sábado, 24 de febrero de 2018

Cosas de la lengua 8/2018


Comenzamos este semanal repaso con la transfobia que ha sido objeto del último artículo del Martes Neológico. Como pone de manifiesto desde Argentina Dª Victoria de los Ángeles Boschiroli, se trata de una voz asociada a dos campos léxicos con una gran vitalidad neológica. Por un lado, los nuevos términos vinculados a la identidad de género, como transgénero; y por el otro, la creciente lista de fobias y, en particular, las de ámbito social. Como la islamofobia o la sorprendente palabra del año 2017 para Fundéu: la aporofobia.

El artículo también nos sirve para descubrir que el 'Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia', que no forma parte de los auspiciados por la ONU, se celebra los 17 de mayo. Ello en una conmemoración, iniciada en 2005, de la fecha de 1990 en la que la OMS dejó de considerar la homosexualidad como enfermedad. Lo que no estaría de más es buscar un término que agrupara todas esas fobias basadas en la identidad sexual antes de que haya que seguir alargando esa denominación con la interfobia, la queerfobia y todo lo que surja del lío semántico que se está montando.

La que resulta preocupante, como señala hoy el comentario editorial de El Mundo Transexualidad: legislar, pero con cabeza, es la ocurrencia de pretender abolir la naturaleza para afrontar esta cuestión. La que tienen un alcance mucho más limitado que lo que da a entender la enorme atención que recibe. La que quisieran para sí, por ejemplo, los muchos más numerosos ciudadanos que padecen enfermedades raras. 

Llamémoslo neoempleo es el título del artículo de Alex Grijelmo del pasado sábado. Una bienintencionada pero, en nuestra opinión, desenfocada propuesta de llamar “neoempleo” al de escasa calidad que tanto prolifera.
Que le pregunte a los trabajadores de Opel de Figueruelas si es un problema exclusivo de los nuevos puestos de trabajo. O a los asalariados que, cuando ya peinan canas, han sido obligados por sus empleadores a convertirse en autónomos. El problema es más profundo y ya tenemos el prefijo infra para nombrar lo que está por debajo de un nivel de referencia: es infraempleo. Sea nuevo, o sea viejo.

Parece que Esteban también comparte nuestro punto de vista (y también es mu lúcida su viñeta de hoy en La Razón):


El propio Grijelmo rindió el jueves lingüístico homenaje a Forges con el artículo 'Un vocabulario particular que ya es de todos'. Un texto que comienza recordando su aportación del uso jergal del sufijo -ata que inició con la acuñación de bocata, un hecho forzado por la falta de espacio en el 'bocadillo', según le tenemos escuchado al 'inventor' en una entrevista. Esta es una voz acogida en el Drae desde 1983, aunque no así su derivado bocatería. También han entrado en el Diccionario ‘tocata’, en su acepción de tocadiscos, ‘cubata’ y ‘segurata’, aunque estas dos últimas ya no son invento de Fraguas. Pero pinchen y lean el artículo completo porque trata otras muchas aportaciones del fallecido humorista que tradujo su apellido al catalán para crear el seudónimo por el que es universalmente conocido.

Curiosos neologismos los que empareja el título del artículo de Juan Cruz La martellesa y el estado de ‘himnosis’. El autor explica que la ingeniosa contracción de Marta (Sánchez) con Marsellesa es una invención de Toni Garrido y que el segundo se lo escuchó al editor colombiano Moisés Melo.

Thom por Andrés Meixide (La Voz de Galicia)

Fundéu también se apuntó a la neología en su arranque semanal dedicado a dar por bueno el término sinhogarismo  que se utiliza para denominar la ‘condición de la persona sin hogar’. Asímismo aceptan sintechismo, pero esa contracción donde realmente ha tenido éxito es en la denominación de las víctimas de esa tragedia: los sintecho. Bien pudiera ser esta la primera entrada de 2018 que aporte algún finalista a la próxima palabra del año.

Los urgentes se ocuparon el martes de recordar las formas irregulares con que se conjugan los verbos terminados en -ducir, como reducir, conducir y traducir. De ahí pasaron a proponer, al día siguiente, 'entrenamiento callejero' o 'entrenamiento de calle' como alternativas al anglicismo street workout que utiliza en su denominación la Federación Española de Street Workout y Calistenia (FESWC).

Llamativa la presencia en ese nombre de la calistenia que la RAE define como 'conjunto de ejercicios que conducen al desarrollo de la agilidad y fuerza física'. Tras echar un vistazo a su web, parece claro que Fundéu tiene bastante tajo por delante con la jerga de esas deportivas gentes.

Lo tratado el jueves fue la expresión 'oferta inicial de criptomonedas' utilizada para traducir initial coin offering (ICO por sus siglas en inglés) en un comunicado conjunto emitido por el Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores sobre ese nuevo tipo de operaciones. Una nota en la que se subraya como la nueva sigla evoca la IPO (initial public offering) que, en inglés, equivale a nuestra OPV (oferta pública de venta). Así que nos habría gustado más que hubieran aplicado la analogía a nuestros usos y hubieran optado por 'oferta pública de criptomonedas'.


Ese mismo día los urgentes también tuvieron un recuerdo para Forges. Una despedida que ilustraron con la viñeta publicada en 2009 en El País​ el día que Fundéu firmó con los publicitarios españoles un compromiso por el buen uso de la lengua.

