Quien no ha escuchado el enigmático resonar de una caracola. Un sencillo acto que viene inspirando portadas de revista desde hace muchos años. Sirva como primer y bello antecedente la ilustración de Georges Leonnec titulada 'Primer concierto por telegrafía sin hilos' (Le premier concert par T.S.F.), que fue publicada en el número del 13 de agosto de 1927 de 'La Vie Parisienne'.
Debajo puede verse la versión de Alex Ross publicada en Good Housekeeping en julio de 1946, emparejada con la interpretación de John Falter en The Saturday Evening Post del 21 de julio de 1956. La cuota masculina en un cliché mayoritariamente femenino.
Dos son las versiones de esta creatividad que se han visto en The New Yorker. La primera en la portada del 4 de agosto de 1945 en la que Mary Petty presentaba a una mascota disfrutando del efecto acústico, mientras que en agosto de 1998 Carter Goodrich utilizaba el concepto para plantear una crítica a la entonces todavía emergente obsesión con el teléfono móvil. Brillante portada.
Como también lo es la ingeniosa tapa de Fluide Glacial fechada el 20/03/1995 en la que los ilustradores Tha y Joan Tharrats daban un giro aun mas crítico al concepto (lo que dice Neptuno es 'justo lo que yo pensaba: se escucha el ruido de la ciudad').
La última pieza de nuestra colección es, de momento, la vista dorsal publicada en la revista brasileña Piauí en julio de 2012.
Así que estamos encantados de recordarles que hay todo un mundo de portadas amables y que otro humor es posible.
Mensaje autopublicitario: si les apetece otro 'oteo' pueden seguir este enlace a la entrega precedente de esta serie.
Adenda 7/17: la revista italiana Gioia! se adherido al club de usuarios de la caracola en su número del 29 de julio de 2017. ¡Bienvenida!
Esta incorporación nos ha hecho reparar en que en el apunte original no había ninguna recreación fotográfica, cuando teníamos una pareja traspapelada, la tapa de la revista Collier's del 9 de febrero de 1952 y la de Interviú del 1 de abril de 1987.
Aprovechamos para añadir también una bonita versión publicitaria del concepto utilizada en un cartel de la línea Ostende -Dover de finales de los años cuarenta. La firma el ilustrador Miessen.
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