Hoy nos ha dado por repasar los objetos a los que damos nombre a partir de su forma. Una categoría de palabras en la que la obsolescencia es menos frecuente que en las que repasábamos en el pasado apunte “Materiales que dan nombre”.
Pero un destacado caso en el que está comenzando a producirse ese fenómeno son los dispositivos de almacenamiento de datos que llamamos discos duros. Y ello porque la evolución tecnológica ha conducido a que las modernas memorias denominadas SSD (Solid State Drive) carezcan de partes móviles y, en concreto, de los característicos platos apilados que utilizan para almacenar la información las versiones tradicionales de esos dispositivos conocidas como HDD (Hard Disk Drive). Eso mientras los discos analógicos de música han buscado en su material constituyente la forma de diferenciarse lingüísticamente de los digitales para convetirse en vinilos.

Utilizamos, además, el derivado cilindrada para referirnos al volumen de esas cámaras, un dato que es de los más relevantes entre las especificaciones de un concreto coche. Tanto que, con frecuencia, ha sido utilizado por algunas marcas para identificar los modelos. Una práctica aplicada en España durante muchos años por Seat. Recordemos que los cuatro primeros modelos fabricados por esa empresa fueron el 1400, el 1500, el 600 y el 850. El primer Seat que se desmarcó de esa nomenclatura, ya en 1968, fue el 124, aunque todavía se retomaría la clásica en algún modelo como el 1430. Y no tardó en tener versiones de mayor cilindrada que dieron lugar a denominaciones tan peculiares como “1430 especial 1600”.

Una curva plana que ha pasado al lenguaje coloquial desde la jerga de los ferroviarios es la catenaria. Con ella damos nombre a las líneas de las que toman la corriente eléctrica los ferrocarriles porque esa es la forma que adopta un cable suspendido que únicamente soporta su propio peso.

Pero no es el caso en los montajes modernos que sujetan a través de péndolas un segundo cable, diseño que permite que la línea de contacto con el pantógrafo sea sensiblemente paralela a las vías.

Un trapecio es un cuadrilátero que tiene paralelos solamente dos de sus lados. Denominación que deriva de la que daban los griegos a unas mesitas de cuatro patas (trapeza, derivado de tetra, cuatro, y una variante de podós, patas). Como las cuerdas de las que se suspende un palo para realizar ejercicios circenses muchas veces se separan en busca de sus anclajes dando al conjunto la forma de un trapecio, más que de un rectángulo, el nombre de ese cuadrilátero irregular fue el aplicado al artilugio que también ha dado nombre a los trapecistas.

No vamos a alargarnos hoy con las abundantes denominaciones aplicadas por afinidad formal con otros concretos objetos. Así es que antes hemos utilizado plato, cuyo étimo latino es platus (plano), para referirnos a los componentes básicos de los discos duros tradicionales, palabra que también se aplica a los antiguos tocadiscos. Esa relación de afinidades incluye los términos acuñados en un proceso inverso al hoy analizado. Es decir, las formas que reciben sus nombres a partir de objetos. Este es el caso de la curva llamada ovoide que fue denominada así por su similitud con el perfil de un huevo. Pero también dejamos pendiente hablar de geoides, cardiodes, nefroides y lúnulas. Nos queda mucha geometría.
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