La primera recomendación de hoy es el Rinconte de David Prieto García-Seco titulado Regañá (o la pérdida institucionalizada de -d- intervocálica). Un artículo que analiza la singularidad de que la variante fonética recién incoporada al Diccionario de uso inicialmente restringido a una zona geográfica muy concreta desbanque a la forma canónica regañada que figura en Drae desde 1884.
Otro desbanque, en este caso mero forzado intento, es el tratado por Arturo Pérez Reverte con su característico apasionamiento en Era Común para todos. Aquí moriremos escribiendo a.C. y d.C.
Decíamos hace dos semanas que el uso de esa palabra derrocar realizado por Pedro Sánchez en sus declaraciones a La Vanguardia sí que daba para un interesante comentario. Y de ello se ocupa hoy Álex Grijelmo en Que vuelva Confucio junto con equilibrantes referencias al uso de dictadura por parte de Isabel Ayuso y Ione Belarra. Un artículo que, como es habitual, encontrarán íntegro como anexo.
La fachosfera debutó en el humor de JM Esteban el pasado día 8 y el lunes volvía a su sección del diario La Razón. Más ajustada a la actualidad del momento resultaba la galleguizada versión 'fachosfeira' de la viñeta del martes de Puebla que ya incluimos en el Balance humorístico de las elecciones gallegas.
Hasta Aragón se fue el dibujante canario J. Morgan en busca de una noticia en que poder apoyar su deconstrucción de la palabra desfachatez. Sigue el trabaléngüico juego con interiorizar que Miki y Duarte aplicaron el propio lunes al ministro Marlaska y el retruécano que Idígoras y Pachi aportaron a tan ludolingüística jornada en las secciones de humor.
El anuncio de la tramitación de la Ley de Familias a partir del texto del proyecto de Ione Belarra, para “economizar tiempo”, según el ministro Bustinduy, propició la ironía de JM Nieto del miércoles sobre la denominación "familias con mayores necesidades de apoyo a la crianza" que engloba y sustituye a las previamente denominadas familias numerosas. Una expresión, la propuesta, condenada a la abreviatura que ya se verá en qué dejan los hablantes en caso de que salga adelante.
Y es curioso que ayer era el lenguaje coloquial el que se colaba en la terminología legal con la denominación dada a la Proposición de Ley para una correcta imposición de los beneficios caídos del cielo de la gran banca (enlace al texto íntegro). Los que el inglés denomina windfall profits por analogía con la fruta que el viento hace caer de los árboles que en el artículo único se concretan como "márgenes extraordinarios respecto al primer trimestre de 2022".
El miércoles etiquetábamos por primera vez en una viñeta, la de Asier y Javier en Deia, el uso de la palabra edadismo que fue incorporada en 2022 al DLE en la actualización 23.6 del Diccionario con la definición ‘discriminación por razón de edad, especialmente de las personas mayores o ancianas’. Un término acuñado en 1968 en inglés por el médico, Robert Butler (1927-2010) como “ageism” (enlace a la Wikipedia). No sobrará añadir que el nombre Zuzenean del servicio de atención ciudadana representado significa "directamente".
Aunque sea con retraso, no queremos dejar de comentar la viñeta de Ramirez del 12 de febrero sobre la entrevista de Tucker Carlson a Putin en la que pone en boca del sangunario dirigente ruso la expresión "useful idiot" que por aquí suele formularse como "tonto útil" aunque también se usa en la forma "idiota útil" utilizada en la versión en español de esa viñeta.
Más allá de que la calificación del periodista MAGA como useful idiot ha sido bastante generalizada, enlazamos un repaso de la revista Politico de algunos colegas que le precedieron, nos parece buen momento para recordar que la atribución e Lenin de este calificativo, cuyo primer uso suele fecharse en 1924, carece de fundamento documental. En la Wikipedia encontrarán documentadas explicaciones sobre el primer registro de la expresión en un artículo publicado en The New York Times en junio de 1948 en una cita del periódico italiano L'Umanità, así como de la antecedente "inocentes útiles".