Y para concluir su serie semanal, un apunte sobre la diferencia entre un rocódromo y un rockódromo. El primero es la ‘instalación deportiva consistente en una pared rocosa para el entrenamiento de la escalada’, mientras que el segundo, que ingresó en el Drae con la forma rocódromo, modificada en la 23ª edición, es el ‘lugar en que se celebran actuaciones musicales, normalmente al aire libre’.

El Laboratorio del lenguaje del Diario Médico publicó el lunes la breve entrada titulada anemia. Fernando A. Navarro recuerda en la misma que es antiquísima palabra que ya se encuentra en los escritos de Aristóteles en su forma griega ἀναιμία (anaimía). Y aunque su significado etimológico es "ausencia de sangre"  (an- significa ‘no’ o ‘sin’ y -haimía es ‘sangre’), lo que se designa con ella es la falta de hemoglobina. Pero reconoce que con tan asentado uso no cabe sino olvidarse de purismos y olvidarse de intentar recurrir al más preciso hipohemoglobinemia.

Los bulos campan a sus anchas en la red, y la salud es uno de los ámbitos más afectados es el texto con el que José Antonio Plaza da inicio a su artículo #SaludSinBulos contra las noticias sanitarias falsas en internet. Una reseña de la encomiable iniciativa de la Asociación de Investigadores en eSalud (AIES) que pretende localizar, denunciar y desmontar las noticias falsas sobre salud que infectan internet. Nosotros ya hemos puesto la web creada al efecto que, además, tiene un simpático logotipo, en nuestra lista de favoritos.

En el apunte de ayer, Fernando A. Navarro explica los diferentes tratamientos que nuestro idioma da al género de las palabras como introducción al comentario del cambio de criterio sobre 'miembro' adoptado por la RAE en 2001. Así ocurre que, cundo se usa ese término referido a personas, ha pasado de ser un sustantivo masculino de género invariable, a ser considerado sustantivo de género común. Recordemos que, en estos, es el artículo el que marca la diferencia. Pero el autor no puede evitar concluir dejando claro que sigue sin gustarle oir las miembros. 
Un poco conocido término judío encontramos en título del artículo  'Mezuzot' y vigilias en el que Pablo R. Suanzes señala el escaso eco que suelen tener las repetidas agresiones antisemitas que vienen produciéndose en Bélgica.

La mezuzá (del término hebreo que significa "jamba de la puerta"), cuyo plural es mezuzot, es un pergamino con dos parshiot (secciones de la Torá) que se introducen en un receptáculo que los judío ritualmente adosan a la jamba derecha de los pórticos de sus casas. Fíjense, cuando tengan ocasión de visitarlas, en los poquísimos que aún quedan en las turísticas juderías hispanas.


Muy llamativa ha sido esta semana la concurrencia de ejemplos del llamado "efecto Streisand". A raíz del torpe secuestro del libro ‘Fariña’, el suplemento Verne del diario El País publicaba un artículo sobre esa curiosa variante de "salir el tiro por la culata".

Como se recuerda en esa explicación, que es anterior a la polémica por la torpemente retirada pieza de Santiago Sierra, el citado efecto tomo su nombre de la queja interpuesta por la cantante y actriz americana a raíz de la presencia de su casa en una de las 12.000 fotos de la costa californiana publicadas en una web.

Una imagen que solo había sido descargada seis veces, dos de ellas por sus abogados, y a raíz de su demanda pasó a tener miles de visitas, además de aparecer publicada en numerosos medios de comunicación. La casa sigue actualmente visible en el correspondiente artículo de la Wikipedia.

Lo que resulta increíble es que todavía haya incautos gestores que sigan picando en ese viejo truco del mundo del arte que es la provocación. Bien lo ilustró Tomás Serrano en El Español por medio de la viñeta titulada "El gancho de la censura".


Pérez por Peridis
También estuvo provocador Álvaro Pérez en su comparecencia parlamentaria. Un acto en el que dejó claro a su señoría "el del pendiente" que no le gusta que le llamen "el bigotes". Curioso el lenguaje con el que hizo referencia a quienes "figuran como atizantes, vienen a soltar el 'mondongo' y no vienen a declarar".

Su gusto por el término que designa los 'intestinos y panza de las reses, y especialmente los del cerdo' y, por extensión, los 'intestinos humanos', se prolongó en la crematística variante mondongazo (“Un evento en una plaza de toros en un polideportivo importante, es un mondongazo, ¿eh?”). Se le ve que, de perdidos al río, vive complacido su papel en toda esta mierda.


Para finalizar, volvemos a la neología con la que comenzábamos. Y es que tras el maravilloso espectáculo de luces visto en la ceremonia inaugural de la Olimpiada de Pyonchang, donde 1.218 minidrones del modelo Shoting Star creado por Intel batieron el récord de la especialidad, habrá que ir buscando un nombre para estas "coreografías" que, a buen seguro, vamos a ver bastante en el futuro. Nuestra propuesta provisional es el no especialmente eufónico coreodronografía. Seguimos dándole vueltas. Y se admiten sugerencias.


Si se han quedado con ganas de más lectura, les aconsejamos el muy sólido Repaso al Consejo de Estado que el catedrático Ramón Parada publicó ayer en El Mundo.





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