cambiantes miedos y dudas que todo ser humano experimenta cuando se enfrenta cada momento con las insondables incertidumbres de la muerte”. Respiren, que ahí va la imagen de la muerte explicada con su autor (intelectual).


Intentábamos decir antes de quedarnos sin aliento que el artista checo David Černý, un controvertido creador de cuya obra está bastante bien surtida la ciudad de Paga, ideó bajo el sencillo nombre de “El tiburón” (2006) una reelaboración del concepto protagonizada por una figura humana con el inconfundible aspecto de Sadam Hussein.


Esto sí que nos parece interesante en plan provocación artística. El caso es que dicen que se trata de una crítica hacia la política exterior americana. Se nos hace un poco como aquello de "pues ahora no como y que se joda el capitán". Lo nuestro con el arte conceptual es pura incomprensión mutua.

Para terminar, mostar como Peter Brookes se ha servido de la obra que hoy comentamos en una viñeta publicada en abril de 2012 y otra de septiembre de 2008. El que asoma por la boca del tiburón en la primera es el entonces líder del Partido Liberal Nick Clegg y el que flota como pájaro en la segunda es Gordon Brown. Debajo otra obra de Hirst recreada por Brookes que en lugar de una ternera seccionó a Nigella Lawson y Charles Saatchi y cierra la serie una reelaboración de otra conocida pieza del artista británico.




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