El recurso de Sansón al "efecto mariposa", una expresión cuñada por el meteorólogo Edward Norton Lorenz, en su balance electoral del lunes nos invita a recordar algunos antecedentes de uso humorístico. Los encabeza la viñeta de Manel Fontdevila en Ara de noviembre de 2022 sobre el efecto del batir de unas alas en la Institució de les Lletres Catalanes. Sigue la tira de Gallego y Rey de mayo de 2021 sobre los efectos del pacto del Psoe con Ciudadanos en Murcia que desencadenó las elecciones en Madrid y la viñeta de Puebla de marzo de ese mismo año protagonizada por Fernando Simón.
Las más bien tibias disidencias que el resultado en Galicia ha hecho aflorar en el Psoe propiciaron que JM Esteban volviera a recordar el lunes las polémicas declaraciones realizadas por Abascal en Argentina cuando viajó a la toma de posesión de Milei. Acompañamos esa viñeta con la publicada en La Razón el 17/1/24. Proseguimos con la catalanizada versión del infame "todos al suelo" publicada el 23-F por Caín en ese mismo diario suscitada por la tramitación en curso en el Parlamento de Cataluña de una nueva declaración de independencia. Début de esos humoristas en nuestro recopilatorio de 'Tejerazos' humorísticos desde el cual nos hemos traído alguna otras viñetas sobre Cataluña.
Álvaro Pérez publicó el 11 de septiembre de 2017 en Tribuna de Salamanca y el resto de diarios del grupo Tribuna una versión protagonizada por Puigdemont y con Junqueras en el papel de Guardia Civil. Ricardo ironizó en El Mundo del 20/10/17 con lo dubitativo del intento de Puigdemont, mientras que Peridis llevó el 19 de septiembre de 2019 a su sección de El País una versión Quim Torra.
La quijotesca tira del domingo de Idígoras en Sur encabeza una sección literaria que también cuenta con otra versión del hidalgo y sus escudero, esta interpretada por Ábalos y Koldo, aportada hoy mismo por César Oroz. Sigue un laureado Feijóo de Sansón entregado a escribir el paronímico libro "La guerra de las galaicas" que evoca el de Julio César titulado Comentarios sobre la guerra de las Galias (Commentarii de bello Gallico, 50 a 40 a.C.) y el balance electoral de Santy Gutiérrez apoyado en Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas.
Concluimos con Michael Ramirez, que comparó la actividad parlamentaria del Partido Republicano, enredado en tareas tan estériles como el impeachement de Joe Biden ayuno de fundamento, con el kabuki japonés. Se apoyó para ello en la obra Shibaraku que es una de las que forman parte del repertorio conocido como las «Dieciocho grandes obras de teatro» (Kabuki Jūhachiban).
La historia que se desarolla en el santuario sintoísta Tsurugaoka Hachimangu narra el episodio en que un militar que ha hecho prisioneros al príncipe Kamo Yoshitsuna y a la princesa Katsura ordena ejecutarlos, pero cuando los guerreros encargados se disponen a decapitarlos irrumpe el héroe Kamakura Gongorō Kagemasa, el personaje representado por Ramirez, que detiene la ejecución al grito de «Shibaraku!» que puede traducirse como «¡Un momento!». Enlazamos un vídeo con subtítulos en inglés que explica en poco más de seis minutos el argumento de esta obra cuya representación dura cerca de una hora. Advertirán que la elección del vistoso héroe para representar la inacción republicana sorprenderá en grado sumo [pun not intended] a los conocedores de la trama.
PS - Con retraso hemos visto la versión de Martyn Turner de la escena en que Oliver Twist pide más comida a Mr. Bumble en la famosa novela de Dickens. Un dibujo que se aparta del habitual modelo seguido en el humor basado en la ilustración de George Cruikshank.
También después de publicar el apunte hemos dado con el juego tipográfico de García Morán en la Gaceta de Salamanca de hoy que convierte Marruecos en narcos. Ya nos gustaría poder validar en una fuente fiable el dato que cifra la contribución del hachís y la marihuana en el 10% del pib marroquí.
