En el apunte de ayer nos quedamos sin hacer referencia a una de las
obras más emblemáticas de Damien Hirst,
la pretenciosamente titulada, como es habitual en este creador, “The Physical Impossibility of Death in theMind of Someone Living” (1991, “La imposibilidad física de la muerte en la
mente de alguien vivo”).
La cosa tampoco tiene especial enjundia,
aunque el autor respondió a quien se lo puso de manifiesto con un seco “a usted
no se le ocurrió”. Se trata de capturar un tiburón tigre de algo más de cuatro
metros , un actividad que el artista subcontrató, y meterlo en formol, otra
actividad que también subcontrató. Y quizá no a los mejores profesionales porque
en 2006 tuvo que remplazarlo ante el manifiesto deterioro que mostraba el escualo
original por el que un millonarísimo gestor de fondos de inversión americano había
pagado al avispado Charles Saatchi
una cantidad que se cifra entre 8 y 12 millones dólares (esta última,
probablemente excesiva, es la que da
título al libro de Don Thompson “The $12 Million Stuffed Shark: The Curious Economics of Contemporary Art”). No faltó el galerista de turno que enseguida saltó defendiendo que en el arte conceptual
esas pequeñeces de las sustituciones no tienen importancia. Así que bien podríamos
consolarnos catalogando como arte conceptual todo lo que se llevan por delante
esos bestias del Estado Islámico.
Esto sí que nos parece interesante en plan provocación artística. El caso es que dicen que se trata de una crítica hacia la política exterior americana. Se nos hace un poco como aquello de "pues ahora no como y que se joda el capitán". Lo nuestro con el arte conceptual es pura incomprensión mutua.
Para terminar, mostar como Peter Brookes se ha servido de la obra que hoy comentamos en una viñeta publicada en abril de 2012 y otra de septiembre de 2008. El que asoma por la boca del tiburón en la primera es el entonces líder del Partido Liberal Nick Clegg y el que flota como pájaro en la segunda es Gordon Brown. Debajo otra obra de Hirst recreada por Brookes que en lugar de una ternera seccionó a Nigella Lawson y Charles Saatchi y cierra la serie una reelaboración de otra conocida pieza del artista británico.
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