No estamos muy seguros de que gastarse 50 milloncetes en reformar
una plaza que no presenta especiales problemas deba ser una prioridad para una ciudad tan endeuda como Madrid, pero el actual gobierno municipal ha decido que la primera gran huella física de su paso por la capital quede en la Plaza de España. La Gran
Vía será el siguiente hito.
Ahora bien, lo que tiene su coña es que se pretenda que la solución adoptada
la han tomado directamente los ciudadanos (y ciudadanas). Y es que la cosa ha funcionado mas o menos como sigue. Se presentaron
70 proyectos de los que un comité seleccionó cinco que fueron sometidos a una primera
consulta popular. Lo curioso es que el que ganó por goleada, sumando casi
tantos votos como los cuatro restantes, no pasó a la siguiente fase de pronunciamiento de 'la ciudadanía' (mas detalles en ‘El jurado descarta llevar a la final el plan más votado para plaza de España’).
Ojo. Y menos mal, porque la propuesta denominada 'Pradera urbana' planteaba crear una especie
de espacio de acampada en una utópica ciudad donde los coches, de pronto, se volatilizaban. Pero lo que no se puede tener es la desvergüenza de Pablo
Soto, el concejal de Transparencia y Participación de Madrid, que ha tenido los floridos
cojones de afirmar que el resultado del proceso participativo ‘corrobora que
las decisiones de la ciudadanía no están alejadas de las que toman los expertos
en una materia porque por cada experto que hay en el Ayuntamiento hay cientos
en la sociedad’ (fuente). Qué miedo da irse a la cama pensando que estas lumbreras son las nuevas lucecitas de El Pardo que velan por nosotros.
El caso es que se presentaron a la ‘gran consulta final’
dos propuestas, bastante similares por cierto, que ya se ve como
fueron las elegidas por una comisión en la que alguno de sus miembros debía saber algo del asunto.
- ¿Qué prefieren amados ciudadanos y ciudadanas: 'lo que yo digo' o 'lo que digo yo'? ¡Hay que ver cuan expertos son ustedes! Sigan votándome y seguiré regalando sus oídos.
Y vale que el inglés vende. Si practican el televisionado estarán hartos de oir últimamente como Toyota
vende jaibrids y no híbridos. Por ello consideramos, si no disculpable, al menos comprensible que los autores de la propuesta
finalmente ganadora, y ello por muy estrecho margen, la presentaran con el cursilísimo título ‘Welcome Mother Nature. Good Bye Mr.
Ford’. Pero mas preocupante nos parece que nadie en el ayuntamiento tuviera la sensatez
de decirles que dejaran de hacer el gilipollas: 'Bienvenida madre naturaleza, adiós Mr. Ford'. El pijopulismo que mencionábamos. ¡O acaso no merece ese mínimo respeto lingüístico el espacio que alberga el monumento a Miguel de Cervantes!
Como complemento de lo que hay en esas cabecinas, no dejen de saborear un fragmento de la pretenciosa memoria del proyecto ganador:
El mito del conflicto
entre lo natural y lo artificial no es nada nuevo. La Epopeya de Gilgamesh (ca
1500 a.C.), el escrito más antiguo conocido por nuestra civilización, ya lo
planteó en sus once tablillas de barro cocido. En este poema, el hombre nacido
en la Naturaleza y criado por animales, aún salvaje, se enfrenta con el héroe
de la ciudad. Pelean en la PLAZA del mercado, y al no poder derrotarse entre sí
alcanzan un acuerdo y se reconcilian para siempre. De esta manera llega la
conocida amistad entre Ekindú y Gilgamesh. La PLAZA de la ciudad, es pues,
desde Sumeria, el lugar en el que se puede entrar siendo enemigo y salir
hermanado.
Pues sepan que en el texto anterior se data incorrectamente el poema citado y también se recuentan mal las tablillas que no son once sino doce. Es mas, se lleva a una plaza un enfrentamiento que se produce en la puerta de una cámara nupcial donde se intenta practicar un antecedente del derecho de pernada y se convierte en un falso final en tablas lo que en realidad es la aceptación por parte de Ekindú de la superioridad de Gilgamesh (mas detalles).
Como el resto del proyecto sea igual de riguroso...
P.S.- Una visión general sobre la consulta realizada por el Ayto. de la capital puede encontrase en el artículo 'La giliconsulta madrileña o la montaña que parió un ratón' publicado por Ignacio Varela en El Confidencial.
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