Asimismo añadimos una nueva -sfera, 'La koldosfera' acuñada por Jorge Bustos para titular su columna de hoy en El Mundo.
AnexoQue vuelva Confucio Álex Grijelmo (El País, 24/2/24)
Algunos políticos se ven tan poderosos que pretenden decidir qué significan las palabras desde que ellos las pronuncian
Confucio respondió así, hace 2.500 años, cuando le preguntaron qué medida debería tomarse en primer lugar para ordenar el Estado: “Lo primero que hace falta es la rectificación de los nombres. Si los nombres no son correctos, las palabras no se ajustarán a lo que representan. Y si las palabras no se ajustan a lo que representan, las tareas no se llevarán a cabo y el pueblo no sabrá cómo obrar” (Jesús Mosterín, Historia de la filosofía. 1983).El desajuste de las palabras que padecemos hoy empieza a alcanzar cotas inadmisibles, pero algunos políticos parecen hallarse felices con eso. Se sienten tan poderosos que hasta pretenden decidir qué significarán las palabras desde que ellos las pronuncien. Para eso necesitan vaciarlas de contenido, desproveerlas de las connotaciones acumuladas por el uso histórico, reducirlas al momento en que las profieren. Y así crean el desorden.
Pedro Sánchez ha mencionado varias veces (junio de 2020, julio de 2022, enero de 2024) los intentos de la oposición de “derrocar” al Gobierno. Caramba, “derrocar”. Me suena muy fuerte cada vez que se lo leo, porque asocio esa expresión con la violencia o la fuerza. Este verbo equivale literalmente a “despeñar”: precipitar desde un lugar alto. En este caso, “precipitar desde una roca”, según vino recogiendo el Diccionario académico desde 1732 a 2001. A su sentido recto se le añadió siempre un sentido figurado poco pacífico, como expresaba la edición de 1992: “Derribar, arrojar a alguien del estado o fortuna que tiene. (Úsase especialmente en política)”. La entrada académica actual reúne en la primera acepción ambos significados previos: “Hacer caer, generalmente por la fuerza, un Gobierno o sistema de gobierno, o a alguien de un puesto preeminente”. Como se ve, continúa vigente la connotación más habitual, llegada desde los siglos: “Por la fuerza”. Así que asocié ese “derrocar” en boca de Pedro Sánchez con la idea de desalojar a los socialistas mediante una actuación violenta, algo a mi parecer inverosímil hoy en día.
En un espacio de lenguaje compartido se habría hablado de que las derechas pretenden derrotar al Gobierno, o vencerlo en las elecciones, verbos que se pueden aplicar incluso para un placentero juego de naipes. (Derrotar: “Vencer o ganar en enfrentamientos cotidianos”, señala la segunda acepción académica de este verbo).
Tal vaciamiento de las palabras ha sido maniobra de todas las tendencias, pero nadie se ha aplicado a ello con tanto entusiasmo como Núñez Feijóo y su maestra Díaz Ayuso. La presidenta madrileña ha trivializado el término “dictadura” para arrojárselo al presidente (“el pacto con Junts es entrar en una dictadura, nos han colado una dictadura”), y ha manoseado a su conveniencia las sagradas palabras “libertad” y “democracia” a fin de apropiarse de ellas y vetárselas a Sánchez. La imitó Ione Belarra, de Podemos, quien acusó el 2 de febrero a Manuel García-Castellón de ejercer una “dictadura judicial”. Y a su vez, Feijóo acudió al señuelo del citado juez, quien, por la vía del ahora que me acuerdo, de pronto consideró “terrorismo” la vulneración de leyes en la que incurrieron los promotores de la independencia catalana hace seis años. Parece que ahora toda acción de los rivales de la cual se discrepe ha de atentar contra la Constitución o suponer violencia: la dictadura, el terrorismo, el derrocamiento.
Si todo esto se ajusta a lo que las palabras representan, que baje Confucio y lo vea.
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